Está anunciado como un consejo de Gobierno rutinario más, similar al que todos los martes celebra el Ejecutivo autonómico catalán, y en el que se abordará la situación creada por las riadas en Tarragona. Pero fuentes cercanas al Ejecutivo catalán afirman que Quim Torra ha decidido cesar a Miquel Buch, consejero de Interior del Gobierno catalán, y también a Pere Ferrer, director general de los Mossos d'Esquadra. Se da la circunstancia de que Ferrer lleva sólo 28 días en el cargo, tras sustituir a Andreu Martínez, que dimitió la víspera del aniversario del referéndum del 1-O por razones poco claras.
La información a la que ha tenido acceso a EL ESPAÑOL debe tomarse con las prevenciones habituales en la política catalana, donde decisiones de gran calado político se deciden, se confirman o se aplazan por el tuit o la llamada airada al presidente de la Generalidad de uno u otro líder político o civil del separatismo.
El cese de Buch estuvo, de hecho, a punto de producirse ya el pasado jueves 17 de octubre, tras tres noches de disturbios, cuando Torra se reunió con el vicepresidente Pere Aragonès y con la portavoz Meritxell Budó para ejecutar la destitución fulminante del consejero de Interior.
La reunión, sin embargo, acabó sin acuerdo después de que las presiones de los valedores de Buch –Gabriel Rufián, Artur Mas y el PDeCAT– pudieran más que las de sus detractores –Carles Puigdemont, una decena de diputados de JxCAT, la CUP, Arran, los CDR, la exconsejera Clara Ponsatí, el grupo Demòcrates de ERC y popes del separatismo como Pilar Rahola.
La soledad de Torra
La derrota de Torra fue interpretada por varios medios catalanes -entre ellos El Periódico de Cataluña- como el símbolo de la soledad del presidente, al que hace sólo una semana daban ya por amortizado no sólo en ERC, sino también en su propio partido.
Pero la última palabra de Torra no estaba todavía escrita. Ayer mismo, la CUP presentó una moción en el Parlamento autonómico en la que insta al presidente de la Generalidad a cesar a Buch, así como a "depurar responsabilidades" en los Mossos d'Esquadra. Es su respuesta a la actuación de la Policía catalana durante los disturbios provocados por el separatismo en Barcelona y otras ciudades catalanas, que entienden excesiva y brutal.
Bajo la superficie de la batalla entre Torra y Buch fluye la verdadera corriente de fondo que divide al separatismo a día de hoy y que se manifiesta en dos frentes.
El primero es el deseo de ERC de decapitar a Torra de una u otra forma para que el vicepresidente Aragonès, de ERC, ocupe su lugar y convoque unas elecciones autonómicas anticipadas que, de confirmarse los sondeos actuales, arrojarían una victoria clara de ERC y darían como consecuencia un tripartito de los republicanos junto al PSC y la marca local de Podemos, los comunes de Ada Colau.
Como es obvio, dicha solución relegaría al olvido a Puigdemont y de ahí la resistencia de éste y de sus terminales en Cataluña a ceder la iniciativa a ERC. En el caso de la derecha catalana, esta disputa se dirime entre JxCAT -mayoritariamente fiel a Puigdemont, y el PDeCAT- defensor de Miquel Buch y de una línea de actuación diferente a la que pretende imponer el prófugo de Waterloo.
Perfil policial bajo
El segundo frente es la voluntad del separatismo radical de que los Mossos d'Esquadra adopten un perfil bajo frente a los disturbios para que la conflictividad en Cataluña aumente hasta poner en riesgo, incluso, la jornada de reflexión de las elecciones del 10 de noviembre. Un día para el que ya se han anunciado "acciones" de Tsunami Democràtic y que, dependiendo de su violencia, podrían tener impacto en las elecciones e, incluso, darle un vuelco a los sondeos.
Miquel Buch ha convocado para hoy una reunión, la primera desde que empezaron los disturbios, con los mandos de los Mossos d'Esquadra para evaluar el dispositivo policial puesto en marcha frente a las protestas violentas del separatismo tras la sentencia del Supremo contra los líderes del procés. En dicha reunión, Buch tiene previsto analizar el funcionamiento del operativo y los posibles casos de mala praxis que hayan podido producirse durante los enfrentamientos con los radicales.
En una entrevista concedida ayer al diario La Vanguardia, el consejero de Interior respondía a las críticas de los que piden su dimisión afirmando que no podía permitir que el Estado le quitara las competencias de seguridad al Gobierno catalán y confirmando que no está en su cabeza dimitir: "Abandonar el barco en un momento como el que estamos pasando sería una gran irresponsabilidad".
Las declaraciones de Buch, y especialmente esa en la que afirma que la "estructura vital" del autogobierno catalán se basa en "cuatro pilares fundamentales: la lengua, la escuela, los medios de comunicación públicos y la seguridad" han sido interpretadas como un intento de blindarse frente a su posible cese por parte de Torra. Si los rumores se confirman, la entrevista concedida a La Vanguardia no habrá servido finalmente de nada.