No hay otra palabra para definir lo vivido ayer martes en el Parlamento catalán, durante la comisión que investiga la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, que jactancia. Nadie esperaba el más mínimo gesto de arrepentimiento por parte de los seis presos del procés que ayer volvieron por unas pocas horas a la Cámara catalana. Pero tampoco un desafío en toda regla a Pedro Sánchez y su Gobierno.
Jactancia es, sin duda alguna, lo que destiló Oriol Junqueras cuando los diputados de Ciudadanos Lorena Roldán y Carlos Carrizosa abandonaron la sala en la que tenía lugar su comparecencia. "Ahora que empezábamos a dialogar" ironizó el preso después de que Roldán le pidiera que se disculpara con los ciudadanos catalanes.
Junqueras, condenado a trece años de cárcel por sedición y malversación de fondos públicos, no pidió perdón tal y como le había pedido Cs. Sí anunció que estaría hipotéticamente dispuesto a hacerlo si alguien se lo pidiera, obviando el hecho de que Lorena Roldán se lo acababa de pedir. "Si algún ciudadano necesita oír que me excuse, yo no tengo ningún inconveniente, pero yo no ordené a nadie apalizar ciudadanos. Es un diferencia sustancial entre yo y mis compañeros, y los que aplauden nuestra prisión".
Junqueras no sólo no pidió perdón –Roldán le había acusado de "romper familias"– sino que amenazó con volver a las andadas y celebrar un nuevo referéndum de independencia. El preso de ERC ni siquiera dejó la puerta abierta a una interpretación benevolente de sus palabras que permitiera deducir que se estaba refiriendo a un referéndum pactado con el Gobierno del PSOE y de Podemos. "Volveremos a ejercer nuestro derecho a un referéndum de autodeterminación" dijo. Y añadió: "Muchos se han hecho sin el consentimiento del Estado".
Pero las bravatas no acabaron aquí.
"No tenemos miedo, nunca lo hemos tenido. Y menos ahora. La cárcel es un paso más en el camino hacia la libertad" dijo también un Junqueras que ni siquiera intentó ligar su discurso con el motivo que en teoría le había llevado hasta el Parlamento catalán: el 155 aplicado por el Gobierno del PP hace tres años.
Pruebas falsas
"El Estado no puede evitar usar las herramientas que siempre ha usado y fabricar pruebas falsas. Yo he oído a un ministro del Interior encargar pruebas falsas contra mí y contra mi familia" dijo el líder republicano sin dar más detalles acerca de ello. Junqueras también vaticinó que aquellos que hoy aplauden su encarcelamiento acabarán "saboreando las cloacas del Estado".
Frente a un público entregado compuesto exclusivamente por diputados de ERC, JxCAT, la CUP y Podemos, Junqueras reiteró asimismo sus argumentos más conocidos: convocar referéndums no es delito, defender la independencia tampoco, su prisión es injusta y los tribunales europeos le han dado siempre la razón al separatismo cada vez que este ha recurrido a ellos.
Que todos esos argumentos sean mentira, o como mínimo tendenciosos, no evitó que Junqueras rematara en alto su intervención.
"Aquellos que fueron más protagonistas en el 155, los que lo pidieron más como el señor Albert Rivera, que lo aplicaron con más entusiasmo, como el presidente y el vicepresidente del Gobierno español de aquella época [en referencia a Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría], aquellos que más repitieron que nos habían descabezado, ya no están aquí. Y yo sí. Y estaré aquí".
Si alguien cree intuir un rastro de rencor en las palabras de Junqueras, estará acertando de pleno. Porque esa fue la sensación que quedó flotando en el aire tras su comparecencia de ayer.
Misa 'indepe'
La comparecencia de Junqueras y de otros cinco presos del procés –Raül Romeva, Jordi Turull, Joaquim Forn, Josep Rull y Dolors Bassa– había sido autorizada por los Servicios Penitenciarios de la Generalidad. Los seis presos llegaron al Parlamento catalán desde las prisiones de Lledoners (Barcelona) y Puig de les Basses (Gerona) y fueron recibidos con honores por el presidente del Parlamento autonómico catalán Roger Torrent y por una amplia representación de diputados de ERC, JxCAT y la CUP.
El PP y el PSC decidieron no acudir a la comisión de investigación del 155, en realidad una mera excusa para permitir la vuelta temporal de los presos al Parlamento, por considerarlo "propaganda independentista". Alejandro Fernández, líder del PP catalán, llegó a calificarlo de "misa indepe", en una obvia alusión irónica al calificativo de "cura" con el que se conoce a Junqueras en Cataluña.
Ciudadanos decidió asistir a la comisión en un primer momento, aunque sólo para escuchar a Oriol Junqueras, el primero de los comparecientes. Tras su primera pregunta, Roldán y Carrizosa abandonaron la sala sin esperar a la respuesta de Junqueras.
Más allá de la intervención de Junqueras, y por enésima vez, el resto de presos del procés desmontaron sin apenas esfuerzo la tesis en la que se basa su condena por sedición por parte del Tribunal Supremo. Es decir, la de que todo lo ocurrido en Cataluña durante septiembre y octubre de 2017 no fue más que una "ensoñación" o una "quimera" cuyo objetivo era forzar al Gobierno central a negociar un referéndum de autodeterminación.
"Si después del 1 de octubre el Estado no hubiera reprimido, en tres o cuatro meses habríamos estado preparados para ejecutar la república catalana" dijo el exconsejero Jordi Turull, muy agresivo durante toda su comparecencia.
Turull añadió luego que su aspiración es culminar en el futuro "el mandato del 1 de octubre". Para acabar, llamó "maleducados y cobardes" a los diputados de Cs por "correr a refugiarse en las faldas de la Justicia frente a propuestas políticas". "La duda que tenía era si vendrían a hacer marionetas para garantizarse el minuto de las televisiones o vendrían a entonar una especie de Cara al sol para no perder más votos hacia Vox" añadió.
Más allá de las opiniones de los presos sobre el procés, pues a eso quedaron reducidas en la práctica sus comparecencias, estos pidieron "unidad" a sus compañeros de partido a raíz del cisma vivido el lunes en el mismo Parlamento catalán. Fue el caso de Raül Romeva, que pidió evitar "la bronca permanente". "No se puede vivir de forma permanente en el histerismo, la bronca o el combate político, incluso a veces estéril. No es humanamente soportable" dijo.
Una unidad que los mismos presos independentistas no han mantenido en prisión y que les ha llevado a dividirse en dos bloques diferenciados: el de los presos de JxCAT y el de los presos de ERC.
Pero la comparecencia de ayer estaba destinada al consumo interno de sus votantes y era independiente de la realidad de las relaciones reales entre ERC y JxCAT, que son pésimas y que Romeva conoce bien. Ayer martes, ni ERC ni JxCAT quisieron reunirse para tratar de enfriar el malestar provocado por la inhabilitación de Torra el pasado lunes. Y esa es la realidad del independentismo a día de hoy.