La acusación retumbaba una y otra vez en la tribuna del Congreso de los Diputados. “No sabéis perder”, azuzaba el PSOE o algunos de sus socios, con la mirada puesta en las bancadas del PP, Vox y Cuidadanos. “Asuman que han perdido las elecciones”, aducía otro diputado que ha apoyado a Pedro Sánchez. “¡Resígnense!”.
El tono bronco, “de furia -tal y como lo calificaban fuentes del grupo parlamentario popular- que ha enarbolado el líder de la oposición durante las tres jornadas que ha durado el debate de investidura no disuadía al bloque de izquierdas, desde luego, de seguir colocándole el sambenito a Pablo Casado de mal perdedor.
Pero, a la primera de cambio, el presidente del PP se redimió. Apenas habían pasado unos segundos desde que la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, hubiera anunciado que el candidato a la presidencia del Gobierno contaba con la confianza de la Cámara, cuando Casado se levantó y anduvo, con paso firme, casi marcial, la escasa distancia que separa los asientos del presidente del Gobierno -electo, en este caso- y el líder de la oposición.
Ahí, incluso antes de que se disolviera la turba de fotógrafos, dispuestos a capturar la imagen del recién elegido Sánchez, el PP fijó cuál sería su posición para la legislatura que está por venir. Le dio la mano al socialista, le felicitó y se retiró, discreto.
Apenas pasaban unos segundos de las 14:29. Y llamó la atención, porque ese mismo Pablo Casado, ahora institucional, estadista, el presidente del PP que se había dejado ver en los últimos meses, apenas dos jornadas antes había tildado al socialista de "sociópata, mentiroso, fatuo, arrogante y patético" político, además de "fake".
“Antiguos votantes nos han felicitado”
La situación vivida en el Congreso durante estos días se trataba de “algo excepcional”, apuntan fuentes de la dirección del grupo parlamentario del PP en conversación con este periódico. Por eso, y ante esa singularidad, Casado había actuado en consecuencia.
Un tono bronco, duro, grave. “Era lo que tocaba”, deslizan fuentes cercanas al presidente. “Se estaba perpetrando una alianza grave y perjudicial para España. Tocaba tener este discurso. Hacer un gesto”, explican.
“Todo el mundo ha estado complacido: sabemos que un tono tan emocional, tan de furia no se puede utilizar siempre, pero la ocasión lo merecía”, comentan. “Antiguos votantes nuestros que ya no nos votaban nos han felicitado y nos han dicho que este era el PP que esperaban”.
Respeto institucional
Así que el gesto de este martes entraba dentro de la normalidad de Pablo Casado. Él siempre aduce, en privado, que con Sánchez no le une ningún tipo de animadversión personal, que entre ambos reina la cordialidad. Otra cosa, claro, es la ofensiva parlamentaria. “El tono de la legislatura irá en la línea de este martes”.
Preguntado su entorno más próximo de por qué esa celeridad en congratular a Sánchez nada más recibir la confianza de la Cámara, responden que “lo ha hecho porque es un hombre de Estado”. “Quiere mostrar su respeto institucional, ese que ellos no tienen”. Eso sí, durante los días que ha durado la solemne sesión de investidura no ha habido ningún tipo de contacto entre ambos líderes.
El PP dice no hacer “ni caso” a las acusaciones sobre su mal perder. “Como dijo el Sánchez de hace un año, los principios van antes que el gobierno”, alegan, con sorna. “Prefiero perder a tener proetarras e independentistas entre mis apoyos”. Pero recuerdan cómo tuvieron que salir los diputados del PP y de Ciudadanos tras la investidura de Mariano Rajoy en 2016: protegidos ante las manifestaciones convocadas de Rodea el Congreso. “Eso sí que es no saber perder”.