Ahora que lleva traje, pone vicepresidente en su tarjeta de visita y ha cumplido objetivos, a Teresa Rodríguez no le queda ya ninguna excusa para mantener su pulso. Antes, ella tenía la llave de la gobernabilidad en Andalucía; después, aun con la caída electoral y la constitución del primero gobierno de centro derecha en San Telmo, sus datos eran mejores que los cosechados por los demás líderes regionales tras un terrible 26-M para Podemos.
Pero ahora que Pablo Iglesias se sienta en el Consejo de Ministros junto a otros cuatro ministros morados, a la corriente de Anticapitalistas que lidera la dirigente andaluza -junto al eurodiputado Miguel Urbán- sólo le quedaba la renuncia. Lo siguiente será, en tres días, la renuncia a presentar lista en el Vistalegre III de finales de marzo. Y el próximo día 28 de febrero la oficialización definitiva de la salida del partido.
Ha empezado la propia Rodríguez, este miércoles, sellando su divorcio personal de Iglesias con el mismo abrazo con el que éste consagró su acuerdo de gobierno de coalición. A los anticapis hay que reconocerles coherencia: si no se defienden los derechos humanos como ellos creen, si no se cambian las bases del sistema social como ellos reclaman ni siquiera cuando los suyos gobiernan, prefieren no estar.
Y así, de entre todos los caídos de los seis años de Iglesias al frente de Podemos -desde el apartamiento más oficial que real de Juan Carlos Monedero a la "traición" de Íñigo Errejón-, el grupo de Anticapitalistas ha sido, al menos, el que nunca ha traicionado ni sus principios ni al líder. Simplemente, se van.
"La Tere", como se la conoce dentro de Podemos, deja sitio en Andalucía a un nuevo liderazgo más alineado con este Iglesias más institucional admitiendo que éste ya no es su sitio. Ni tras el 28-A ni después del 10-N apoyaban la coalición con el PSOE. Y lo decían en público, a pesar de que la estrategia de la dirección de los morados iba en sentido contrario. Y ahora que ésta se ha consumado no queda más remedio que reconocer la derrota total en el pulso ideológico interno y separar sus caminos.
1. La coalición
"Gracias por hacer esto más fácil", ha dicho Iglesias en público, al compartir el vídeo conjunto con Rodríguez de la despedida. "Este adiós es sólo un hasta luego, desde espacios diferentes nos encontraremos defendiendo la justicia social".
Y es que el divorcio es total. Los anticapis no creen que valga la pena aceptar esas "renuncias" y conceder esas "cesiones" que el líder anunció a sus afiliados el día que convocó la consulta interna para pedir el apoyo al preacuerdo con el PSOE. "Para no hacer nuestra política, lo mejor es quedarnos fuera, apoyar un gobierno monocolor del PSOE y obligarlo a llegar a acuerdos en políticas concretas que mejoren la vida de la gente", defendieron los de Teresa Rodríguez en el último Consejo Ciudadano.
Todo lo que fuera compartir responsabilidades de Gobierno con un Partido Socialista "que sigue haciendo políticas liberales" y sometido a la ortodoxia de Bruselas, consideran, significa ser corresponsables. Y ellos no le ven la ventaja a las carteras ministeriales a cambio de asumir medidas que consideran cercanas a la derecha.
2. Los derechos humanos
Pero el desacuerdo no es sólo estratégico, sino de contenidos. La lucha por la igualdad de derechos es radical dentro de las filas de Anticapitalistas y hay una política en concreto que no está en manos de los morados dentro de la coalición por la que no pueden pasar, la migratoria. Hay devoluciones en caliente, se prohíbe que los barcos de las ONG zarpen de puerto para rescatar migrantes naufragados en el Mediterráneo y cientos de personas, sobre todo subsaharianos, siguen internados en los Centros de Internamiento de Extrajeros (CIE), "auténticas cárceles encubiertas".
Pedro Sánchez se estrenó en Moncloa llamando al Aquarius para que desembarcara sus refugiados rescatados en el Mediterráneo en el puerto de Valencia. Fueron recibidos con cámaras en directo y ministros sonrientes. Eran la prueba del inicio de una gestión distinta a la del PP... pero ésta duró poco. De inmediato se generó una crisis de pateras y saltos de verjas en Ceuta y Melilla que descubrió a los agentes de fronteras españoles practicando las mismas devoluciones en caliente de antaño.
