Esteban González Pons (Valencia, 1964) no suele hablar de ello. Entre otras cosas porque, como cuenta en su novela, es consciente de que hay varias vidas y que la de ahora le satisface más que ninguna. Ha encontrado su sitio en el Parlamento Europeo. "Nunca he sentido como ahora que sirvo a España", dice engrandeciendo su corpachón de galán cincuentón. 

"Cuando me quedé fuera del Gobierno...". No suele hablar de ello porque es un daño de una vida anterior, que ya no cuenta. Pero se le escapa mientras espera el café con el que regará la entrevista: "Cuando me quedé fuera del Gobierno, quise escribir una novela infantil"...

Ahí nació uno de los personajes con más peso en Ellas (Espasa), la novela con la que este político de larga trayectoria debuta en la literatura de ficción. Una muchacha con una bola de rizos por pelambrera, donde vive escondido un petirrojo. Aquella niña llamada Pelarañas salvaba al mundo de la crisis. "Cuando empecé a escribir Ellas, como me había quedado escocido, decidí incluir a Pelarañas dentro de la novela. Y con sus rizos y su petirrojo, la convertí en un personaje de esta segunda obra".

El editor jefe de Espasa, responsable del no a aquel libro para niños -"nadie compra para sus hijos un libro de un político, Esteban, lo siento"-, contestó entusiasmado al manuscrito de esta novela de amor, que este jueves, víspera de San Valentín, se presentó en Madrid: "He visto que Pelarañas se ha hecho mayor, yo me ocuparé de que además se haga famosa". 

¿Y le pidió que cambiara mucho respecto al manuscrito?

No. Yo pensaba que tendría que recortar, porque el libro era largo, 550 páginas. Pero sólo tuve que hacer un cambio que me sorprendió. En el manuscrito original había más canciones, yo no sabía que por citar letras de canciones tienes que pagar. Hay artistas que cobran poco, otros cobran mucho, y otros más, como José Luis Perales, no dan la autorización. Ésa fue la única modificación: quitar canciones, y al final están sólo las que eran esenciales.

Entrevista a Esteban González Pons Jorge Barreno

Al leerlo, cuando Jaime Monzón cita una canción, a mí me pasa que me la tengo que poner...

Es que eres algo más joven, y quizás algunas no te suenen.

No tanto... me duró poco, pero aún vivía el dictador cuando nací.

O sea, que llegaste a vivir los veraneos ésos en que nos dejaban en el pueblo...

El libro empieza con una advertencia, no prólogo, advertencia. ¿Por qué?

La advertencia cumple dos funciones. La primera, evitar que nadie se llame a engaño. La novela la firma un político, pero no tiene nada que ver con la política. Es una novela de amor. Y luego, también es un juego. Sirve para desubicar al lector a priori, y dejarle con la duda de quién es en realidad Jaime Monzón y qué ha pasado con él. Es muy importante que la advertencia sirva para sugerirle al lector que el protagonista, aunque ha dejado una nota de suicidio, puede que no esté muerto.

Dice usted que de pequeñito quería ser escritor. Jaime se pasa la obra con esa misma frustración latiéndole. Usted y él toman el café con leche fría... ¿Qué tiene de autobiográfica la novela?

La novela es más autocrítica que autobiografía. Jaime Monzón es más la caricatura que yo hago de mí mismo que un autorretrato. En Jaime he volcado todo aquello que yo veo en el espejo cuando me miro con mala leche.

Esteban González Pons, en un momento de la entrevista en el lounge del Hotel de las Letras, en Madrid. Jorge Barreno

La obra parte de 1973 pero viaja entre la Valencia opulenta de 2006 y la de 2016, la posterior a la crisis. ¿Ha colado algún reproche político entre líneas? Se ve a los corruptos de 2006... pero ¿hay algún recado a Rajoy o a Casado escondido?

Los corruptos de 2006 siguen estando en 2016, pero ahora hablan valenciano en lugar de castellano y son de Compromís, en lugar de ser del PP. Hay un personaje en particular que se llama Joaquín Terroba que luego transforma su nombre en Ximo Etfurta, que es la traducción literal al valenciano. Y sigue haciendo lo mismo, que son favores y resolver contratos por debajo de la mesa.

