Si hoy se celebrasen unas terceras elecciones, nadie saldría ganando... salvo Vox. Hace un año, los de Santiago Abascal ni siquiera se asomaban por el Congreso, pero su progresión ha sido fulgurante: de la nada a 24 diputados el 28-A; más que duplicados los resultados el 10-N, con 52 representantes; y si las negociaciones de Pedro Sánchez con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) fracasaran, ahora obtendrían hasta 59 parlamentarios.
Éstos son los datos de la última encuesta realizada por SocioMétrica para EL ESPAÑOL, la primera tras la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), que ha envalentonado al independentismo. Y es que es precisamente la polarización de la política española la que ha ido favoreciendo las tesis del partido de Abascal, que en este momento obtendría el apoyo del 16,2% del censo.
Por su parte, el PP de Pablo Casado sería el único de los demás partidos de ámbito nacional que no sufriría un descenso en los apoyos. Los populares, de hecho, alcanzarían unos resultados prácticamente equivalentes a los de noviembre, con el 21,6% de los votos (ocho décimas más que el 10-N) y 91 escaños (dos más que entonces).
La nueva caída de Ciudadanos, en cuyos resultados aún no se percibe la buena imagen personal que los electores perciben de Inés Arrimadas -la líder más valorada- y sí la inercia del fracaso heredado de las últimas elecciones con Albert Rivera al frente, otorga al partido liberal sólo siete diputados. Son tres menos que hace mes y medio, con un 5,8% de los apoyos, un punto porcentual por debajo.
Unas cuentas que indican que -sin contar con los naranjas, que se desangran hacia su derecha, entregando casi uno de cada cuatro de sus votantes, el 22,8%, al PP- la suma entre el Partido Popular y Vox empataría en escaños (150) por primera vez con el bloque de izquierdas (PSOE-UP-MP).
Y es que Pedro Sánchez, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón retroceden significativamente en estos 42 días transcurridos desde la última cita con las urnas. El PSOE cae desde los 120 escaños del 10-N hasta los 115 diputados, perdiendo ocho décimas en votos -del 28% al 27,2%-.
Por su parte, Unidas Podemos se deja dos décimas y un diputado, hasta los 34. Mientras que la operación Más País del exfundador de los morados se desinfla con un solo representante y un exiguo porcentaje de sufragios del 2%, frente al 2,4% de noviembre.
Separatistas y nacionalistas, la llave
Con todo, la gobernabilidad pasaría de nuevo por las manos de los partidos independentistas, nacionalistas y regionalistas. Como tras el 10-N, sólo habría un candidato posible al que Felipe VI pudiera encargar la formación de Gobierno. Bien mirando a la derecha -la llamada "vía Arrimadas" ya no sumaría 221 escaños, pero aún tendría una holgada mayoría de 213-, bien mirando a la izquierda como ahora, únicamente Pedro Sánchez podría reunir los apoyos necesarios.
Repetir el acuerdo de coalición con Unidas Podemos pasaría de contar con una base de 155 diputados a empezar la suma por 149, más lejos de la investidura. Sin embargo, tanto ERC -de 13 a 14 parlamentarios- como PNV -que sube de seis a siete- se beneficiarían levemente de la tercera visita a las urnas en menos de un año. Lo mismo que JxCat, que pasaría de ocho a 10 escaños.
Infidelidad del voto
El empeño de Sánchez es no llegar a esa tercera convocatoria electoral. De hecho, ha garantizado que no será así, aunque lo mismo ha hecho afirmando que no irá a una investidura "sin los apoyos asegurados". De modo que el presidente en funciones es rehén de la vía elegida para dejar de serlo y ahora debe convencer a ERC, que le exige "un gesto" de la Abogacía del Estado tras la sentencia del TJUE y que acepte una "mesa de negociación" entre los gobiernos de Cataluña y "el Estado".
Estas condiciones y que el PSOE afirme que "no hay plan B" a lograr la abstención de Esquerra son las que han tensionado a los partidos de la oposición. Pero también son las que han alejado a los socialistas de parte del electorado que confió en ellos el 10-N, cuando Sánchez jugaba a presentar un perfil más centrista en sus mítines. De hecho, en sólo mes y medio, tres de cada 10 de los que votaron al PSOE confiensa que no lo volvería a hacer ahora y sólo conserva un 70,7% de fidelidad.
Y así se comprobaba en la información publicada este domingo por EL ESPAÑOL, en la que la gran mayoría de los votantes del PSOE rechazaban cada una de las exigencias de los de Oriol Junqueras para la investidura.
Llegó Sánchez incluso a prometer en el debate televisado del 10-N que él "traería a Puigdemont para ponerlo ante la Justicia", volvería a introducir en el Código penal la figura del referéndum ilegal, e incluso que intervendría TV3 para eliminar la manipulación.
Las posiciones de Casado, ofreciendo pactos de Estado pero no facilitar la investidura, le están dando réditos. Pero su fidelidad de voto (77,6%) es menor que la de Vox (84,4%), cuyo discurso radical es el que de verdad logra triunfar en un debate político polarizado entre quién defiende más la Constitución y la unidad de España.
Ficha técnica
Se han realizado 2.160 encuestas mediante panel online, entre los días 20 y 21 de diciembre, con posterior equilibraje muestral según cuotas de sexo, edad, provincia y situación laboral. Posteriormente, se han ponderado los resultados nacionales por recuerdo de voto en las elecciones del 10-N. La convergencia por interacción no cruzada para el total nacional es del 97%. El margen de error es <3%.