Dicen que una buena película tiene que empezar con una explosión y luego ir in crescendo. Por eso, las historias lacrimógenas de los sábados después de comer suelen tener mala prensa entre los críticos. Lo de este miércoles en la sala de lo civil y penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid tenía todos los visos de ser un estrenos TV de manual.
En los papeles principales, una guapa joven embarazada, y una malvada fiscal que pide 23 meses de prisión para ella, la heroína antidesahucios. El escenario, una mañana fría de invierno, y los extras, una recepción a las puertas del juzgado con decenas de seguidores dejándose la garganta en apoyo de la protagonista. Y por encima de todos ellos, un presidente de tribunal poco sensible que responde socarrón "ya veremos cómo va la vista" al abogado de la defensa que pedía un receso dado "lo avanzado de la gestación" de la procesada.
¡Ni ir al baño le van a dejar!... Pon palomitas en el microondas y saca la mantita, que la peli promete.
A Isa Serra, portavoz de Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid, que con sólo 29 años se lanzó a liderar la lista que tenía que hacer frente a la operación Errejón, la elegida por Pablo Iglesias como muro de contención contra el órdago del "traidor", de repente, le perseguía su pasado en un juzgado.
El planteamiento
La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid se llenaba de periodistas apelotonados en una pequeña biblioteca -"es que aquí no suele venir prensa", se disculpaba un segurata- para cubrir la vista oral de un proceso raro desde su inicio. ¿Por qué solo ella, si varias decenas protagonizaron los altercados aquel 31 de enero de 2014? ¿Por qué no se identificó a los presuntos agresores hasta 19 días después? ¿Qué sentido tiene que el caso se reviviera hace un año, que la única prueba clara contra la acusada sean los testimonios de los agentes?
¿Y cómo es que la sala habilita una videoconferencia con una comisaría para que declare a distancia un policía nacional y éste resulte ser otro, y no el citado, alguien que nunca estuvo allí?
El planteamiento del argumento, con estas incógnitas planteadas, parecía corroborar las alegaciones que, en la puerta, habían hecho Ione Belarra y Rafa Mayoral. Porque la protagonista, salida de la lucha callejera juvenil contra los desahucios, criada en la universidad de la crisis y ahora dirigente política en ciernes, había aparecido ante las cámaras junto al juzgado no sólo de la mano de sus descamisados con pancartas, sino de la de otros líderes con papeles dignos de un show de Hollywood.
Rafa Mayoral convertía el juicio a Serra en un proceso general contra "los desahucios sin alternativa habitacional". Mayoral guarda bajo su nombre en la tarjeta de visita el cargo con más reminiscencias de aquel Podemos de las calles, las acampadas y los escraches: secretario de Sociedad Civil y Movimiento Popular. "Se incumplen los requerimientos de Naciones Unidas y, en todo caso, los derechos humanos". Su contundencia en pantalla da siempre empaque al personaje.
Me gusta este tío, es un rojo muy creíble, ¿eh?
A su lado, Ione Belarra, psicóloga de la educación, fundadora y dirigente del partido con apenas 27 años y ahora secretaria de Estado para la Agenda 2030, la de la ONU, la del desarrollo sostenible, la cooperación internacional... la cosa ésta de no dejar a nadie atrás, pero a nivel planetario. Y amiga personal de Isa.
Su discurso parecía escrito por un guionista. Ella cerraba las intervenciones ante los micrófonos antes de que la secuencia cambiara por la del interior del tribunal, y Belarra reclamó políticas sociales que acaben con la exclusión de los más desfavorecidos. Precisamente, como la persona minusválida cuyo desahucio pretendió parar la acusada el día de los hechos.
El nudo
Y es que Serra, ya dentro de la sala, escuchó al juez, entendió sus derechos, y confesó haber estado allí el día y la hora, interesándose por su vecino al que sacaban de su casa, atenta al tumulto que se encontró, de manera casual, al salir del metro, camino de casa, tras una mañana de clases en el máster que cursaba entonces, sobre economía internacional y desarrollo, tras licenciarse en Filosofía. Carpeta en mano, se acercó, preguntó qué pasa, y le contestó Jorge García Castaño, un concejal de IU que andaba por allí.