El libro no pretende tener nada que ver con la política, pero sí reflejar bien una época que yo conocí, la Valencia de la belle époque, de la burbuja inmobiliaria, y cómo fue la Valencia inquisitorial que vino después.

Otro político, también del PP, me dijo una vez en confidencia, pasados los años: "Fuimos gilipollas, no supimos ver las cosas que se hicieron mal, las cosas que estaban pasando". ¿Usted tiene algo de eso?

Desde la entrada en el euro hasta 2008 a España llegó un tsunami de dinero. Circulaba por las calles, la felicidad se repartía en los bancos. Y la política, como la economía, e incluso el periodismo de aquellos años, estaba regada de dinero. Éramos ricos como nunca lo habíamos sido. Y como todo pobre que se convierte en rico de la noche a la mañana, derrochábamos. Yo no miro hacia atrás con arrepentimiento, porque fue una época que vino así. Lo que sí creo es que hay que mirar con ojo crítico, ni sobrevalorar ni arrepentirse. La primera década de este siglo fue una en la que fuimos felices por encima de nuestras posibilidades y, como todo en la vida, luego lo tuvimos que pagar.

Miro aquella 'belle époque' con ojo crítico, los corruptos siguen ahí, pero ahora hablan valenciano en lugar de castellano y son de Compromís, no del PP 

Dígame que la novela es tan buena que merece estar aquí, con sus 550 páginas, sus tapas duras... que no tiene nada que ver con las influencias de un político.

No, no tiene que ver con nada de eso. Yo no soy quién para juzgarla, pero sí puedo decirte que la novela la envié en un sobre anónimo a las editoriales. No hice ninguna llamada para promoverla, sino que hice como cualquier otra persona que hubiera terminado una novela. De hecho, Espasa y Planeta no fueron los únicos interesados en publicarla. La inmensa mayoría de las respuestas que recibí incluían la misma frase: "Parece mentira que sea una primera novela".

Este periodista ignora adrede la condición sentimental actual de Esteban González Pons, así que se atreverá a hacer esta pregunta sin buscar un titular de '¡Hola!'. ¿Usted guarda cajitas con secretos, recuerdos de amores pasados, fotos de una niña con trenzas?

Guardo... bueno, voy a ser sincero. A lo largo de mi vida, he guardado muchos recuerdos, pero los azares de mi vida hicieron que las cajas de recuerdos se perdieran. Yo me divorcié y en el naufragio se perdieron la mayor parte de los tesoros que iban conmigo en el barco. Pero sí, yo tengo muchas cajas con aquellas pequeñas cosas a las que se refiere Serrat.

Reivindica usted el romanticismo. ¿Dónde está la frontera entre el romanticismo y el micromachismo? ¿En si uno mira furtivamente el culo de la chica a la que ha dejado pasar galantemente en la puerta?

Vivimos tiempos en los que el romanticismo no está de moda. De hecho, estamos celebrando el centenario del fallecimiento de Galdós y ha pasado desapercibido el 150º aniversario del fallecimiento de Bécquer. Yo reivindico el romanticismo por cuanto tiene de defensa del individualismo, de la épica y de la pasión. Creo que sin pasión la vida no vale la pena ser vivida. Entiendo que se identifique el romanticismo con un mundo que se ha acabado, pero también pienso que sólo con el realismo no puede sobrevivir el ser humano. Hay que inventar un romanticismo feminista en el que la igualdad entre hombres y mujeres sea un aliciente para que el amor sea más verdadero.

¿Se siente usted un poeta que vive de la política? ¿Se siente usted un verso suelto?

No soy un poeta, ojalá lo fuera. Si fuera capaz de escribir poesías buenas, no escribiría una novela. Y sí, soy una persona aficionada al arte que trabaja de político. Soy un escritor vocacional que trabaja de político. Ha habido escritores que habían sido médicos, oficinistas, incluso que eran pastores de cabras. Yo quiero ser un escritor que de trabajo ejerce la política... Como no soy poeta, no puedo decir que sea un verso suelto. Soy un capítulo original.

Yo quiero ser un escritor que de trabajo ejerce la política... no puedo decir que sea un verso suelto. Soy un capítulo original

¿Cómo empezaría usted una carta de amor a Puigdemont?

[silencio]

Pues lo primero que pondría es la dirección. Antes del encabezamiento, la dirigiría a la cárcel de Lledoners.

¿A Pedro Sánchez?

