"No veo por qué no se pueden retomar las negociaciones donde las dejamos en julio", lamentaba Pablo Iglesias en septiembre. El líder de Podemos no se había ido de vacaciones, se quedó todo agosto en Madrid a la espera de una llamada de Pedro Sánchez que nunca llegó. El presidente en funciones escenificó un agosto de reuniones con colectivos sociales y sindicatos para elaborar unas famosas "370 medidas para un gobierno de progreso" con las que tratar de enmadejar a Iglesias en un capítulo más de su "relato".
Según decía Sánchez, se había acabado "el tiempo de la coalición", porque Podemos la había "desechado". Y tanta intransigencia y desencuentro acabaron en la repetición electoral del pasado domingo... Ahora, 180 millones de euros después -el coste de reconvocar a las urnas-, en sólo 24 horas sí se han retomado esas negociaciones donde se rompieron a finales de julio: incluso un poquito antes, justo el viernes 19, cuando Iglesias aún no se había apartado con audacia tras la famosa frase de "él es el principal escollo para que haya un acuerdo de coalición con Unidas Podemos".
Iglesias verá cumplido su sueño de "no irse de la política sin gobernar", si la negociación de los detalles no rompe lo mucho acordado, que es lo que dejaron Pablo Echenique, Yolanda Díaz, Ione Belarra, Jaume Asens, Enrique Santiago y Juantxo López Uralde por un lado, y Carmen Calvo, Adriana Lastra y María Jesús Montero por el otro, a punto de caramelo hace cuatro meses.
El líder de Podemos será vicepresidente del Gobierno y tendrá a su cargo para coordinar un número de ministerios. Entre esas carteras no estarán las de "asuntos de Estado" -ni Interior, ni Defensa, ni Exteriores ni Hacienda-. Ahora, Iglesias volverá a reclamar el área de Trabajo y Seguridad Social, la de Sanidad, Vivienda y Transición Ecológica, precisamente algo muy parecido a la última oferta del presidente en funciones en la noche final de negociación. Y para ellas, tampoco han cambiado los nombres que estaban preasignados en julio: la mencionada Díaz, Irene Montero, Rafa Mayoral y Echenique, jefe negociador.
En realidad, según fuentes de Podemos, la formación morada está más preocupada de las políticas en sí que de que éstas tengan rango de cartera de Gobierno. Así, cuentan con que algún dirigente de la órbita de IU se haga cargo de todo lo tocante a la Memoria Histórica, rebautizándola como "Memoria Democrática". Todos los focos apuntan a Enrique Santiago, secretario general del PCE y redactor de la proposición de ley que aún está en los cajones del Congreso a la espera de ser reimpulsada.
La llamada de Sánchez
Como informó este periódico, aquel septiembre de contrarreloj comenzó con Podemos gastando la última bala: advirtió a Sánchez de que su renuncia "caducaba" tanto como el PSOE sostenía que la coalición ya estaba "fuera de fecha" y que si íbamos al 10-N volvería a exigir ser vicepresidente. Y en realidad ni le ha hecho falta, porque ése fue el señuelo que el líder socialista le lanzó por teléfono cuando el lunes pidió que le pusieran con el secretario general de Podemos: "Vente a Moncloa, que vas a ser vicepresidente", le dijo poco más o menos.
Según las fuentes consultadas por este periódico, conocedoras de cómo se desarrolló el encuentro en las instalaciones de Presidencia, éste fue verdaderamente secreto, pues ni la cúpula socialista estaba informada ni Iglesias lo compartió más que con un reducidísimo núcleo de confianza. La cita, por primera vez, "terminó bien, con todo avanzado". El documento firmado este martes se redactó en términos muy vagos para soslayar los desencuentros y evitar los asuntos polémicos que oscurecieran la noticia.
El resto ya fue obra de la prestidigitación de Iván Redondo, la única persona que acompañaba a Sánchez en la reunión del lunes: un anuncio urgente e inesperado para generar expectación; la elección de un escenario solemne, el Salón del Comedor de Gala del Congreso; y una firma protocolaria inmortalizada en fotos de concordia. Pero Iglesias se reservó alguna concreción a su favor en el texto, guiños muy concretos al programa electoral de Unidas Podemos:
Según el contenido del preacuerdo, ya está claro que ese Ejecutivo de coalición blindará la revalorización de las pensiones "conforme al coste de la vida", abordará el "impulso a las escuelas infantiles de cero a tres años" y luchará por poner coto a "la extensión de las casas de apuestas". Y es ahí donde están las pistas de los ministerios que reclamará Iglesias para coordinar como vicepresidente del Gobierno.
Ahora falta mucho trabajo para poner en detalle qué políticas se podrán llevar a cabo y cuáles no. Y es que la única concreción del documento firmado este martes que huele a línea roja del PSOE: "10. Justicia fiscal y equilibrio presupuestario. La evaluación y el control del gasto público es esencial para el sostenimiento de un Estado del bienestar sólido y duradero".
La desaceleración, según unos, la crisis, según otros, será gestionada por Nadia Calviño como vicepresidenta económica. Y la "guardiana de la ortodoxia de Bruselas", bestia negra de Podemos hasta ahora, tendrá la última palabra en el próximo proyecto de Presupuestos, hasta ahora responsabilidad de Montero, titular de Hacienda... y cabeza de puente de los morados en el Ejecutivo.
Ahí estará el principal punto de fricción para que una comunista al frente de Trabajo y Seguridad Social derogue la reforma laboral y "actualice las pensiones con el IPC", o que desde Sanidad se destinen 515 millones a la Dependencia, para que un podemita con la cartera de Vivienda pueda intervenir el mercado del alquiler o impulsar proyectos de alquiler social que "evite un solo desahucio sin alternativa habitacional"...
O para que el futuro titular de Transición Ecológica con carnet de Podemos pueda, de verdad, implementar lo que el programa de Podemos bautizaba como Horizonte verde. Este ambicioso plan prevé movilizar el 2,5% del PIB para esa "revolución que rompa el oligopolio energético" y cree 600.000 empleos a base de inversiones estatales y de crear una empresa pública de energía que compita con las eléctricas. La ex alta funcionaria de la UE, ascendida en directo por Sánchez durante el debate, será la compensación a la "valentía de Podemos", como dice Iglesias. Y un guiño a Bruselas.