Ésa fue su declaración. ¿Y cuando vio lío? "Tuve miedo" ¿Y qué hizo? "Me alejé y acabé por irme a casa". Ella nunca insultó, jamás sostuvo una piedra, una maceta, un cenicero, una botella. Y mucho menos las tiró contra la policía. No participó en la sentada y, desde luego, no chilló a la cara de una agente municipal "¡tu hijo debería tener una pistola y pegarte un tiro en la cabeza!".
La frase que da título a esta película es el nudo de las diferentes versiones para el espectador. Porque si la Fiscalía había hecho el ridículo en el estreno de los testigos, el nudo de toda cinta sobre juicios está en el relato de los hechos por parte de lo testigos: el ritmo sube y baja, y hay golpes de efecto, como cuando la agente 70 92.0 reventó de angustia y, tras señalar a Serra, se echó a llorar: "Si hace falta, repito ante el tribunal las cosas que me dijo".
-Pues me dijo puta, hija de puta, a ti no te quiere nadie, con lo que hemos hecho por las mujeres y mírate ahora, asesina...
-¿Algo más?
-Que los policías no te quieren y fuera tampoco, que si os pagan los mandos la cocaína, que tus hijos dirán que su madre es una asesina...
Serra negaba con la cabeza, incómoda. Ese llanto no estaba en sus planes. Además, la cosa se torcía de verdad, con su abogado logrando lo que la fiscal no había conseguido, una relación directa de la acusada con el lanzamiento de objetos: "Yo salía con escudo, y la vi tirarnos cosas, sin duda, a ella".
El desenlace
Será este jueves cuando acabe la vista y el juicio quede para sentencia, con los informes finales de las partes, después de la práctica de todas las pruebas y las testificales. Lo que había comenzado como una peli de fin de semana, con un agente usando las gafas de la secretaria, incapaz de confirmar lo declarado en la instrucción -"es que me he dejado las mías en el coche, perdonen"-, había evolucionado hasta convertirse en un buen guión de suspense judicial.
El letrado de la defensa había estado hábil demostrando que en esos 19 inexplicados días habían pasado cosas raras. Como que se acusara a gente con nombre y apellidos, después de que policías del operativo reconocieran a Serra, entre otros, a partir de unas fotos... elegidas en función de unas descripciones físicas que no aparecen en ningún atestado oficial.
Mira, va a ser verdad que iban a por los de Podemos, que el sistema los quería echar de la política, este caso parece un montaje, ¿eh?
Hasta que llegó el definitivo giro de guión con la declaración de la policía municipal 55 37.2. "Mi sensación es que ellas eran las cabecillas", testificó la agente, "se ensañaron conmigo, ella y otra chica, fueron insultos desde primera hora de la mañana".
¿Pero no habíamos quedado en que el operativo empezó a las 8.00 más o menos pero Serra no terminó su trayecto Somosaguas-Lavapiés en transporte público hasta pasadas las 11.30? "No, me insultó a la cara de principio a fin, me sorprendió porque eran dos chicas acosando a otra chica, yo sólo hacía mi trabajo".
Era la agente inconsciente, la apedreada que hubieron de recoger sus compañeros del suelo. Un objeto contundente que le vino por la espalda le había roto el casco y hecho caer desmayada. Y así lo contó, pero sin relacionar a directamente Serra con el asunto hasta que al rubio melenudo con barba y toga, abogado de la bella heroína política de los desahuciados, se le torció el interrogatorio.
-En la instrucción, usted dijo que mi defendida participó en la sentada y hoy no lo tiene claro.
-Mire, sólo declaro lo que recuerdo, y hoy no lo recuerdo. Pero si lo dije entonces, es así.
-Ya... y declaró que los insultos los había hecho la otra persona, no Isa Serra.
-No, yo le garantizo que me gritó a la cara "tu hijo tendría que tener una pistola para pegarte un tiro en la cabeza".
Plano a contraluz de periodistas ante la pantalla gigante que proyecta a los tres magistrados de fondo. Todos mueven sus cabezas cruzando miradas. Fundido a negro. El desenlace, este jueves en el tribunal.