A Pedro Sánchez no le escribiría una carta porque no tengo la seguridad de que fuera capaz de leerla entera. A Pedro Sánchez hay que escribirle un WhatsApp.

Y a Rodrigo Rato.

A Rodrigo Rato le escribiría una carta larga. Porque tendría muchas cosas que decirle y, sobre todo, muchas cosas que preguntarle. A Rodrigo Rato le escribiría una carta esperando contestación.

¿Y alguna de esas muchas preguntas se puede contar?

No. Realmente, todas esas preguntas se resumen en una: "¿Por qué?"

¿Hay algo de grito desesperado en haberle robado rato a los viajes en avión durante tres años para escribir la novela? ¿Se siente usted malquerido, como su personaje?

No. Hay una sensación... la novela nace de la certeza de que la juventud ha pasado. Siempre quise ser escritor y al llegar los 50 me di cuenta de que o empezaba a escribir o me iba a morir sin haberlo sido. Ellas nace de la urgencia por cumplir los sueños, ahora que la juventud se ha pasado. Es una especie de 'ahora o nunca'. Y las horas con las que me estoy entregando a su promoción se deben a que soy consciente de que si no vendo suficientes no me publicarán la segunda. [risas]

Esteban González Pons, eurodiputado y novelista. Jorge Barreno

Y entonces, señor Valencia, ¿es que se le estaba pasando el arroz?

¿Hablamos del arroz sentimental?

Del que quiera usted.

El arroz, afortunadamente, en el tiempo presente ya no se pasa hasta muy tarde. Vivimos muchos, muchos años. Todavía estoy a tiempo de muchas cosas. De hecho, publicar mi primera novela a los 55 años demuestra que nunca es tarde si la dicha es buena.

¿Y en lo político se le pasó el arroz?

No. Políticamente, yo he encontrado mi sitio. Creo que estoy haciendo un buen trabajo, nunca he sentido tan como ahora que sirvo a España. Y yo ya no aspiro más que a poder seguir haciendo la labor que hago.

Antes hablaba usted de romanticismo, y lo unía a la pasión. Me ha recordado a su gesto grave en los discursos del Parlamento Europeo. ¿Se siente usted ahí como un caballero medieval en la batalla?

Al Parlamento hay que tenerle respeto, y algo de miedo. Nos dan para intervenir un minuto o dos, lo más. No se puede no intervenir en tensión cuando todo lo que tienes que decir tiene que caber en un minuto.

¿A quién lee usted ?le ¿A quién  copia ripios, ideas, inspiración para un personaje?

Al final del libro digo que Ellas es hijo de todos los libros que he leído en mi vida. Y que de todos ellos hay algo. Por ejemplo, en una carta que deja escrita la madre de Mariola, releyendo me encontré con una frase de Hermann Hesse en Narciso y Goldmundo. Esa frase había estado sonando en mi cabeza todos estos años y de repente se coló ahí. Me sorprendió y claro, la cambié. Si yo tuviera que reconocer deudas, te diría que Ellas es un cruce entre La tregua de Benedetti y La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza.

Si yo tuviera que reconocer deudas, diría que 'Ellas' es un cruce entre 'La tregua' de Benedetti y 'La ciudad de los prodigios' de Eduardo Mendoza

¿Y a qué político de su oposición le copia ideas, proposiciones de ley...?

¿De mi partido o de otro partido, quieres decir?

Yo le he preguntado "de su oposición". La interpretación de eso ya es del entrevistado.

Mi oposición, ¿quién es, el PSOE? Políticos del PSOE hay muchos a los que considero amigos y muchos a los que respeto, empezando por Felipe González. Debo mencionar a Alfredo Pérez Rubalcaba, o a Ramón Jáuregui, o a Elena Valenciano... El PSOE le ha dado a España extraordinarios políticos y España le debe al PSOE buena parte de los avances producidos en 1978.

¿El PP de hoy debería tomarle prestado algo a aquel PSOE?

No, el PP ha hecho la otra parte, la que no hizo el PSOE desde la Transición. Lo que deberíamos hacer ambos partidos es dialogar más, pactar más y aprender a trabajar juntos.

¿Y eso cómo se hace en España?

No lo sé, porque España es el único país de Europa en el que socialistas y populares no trabajan juntos. Una anomalía que algún día habrá que corregir.

