La negociación electoral referida al País Vasco nada tenía que ver con la de Galicia: transcurría sin curvas pronunciadas y el acuerdo estaba a punto de alcanzarse. A apenas veinticuatro horas de que culmine el plazo, todo ha volado por los aires debido a las discrepancias entre Génova y la dirección vasca. Casado había prometido a Arrimadas el segundo puesto de la lista en dos de las tres provincias. Y Alfonso Alonso, el candidato, se niega.
Pablo Casado y García Egea trabajan a contrarreloj para apaciguar a la dirección regional. Mientras tanto, en Ciudadanos avisan: "Nosotros no vamos a renunciar a lo que se nos ha prometido, que se arreglen entre ellos". Si la coalición se frustra, los liberales no tenderán la mano en Cataluña, donde tienen mucha más fuerza que el PP.
Alfonso Alonso es el último sorayista del PP. Su relación con Madrid no es buena. De ahí que ninguno de los pesos pesados de Génova le apoyara cuando su puesto estuvo en cuestión. Durante varios días, Casado permitió que se especulara con nombres alternativos. Ésa es la tesitura en la que se afrontan estas veinticuatro horas definitivas.
"¿Pero, ¿adónde vamos a parar? ¿Casado no es un interlocutor válido para negociar? Todo quedó muy claro y está en los papeles del preacuerdo. No vamos a ceder en eso", desgrana un portavoz naranja visiblemente sorprendido tras conocer la bronca interna que sufre el PP.
Crónica de un desencuentro
Génova y Ciudadanos confiaban en cerrar este jueves su primer pacto preelectoral: presentarse en coalición a las elecciones del País Vasco. El acuerdo estaba prácticamente enfilado a falta de detalles menores. Arrimadas por fin podía presumir de su primer triunfo en la negociación: el segundo puesto en las listas de Álava y Vizcaya. Cuando se comunicó a la prensa... el Partido Popular se partió en dos.
Los conservadores del País Vasco se enteraron por la prensa del reparto de sillones que Casado había cerrado en Madrid. Esa lista conjunta, con puestos de salida para Ciudadanos, "en ningún momento" fue pactada con Alfonso Alonso. La respuesta no se hizo esperar.
Fue entonces Génova quien se enteró del malestar de la dirección regional a través de las redes sociales: "La propuesta anunciada por Ciudadanos sobre las candidaturas para una posible coalición electoral en País Vasco es inasumible, no guarda relación con la realidad de cada partido". Un misil que en Madrid no esperaban.
Casado y su núcleo duro quedaron mudos y se limitaron a decir que es "una negociación" y que hay tiempo para cerrar la coalición hasta la medianoche del viernes. La realidad es que el pacto cerrado en Madrid en ningún momento se negoció con los líderes del partido en el País Vasco, donde razonan de esta manera: "Estamos regalando dos escaños a un partido que tiene cero asientos en el Parlamento vasco".
Fuentes del PP vasco recuerdan que Ciudadanos sacó un paupérrimo resultado en las últimas elecciones autonómicas: el 1,1% de los votos. "Cerrar este acuerdo sería nuestra desaparición", añaden. Además, critican que Madrid "una vez más vaya por libre sin ni siquiera preguntar" y aseguran que, a última hora de este jueves, el acuerdo para ir en coalición juntos "no está ni muchísimo menos cerrado".
Los dos partidos tienen hasta las 23.59 de este viernes para registrar juntos el nombre de la supuesta coalición en la que el PP querría ir con las siglas, 'PP-Cs', una fórmula que no gusta a los naranjas porque quieren incluir también a rostros reconocidos de la sociedad civil y militantes de UPyD. Además, los negociadores han intercambiado documentos para asentar las bases sobre la que se sustentará la supuesta coalición, más frágil que nunca por el desaire de Génova a sus compañeros del País Vasco.