Y hoy el diagnóstico en las filas anticapis es que que "de momento, el gobierno de Unidas Podemos y PSOE no ha hecho nada por cerrar los CIE y salen noticias todos los días de que allí se violan los derechos humanos". Éste es uno de los casos en los que la corriente más izquierdista ve que las políticas que exigen "simplemente brillan por su ausencia".
3. Casas de apuestas
Otra de las banderas de quien supuestamente representa al ala más a la izquierda de los ministros a la izquierda del PSOE, Alberto Garzón, fue la lucha contra el juego online y las casas de apuestas que proliferan en los barrios más deprimidos de nuestras ciudades.
Podemos e IU defendían en campaña electoral la regulación de la publicidad de las casas de apuestas "como la del tabaco y el alcohol de alta graduación". Es decir, su práctica desaparición. Otra iniciativa era la prohibición de los centros de juego a determinada distancia de centros escolares, además de la reducción de su número total por la vía de la imposición de una distancia mínima entre locales.
Pero los anticapis han quedado "decepcionados" con los anuncios del ministro de Consumo y coordinador general de Izquierda Unida. "Aplaudimos algunas medidas de las que se están tomando, claro", explican a este periódico fuentes de la corriente, "pero nos parecen insuficientes, por ejemplo las de las casas de apuestas". En concreto, que se limite su apertura al horario nocturno -a partir de las 22.00 horas- y que la regulación como el tabaco se vaya a quedar en un aviso contra la ludopatía a la entrada de los centros de juego como el de los mensajes de las cajetillas.
4. La autonomía territorial
Teresa Rodríguez siempre ha aspirado a que fuera más real la estructura asamblearia con la que nació Podemos. Ésta se fue desdibujando al ritmo que crecía el partido, se hacía con el poder en los llamados "ayuntamientos del cambio" -entre ellos, el que preside su pareja, Kichi, en Cádiz- y ahora tiene ya hasta ministros.
En su territorio ella entendía que eso se traducía en una auténtica autonomía política, rayana en la independencia. Varias veces ha amenazado con declararla por las bravas, cambiando estatutos en contra de la opinión de la dirección estatal. Ya forzó la desaparición de la marca Podemos en las elecciones regionales del 2-D, pero el resultado le quitó la razón. Sólo el invento de la acepción "trifachito" para calificar al Gobierno de PP y Cs con el apoyo de Vox disimuló el fracaso de las listas de Adelante Andalucía.
En un último intento, Rodríguez incluso llevó la marca al registro de partidos políticos y, meses después, filtró la noticia el pasado diciembre, en plena negociación con el PSOE. Fuentes internas de la dirección quitaban hierro a la situación: "Son fuegos artificiales, Teresa sabe que para bien y para mal, Podemos es Pablo y Pablo es Podemos... es su tirón el que consigue colocar el mensaje y que vayamos a gobernar".
5. Recursos humanos
Ése es el pecado y es la penitencia de Podemos. Si el partido morado ha ido perdiendo dirigentes por el camino ha sido porque el hiperliderazgo de Iglesias ha sido la única solución al problema de que Iglesias era el único líder posible. Así han ido cayendo todos los que lo acompañaron en la primera foto de Vistalegre. Y parecido le ha pasado a la corriente Anticapitalistas, que se ha dejado algunos miembros por el camino.
Que Rodríguez y Urbán han mantenido eso que ha causado tantas veces el aislamiento de las posiciones más de izquierda, la "pureza", es indudable. Que además han conservado la buena relación personal con el jefe, es también muy cierto. Pero ahora tienen que irse, como dijo Echenique, "si no comparten la estrategia, nadie obliga a que se queden".
El hoy portavoz parlamentario es uno de los dirigentes que sí siguen en Podemos aunque venía de las filas anticapitalistas, de la mano de "la Tere". En el primer Vistalegre, en octubre de 2014, propuso un modelo organizativo muy distinto del que ahora defiende, y enfrentado a Iglesias y Errejón, pero perdió. Eso sí, cuando aquel dúo perfecto empezó a romperse, en 2016, el secretario general lo llamó y Echenique dejó de abanderar el sector crítico para integrarse como número dos del partido.
También fueron anticapis el hoy diputado y portavoz de la dirección del partido, Rafa Mayoral, la líder en Madrid, Isa Serra... y otros muchos que acabaron incluso dejando la política, porque no alcanzaban sus ambiciones o porque perdían el favor de uno u otro bando.