¿Tenía usted vértigo a que le leyera alguno de sus autores preferidos y pensaran 'qué atrevida es la ignorancia'?

Ojalá [risas]. Ojalá tuviera ese vértigo, porque supondría que algunos de los autores que me importan me ha leído. No tengo constancia de que lo hayan hecho.

¿A escondidas, no se lo ha mandado a ninguno?

Se lo he mandado a algunos autores y autoras a los que considero amigos. Y se lo he mandado a algún autor al que respeto y con el que tengo trato menos frecuente.

La UE fue un tratado de paz entre Francia y la Alemania dividida, con Reino Unido de guardián. Ahora, esa Alemania ha crecido, Francia se ha reducido y el Reino Unido se ha ido

Señor eurodiputado, se nos está rompiendo Europa. ¿Hay que mandar una tarjeta de San Valentín a Orban, a Le Pen, a los 'brexiters'?

La UE está en un momento crítico. Y lo peor es que no somos conscientes. La UE surgió para evitar una tercera guerra mundial. Como tratado de paz entre Francia y una Alemania dividida, con el Reino Unido de guardián. Ahora mismo, esa Alemania ha crecido, Francia se ha reducido y el Reino Unido se ha ido. Si en las próximas elecciones francesas, que son en dos años, no ganara Macron, no hay otra alternativa que Le Pen. Y si Le Pen es presidenta de la República Francesa es probable que la UE tenga que cerrar. Al menos tal como la hemos conocido hasta ahora.

Eso da miedo.

Hoy el futuro de la UE depende única y exclusivamente de que Macron gane a Le Pen las próximas elecciones francesas.

Durante el 'brexit', los 27 se unieron. Pero una vez consumado, ¿no habrá quien lo use como amenaza? "Oiga, señora Europa, o se hace lo que decimos o nos vamos, que usted no es imprescindible y ya lo sabemos".

No creo que Hungría o que Polonia, ni siquiera los Países Bajos, estén pensando en marcharse. Pero sí le han perdido el respeto al proyecto común. No tenemos líderes europeístas en el Gobierno de ningún país de Europa. Es vital refundar el proyecto europeo. Volver a los principios y encontrar nuevas razones.

Nuestra respuesta al brexit fue sólo económica. Reino Unido dijo "me voy" y nosotros respondimos "te morirás de hambre". Ahora, cuando pasen los meses y no se muera de hambre, y las consecuencias económicas no sean tan graves, y no entre en una profunda recesión, ¿cómo explicaremos a los ciudadanos europeos que los ingleses se han equivocado? Ni siquiera creo que Boris Johnson tenga interés en llegar a un acuerdo de libre comercio con nosotros. Porque detrás de él hay un gran proyecto para convertir Gran Bretaña en un gigantesco Singapur.

Si en las próximas elecciones francesas no gana Macron, la presidenta de la República será Le Pen. Y si eso pasa, entonces es probable que la UE tenga que cerrar

¿Cómo hacemos para explicárselo a nuestros hijos? ¿También por carta de amor? No nos quedan veteranos de la II Guerra Mundial...

Hemos olvidado la guerra, eso es, hemos olvidado la guerra. Y no sólo eso, sino que ha pasado tanto tiempo que casi ya nada tiene que ver con la Guerra. Este mes de mayo se cumplen 75 años del fin de la IIGM en Europa. Si reprodujésemos hoy la foto de Yalta, estarían sentados Putin, Johnson y Trump, tres enemigos del proyecto europeo.

Los europeos hoy creemos que es normal esta paz, pero nunca ha sido así.

El enemigo de Europa es el nacionalismo. Quien trajo las guerras fue el nacionalismo, que ha provocado más muertes que la peste, a lo largo de la Historia. Y estamos viendo cómo resucita a lo largo y ancho de la UE sin encender las luces de alarma. Lo único que tenemos es reivindicar siempre la paz que la UE ha traído. Muchos ciudadanos no son conscientes de que el Premio Nobel que tiene Europa es el de la Paz, no el de Economía.

Para terminar, complete esta misiva: Querido lector de EL ESPAÑOL, espero que al recibo de la presente...

...te encuentres lo suficientemente relajado como para leer mi novela Ellas. Y que me digas si te gusta y me hagas llegar tu reacción frente al sorprendente final.

Esteban González Pons, con su novela 'Ellas', en las manos. Jorge Barreno