La desinformación generada desde Rusia para desestabilizar políticamente a la Unión Europea (UE) a través del espectro digital, sea Alemania, España o Ucrania, es un fenómeno cada vez más documentado y estudiado pero ante el que no parece haber aún una solución efectiva y definitiva.
"No ha habido una respuesta táctica. Se libran batallas pero sin una agenda", resume Nicolás de Pedro, académico español del londinense Institute for Statecraft, en un coloquio organizado por el eurodiputado de Ciudadanos Jordi Cañas en el Parlamento Europeo y titulado Las estrategias de injerencia rusa. La respuesta de la UE.
Partiendo de una "autocracia informativa" que opera en el interior de Rusia para fomentar el "consenso social y político alrededor del Kremlin", Moscú aprovecha "el carácter abierto de nuestras sociedades como una vulnerabilidad estratégica" para "inundar el espectro digital de narrativas insidiosas y noticias falsas", señala De Pedro.
Rusia y el 'procés'
Ejemplos de esa desestabilización hay muchos, algunos menos conocidos como la injerencia rusa a través de estrategias de desinformación en procesos electorales en Polonia, Hungría y Alemania, hasta otros más conocidos como Ucrania o Cataluña.
De Pedro ha puesto este último caso como ejemplo precisamente de ese objetivo de deslegitimación de la UE a través de la deslegitimación de sus miembros. “El 'procés' no puede entenderse sin su dimensión informativa” ha explicado, al tiempo que ha mostrado diferentes ejemplos de cómo “distintos actores del ámbito ruso” interaccionaron en redes sociales durante la jornada del 1 de octubre de 2017.
Entre esos actores se incluyen medios internacionales, medios rusos, políticos rusos, individuos como Julian Assange e instituciones como Wikileaks que “intervinieron con el objetivo de deslegitimar la democracia española ante los ojos del mundo”.
Un fenómeno —el de Cataluña— que, como ha señalado Alejandro Romero, representa “el pasado” en lo que al uso de la desinformación se refiere, no tanto porque sus efectos hayan remitido como por el hecho de que fenómenos más recientes como las revueltas sociales que han estallado en los últimos meses en algunos países de Latinoamérica como Chile representen, por sus características, “el presente” en lo que a estrategias de desinformación se refiere.
Combatir las 'fake news'
La Unión Europea es plenamente consciente de los esfuerzos de Rusia por generar descrédito y desconfianza entre la opinión pública europea, y no en vano la Comisión Europea creó en 2015 una unidad concebida específicamente para combatir las noticias falsas rusas, a la que llamó East StratCom Task Force.
Esta unidad se emplea en analizar las narrativas que llegan desde Rusia a la UE a través de medios propagandísticos y redes sociales y a desmontar los bulos moscovitas, el último de ellos, unas declaraciones de un parlamentario que ha acusado a EEUU de ser responsable del cálido invierno en Rusia a través de un "arma climática" con la que Washington empezó a experimentar en la guerra de Vietnam.
Pero más allá de fomentar la cooperación entre instituciones, académicos y empresas; de mejorar la coordinación entre Bruselas y los países de la UE, así como de endurecer la regulación de las plataformas como Facebook o Twitter y concienciar a la ciudadanía, Europa no parece haber dado aún con la fórmula mágica para combatir esta doctrina militar postsoviética.
Relación con Rusia
Parte del problema, según De Pedro, radica en que la relación con Rusia es uno de los temas que más divide a los Estados miembros de la UE, donde las reticencias de los Estados bálticos o Polonia son enormes comparados con la posición de Francia, cada vez más proclive a evitar el conflicto directo con Moscú.
El fundador de la compañía tecnológica Alto Data Analytics, Alejandro Romero, considera que el éxito de los embustes rusos en internet responde a que vivimos en "un ecosistema digital" relativamente nuevo que "no se diseñó para fines maliciosos" y donde las reglas y leyes no se han desarrollado durante milenios, como ocurre en el "mundo real".
La directora de planificación estratégica del Centro de Excelencia para Contrarrestar las Amenazas Híbridas de Helsinki, Hanna Smith, abunda sobre ese "nuevo orden mundial" donde se ha producido una "revolución tecnológica" que ha propiciado "cambios en el paisaje de los medios de comunicación", originando a su vez "nuevas formas de conflicto".
Y sin aportar una solución absoluta, la académica finlandesa subraya que el Parlamento Europeo suele funcionar como eco de los debates en los parlamentos nacionales mientras que rara vez ocurre lo contrario en el camino inverso, con lo que propone revertir esa senda.
Smith aboga por que la Eurocámara "lidere" el debate sobre las injerencias rusas e intente trasladarlo a los hemiciclos de los Estados miembros, que a su juicio podrían y deberían hacer más para hacer frente a este desafío de una superpotencia con más de 2.000 kilómetros de frontera física con la UE a través de Finlandia, Polonia, Estonia, Letonia y Lituania.
"Rusia interfirió en lo sucedido en Cataluña (referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017) y amenazó a una democracia como la española (...). La intención era debilitar a la UE y tenemos que ser conscientes de eso", resume el eurodiputado Jordi Cañas.