En la era de las legislaturas fugaces, la hemeroteca se convierte en un bumerán demoledor para el político. Lo que fue un titular ingenioso se convierte en una enmienda a la credibilidad. Lo que se cocinó como una jugada maestra se torna contorsionismo y contradicción. Y en ese marco se encuadran tres frases de Sánchez que perseguirán a Pedro durante el debate de investidura. Hace meses que la vicepresidenta Calvo escribió el prólogo más atinado a esta volatilidad ideológica. Con naturalidad pasmosa, desdobló la personalidad del líder socialista: "Es que entonces no era presidente".
En estos casos, no basta con mirar al cargo -Moncloa- para discernir a Jekyll de Mr. Hyde. Fue el Sánchez investido quien se manifestó de esta manera... y la contraria. Las tres mejores muestras de esta política camaleónica se gestaron tras haber cambiado el colchón del palacio presidencial.
Del insomnio al abrazo
Septiembre de 2019. Sánchez recorre platós y emisoras de radio para endosar a sus adversarios la culpa de la repetición electoral. Esta mañana visita a Antonio García Ferreras. LaSexta emitirá la entrevista en diferido.
En una jugada meditada con sus asesores, el líder socialista entona el "si hubiera querido, ya sería presidente" para ir vertiendo, acto seguido, los motivos que le alejan de Pablo Iglesias. Esa coalición no le dejaría dormir. Es más, Sánchez, piel tostada por el verano, dice compartir ese insomnio con el 95% de los españoles.
Entienda -le cuenta a un incrédulo Ferreras- que el pacto con Unidas Podemos habría fraguado un delicado experimento: "Dos gobiernos en uno". "No dormiría por la noche", enfatiza Sánchez consciente de que está regalando uno de los titulares trabajados antes con su equipo en la sala de máquinas.
También -insiste un presidente que se rasga las vestiduras con el filo de la Constitución- "estaríamos gobernando" con alguien que reconoce la "existencia de presos políticos".
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12 de noviembre. Han pasado menos de dos meses. Cuarta planta del Congreso de los Diputados. Pedro Sánchez alaba la "generosidad y la responsabilidad" de Pablo Iglesias y le da un abrazo. Acaban de sellar un Gobierno de coalición.
De prohibir el referéndum a la "consulta ciudadana"
4 de noviembre. Faltan siete días para ir a las urnas. Debate presidencial. Pedro Sánchez sabe que las elecciones se ganan por el centro. Con Unidas Podemos en horas bajas -controlado así el flanco izquierdo-, lleva varios días a la busca del votante más moderado de PP y Ciudadanos.
Sabe que el asunto catalán es uno de los pilares que sustenta esa corriente autodenominada "constitucionalista". Tras una ardua discusión con Rivera y Casado, el presidente en funciones lanza uno de sus ases en la manga: tipificar como delito en el Código Penal el referéndum ilegal. Para que así no ocurra -presume- "como con el PP".
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2 de enero de 2020. A Pedro Sánchez se le echa el tiempo encima. Necesita los votos de Esquerra Republicana para ser investido presidente. Los medios de comunicación reciben los papeles firmados con Junqueras. Se habla de una "consulta ciudadana" sobre el "futuro de Catalunya". La pregunta versará acerca de lo decidido por una Mesa entre gobiernos. En esa Mesa, hay libertad absoluta para las propuestas. Rufián podrá abrir el debate sobre la autodeterminación.
Del "Puigdemont preso" a la bilateralidad
4 de noviembre. Mismo debate electoral. Rivera y Casado hacen la pinza contra Sánchez en torno al procés separatista. El presidente en funciones reacciona así con la vista puesta en el candidato del PP: "A usted se le fugó Puigdemont. Yo me comprometo hoy y aquí a traerlo de vuelta a España para que rinda cuentas ante la Justicia".
Promesa inesperada. Los periodistas preguntan. En Radio Nacional, Sánchez responde. Hablaba de la euroorden, recién activada a petición de la Fiscalía. Y como la Fiscalía "depende del gobierno"... Los fiscales están que trinan. Sánchez se desdice. Pide disculpas por haber cuestionado la independencia de este órgano. Pero su beligerancia frente al separatismo ha quedado patente en el debate.
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2 de enero de 2020. El PSOE y Esquerra Republicana hacen público su acuerdo para la investidura. Sánchez, tan criticado por la cumbre de Pedralbes, acepta constituir una Mesa entre gobiernos. No hay rastro de Puigdemont en sus intervenciones. Aquella promesa ya no está. Tampoco se la espera.