Algo se ha roto entre el Partido Popular y Ciudadanos. Ambas formaciones, socios preferentes mutuos, referencias políticas del espectro del centroderecha español, tensionados por las negociaciones que está llevando a cabo el candidato a la investidura, Pedro Sánchez, han pasado de hacer movimientos conjuntos a estar a la gresca. La candidatura conjunta con la que soñaba el presidente popular, Pablo Casado, parece cada vez más diluida.
Así lo ejemplificó el propio Casado tras reunirse con el rey Felipe VI, donde habló de que concebía la política “como una suma de los que nos parecemos, y no de una rueda de prensa de cómo le meto un rejón al adversario”. Pero la tónica es continua entre los populares, donde no comprenden cómo los de Inés Arrimadas pueden estar valiéndose de ellos, por un lado, y después, poner el foco en la responsabilidad del PP para con el Gobierno de España.
Desde Génova, 13 no salen de su asombro. Fuentes de la dirección, en conversación con este periódico, recuerdan que hace tan sólo unos meses, “Ciudadanos no descartaba investir a Sánchez”. Ahora, tras una debacle electoral y fijar su grueso electoral en diez diputados, “tienen que saber cuál es su lugar”. Y, desde luego, a sus ojos, no está en el ataque constante al PP.
"Hemos cedido cuando ellos no lo hicieron"
La relación entre ambos líderes, sin embargo, dista de ser mala. Todo lo contrario: Arrimadas y Casado mantienen una interlocución habitual y una cercanía personal. Tanto, que tras el 10-N, el presidente popular trató de ficharla, independientemente de sus planes para la coalición España Suma, para sus filas porque le parecía un “valor al alza”.
Pero las palabras de la portavoz de la gestora que ahora dirige Cs, Melisa Rodríguez, tildando el proyecto —el “sueño” de Pablo Casado, según precisan desde su entorno, en tanto que derivaría en su anhelada refundación del espacio del centroderecha— de “campaña de desinformación” no han sentado bien.
Sobre todo, después de que la formación liberal se haya valido de los votos populares en la conformación de la Mesa del Congreso, por un lado, y de la cesión de la senadora del PP —su cuota dentro de la plataforma Navarra Suma— a sus filas para que puedan contar con grupo parlamentario propio en el Senado. “Se niegan a España Suma pero aceptan nuestros votos, y, aún, nos atacan”, resopla un destacado dirigente popular.
“Hemos cedido un escaño cuando ellos no lo hicieron”, comenta otro miembro de la dirección. Se refieren a cuando, a principios de 2018, los populares se quedaron sin grupo propio en el Parlament catalán cuando tan sólo les faltaba un parlamentario para poder acceder. En su momento, ni el PSC ni el propio Ciudadanos se lo prestaron y el PP hubo de compartir grupo con la CUP.
El papel de cada partido
Mientras Arrimadas sigue presionando a Casado para que se alíen con Sánchez y formen lo que, a grandes efectos, sería una gran coalición, en Génova es un escenario que se descarta de plano y para el que no caben matices. Desde el equipo del presidente popular precisan en privado que es una posición que, “evidentemente, ha surgido después de mucha reflexión y habiendo considerado todas las opciones, diversas, que estaban sobre la mesa”, en referencia a la propuesta que hizo la portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo.
“Pero todos hemos llegado a la conclusión de que el no a Sánchez es la única opción posible para la gobernabilidad”, explican. Sobre todo, porque existen otras opciones que no incluyen a su formación política y que no sumen en la ecuación a ERC.
Eso sí, siempre pasando por Ciudadanos. Directamente, que Arrimadas se abstenga con el actual proyecto de Sánchez y así no se necesiten a los independentistas, o que se revalide el pacto del Abrazo: PSOE, Unidas Podemos y Cs. “Cada uno tiene que saber cuál es su papel”, sintetizan. “Y el nuestro es ser la alternativa”.