Cuando Pablo Casado, presidente del PP, asomó este jueves por los pasillos del Congreso para recoger su credencial como diputado electo para la XIII legislatura, su gesto desvelaba más de lo que dejaba entrever con sus palabras. La tensión se palpaba en el ambiente y el líder popular no quiso disimular.
Comenzó a disparar: “El cordón sanitario nos lo están practicando a nosotros”, afirmaba Casado en referencia a las negociaciones del PSOE con Bildu y ERC. “Estoy viendo algo que me preocupa, por no decir que me avergüenza” o “Al PP se le ha perdido el respeto en los últimos años y no lo voy a tolerar” , adujo. Pero dejó en el aire su préstamo de votos —o no— a Vox para la Mesa del Congreso.
Sin embargo, después, en privado, cuando no hay periodistas ni focos, el dirigente deja cristalina cuál es su postura, más allá de que haya “debate” en el seno del partido. Casado no se mueve del no, del rechazo de plano a apuntalar cualquier proyecto político liderado por Pedro Sánchez.
Lo suele resumir, según apuntan fuentes populares, en una frase clara, rotunda: “Si lo hiciera —cuentan, reproduciendo la textualidad—, no podría mirar a la gente a la cara”.
En el PP hay debate
Para Pablo Casado todo el asunto pivota entorno al mismo punto: la coherencia de su discurso. Se sabe la única alternativa al gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, con el apoyo externo de grupos de izquierda, partidos regionalistas e independentistas, y no piensa salirse de esa línea.
Ni incluso cuando su propio equipo de dirección se plantea, en serio, cuál es la posición que debe mantener su grupo al respecto. Sobre todo, por los debates que deja sobre la mesa su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, que ha pedido, en público y privado, que se le ofrezca a Sánchez un gobierno “de concentración” entre PSOE, PP y Cs para que la gobernabilidad no dependa de los independentistas.
El presidente popular admite a su entorno sin problemas que, efectivamente, hay discusión al respecto. Aunque siempre le quita hierro, aduciendo que, en una organización tan grande, tan coral, es lo “lógico y sano”.
Discusión zanjada
“Al PP no se le pide una abstención. Se le piden 56 síes”, se quejaba Casado en una breve alocución a los medios para señalar que un Gobierno de coalición dejaría como única alternativa de oposición a Vox y Podemos. Y eso, cuentan desde la dirección del PP, sería un grave problema para el Estado.
Pero no sólo se queda ahí en su explicación el presidente popular: “Mi responsabilidad no es intentar alargar la agonía [de un Gobierno de Sánchez] un año más. Es dejar claro que estamos a la altura de las responsabilidades porque cuando falle, que fallará, habrá una alternativa en el PP centrista, fiable y patriota”.
Eso no es óbice de que los populares se comprometan a dar estabilidad mediante acuerdos de Estado. “El PP no será cómplice de un Gobierno que nos lleva al fracaso, ellos han elegido sus aliados”. Para lo que Casado respecta, discusión zanjada.