Con una fecha emergiendo, poco a poco, en el calendario -el 30 de diciembre- todo el barullo político parecía tomando forma. Pero quizás en el gesto con el que el ex primer ministro francés y edil de Barcelona, Manuel Valls, alertaba sobre las consecuencias de un sistema tan polarizado, con un independentismo cobrando cada vez más peso y un nacionalismo español brotando a borbotones como el de Vox, se podía aventurar lo complejo del juego de pactos.
A un lado, una ERC que no piensa mover un dedo hasta que los socialistas se pronuncien sobre la inmunidad de Oriol Junqueras; al otro, la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que insiste en la llamada vía 221, pero que, con tan sólo diez escaños en la actualidad, no ejerce demasiada presión. Y, en mitad, la Moncloa.
Puede que se deba a la experiencia previa al otro lado de los Pirineos, pero, con todos estos actores bailando, Valls busca poner el foco en Vox. Con la ultraderecha, advierte, hay que "tener cuidado".
"No es franquismo, es nacionalpopulismo"
"No es la escisión del PP. No son los primos que volverán a la familia, sino un partido que se quiere comer a la derecha", señaló el concejal de Barcelona pel Canvi durante un seminario organizado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Madrid. Y ahí reside, según argumentó, el quid de la cuestión: que en una democracia como la española, en la que los partidos tradicionales fueron los garantes del equilibrio constitucional, el riesgo con grupos como Vox es importante.
La mutación que está viviendo la formación liderada por Santiago Abascal para adaptar cada vez un lenguaje más atractivo, acercándose a las clases medias, es el primer síntoma, adujo. "Vox no es como la Agrupación Nacional [nueva denominación del Frente Nacional], no es Le Pen. Ni es franquismo: es nacionalpopulismo", sintetizó.
Así, considera Valls que Vox "se va a transformar". "Las sentencias del TJUE y TSJC pueden provocar el auge de Vox, que será menos liberal, más nacionalista; más antieuropeo, más salvinista. Seguirá las pautas de Steve Bannon", alertó. "Merkel lo ha entendido perfectamente. No comparo Alternativa por Alemania con lo que es Vox. Pero no te juegas la piel del partido, sino la de España. El PP tiene la responsabilidad [sobre el futuro de la investidura de Sánchez, si decide abstenerse o continuar con la decisión actual, el no] por haber gobernado España".
Necesidad de centralidad
El punto de partida, según sus tesis, es la centralidad política. Valls glosa el centro como actor necesario para cualquier democracia, sobre todo en los tiempos actuales, en un contexto de contrapesos: "El bipartidismo, PSOE y PP, mantuvo ese equilibro".
"Pueden nacer nuevos partidos, pero con la lección de Ciudadanos: cuando te alejas de tus valores constitucionalistas, europeístas -para intentar liderar la derecha y pactar indirectamente con Vox-, pierdes tu alma, tus valores. El PSOE si va a alianzas con ERC va a perder su utilidad en el debate público", considera el barcelonés.
El reto está, a sus ojos, en cómo se defienden "esos valores centrales". "¿Cómo hacerlo, con pactos entre los partidos constitucionalistas, ya sean pactos de Estado, de Gobierno, de coalición?", se pregunta. "Lo que sea. Pero que defiendan la Constitución, Europa", matiza el concejal barcelonés. "Todos tenemos que hacer esfuerzos. Hoy la urgencia reside, sobre todo para el PSOE y el PP, en comprender que sus intereses no son nada frente a los [intereses] de España".