El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha realizado un reconocimiento a "la resistencia democrática" del empresariado vasco ante los años vividos en el País Vasco de violencia de ETA y ha destacado "la injusticia y el sufrimiento cruel e inhumano" que sufrió este colectivo, con la extorsión y la "amenaza de muerte indefinida".
Además, ha asegurado que la banda y quienes consideraron "lícito" el terrorismo, en alusión a la izquierda abertzale, tienen "una enorme deuda con el pasado" y deben reconocer "el mal causado" injustamente. En este sentido, ha afirmado que estos "crímenes se ampararon en una estructura ideológica perversa que consideró que matar, atacar o extorsionar a un semejante era un medio legítimo para obtener fines políticos".
Urkullu ha escrito el prólogo del libro Los empresarios y ETA, una historia no contada, presentado este miércoles en Bilbao por el presidente de Petronor -compañía que ha editado la publicación-, Emiliano López Atxurra, el profesor y abogado Juanjo Álvarez, y el director de relaciones institucionales y comunicación de Petronor, José Ignacio Zudaire.
En su texto, el presidente del Gobierno vasco considera que este volumen es "una pieza necesaria en la construcción de una memoria crítica de lo padecido" en Euskadi como consecuencia del terrorismo.
"Mirando al pasado, recordamos lo que no debe volver a ocurrir y, desde ese punto de vista, pensamos principalmente en las víctimas", apunta, para indicar que en esta publicación este reconocimiento se dirige, en particular, a los damnificados por el chantaje y la extorsión a empresarios y directivos de empresas.
"ETA asesinó, hirió, amenazó, extorsionó..."
Iñigo Urkullu recuerda que, durante décadas, ETA "asesinó, hirió, amenazó, extorsionó, secuestro, acosó, y lo hizo contra distintos colectivos", entre ellos los empresarios. "No hablamos de una entelequia, sino de historias reales de sufrimiento profundo y prolongado que afectaron a personas de carne y hueso, y a sus familias", asegura.
A su juicio, "este recordatorio es solamente el reflejo de un hecho objetivo que no tiene valor suficiente, si no va acompañado de una valoración crítica de lo que supuso". "Nunca nadie debió ser asesinado, herido, secuestrado, extorsionado ni acosado. No hay justificación, fue radicalmente injusto", añade.
El lehendakari subraya que "se trata de crímenes que se ampararon en una estructura ideológica perversa que consideró que matar, atacar o extorsionar a un semejante era un medio legítimo para obtener fines políticos".
"El terrorismo, la violencia y las vulneraciones de derechos humanos fueron posibles porque grupos y personas consideraron que la defensa de una convicción tenía más valor que la dignidad humana. En el futuro, nunca más, ni una causa política o razón partidaria, ni ninguna otra certeza deben situarse, como si fueran un valor absoluto, por encima del valor de los derechos humanos, la persona y la vida", manifiesta.
"Deuda política"
Por ello, remarca que "sus autores, y quienes consideraron que esto era lícito, tienen una deuda política: reconocer la injusticia provocada". "El mal causado se extiende a toda la sociedad, pero se concentra en el sufrimiento inmenso, radical e irreversible causado a las víctimas y a sus familias", indica.
En esta línea, recuerda "el daño injusto" a los empresarios, sometidos al denominado 'impuesto revolucionario', a través de misivas en las que se les extorsionaba. "El sufrimiento que provocaron aquellas cartas con el sello de ETA que, a lo largo de los años, recibieron varios miles de empresarios fue específico y especialmente cruel e inhumano", manifiesta.
Iñigo Urkullu apunta que "la lectura de aquella carta dejaba abierta y sin fecha de caducidad una amenaza de muerte indefinida, una amenaza 'sine die' y una amenaza seria que podía llegar a materializarse porque en algunos casos terminó con atentado, secuestro o asesinato".
A partir del momento en el que se recibía la carta, "la vida de esa persona y de su familia cambiaba por completo". "La injusticia y el sufrimiento del empresario amenazado no encontraba descanso. El temor por la propia vida y la angustia por la de los allegados era permanente. El sentimiento de peligro extremo estaba presente todos los minutos y todas las horas de todos los días del año, y en algunos casos, durante años", destaca.
"Compromiso con el país"
Por ello, se dirige a todos los empresarios que fueron víctimas de ETA, para apuntar que "nada tiene un valor mayor que el derecho a la vida de cada una de las víctimas". "Nada justifica la extorsión, la amenaza ni la vulneración de los derechos humanos que padecieron. Deben saber que los únicos responsables de estos hechos y de sus consecuencias son sus autores y quienes les impulsaron a ello. Deben saber que la sociedad vasca conoce y reconoce el sufrimiento injusto que padecieron los empresarios y sus familias, y que conoce y reconoce el esfuerzo realizado y su compromiso con este país", insiste.
Urkullu expresa su "reconocimiento más sincero, sentido y afectuoso" de la sociedad y las instituciones vascas a este colectivo" porque el reconocimiento las víctimas, "hasta el momento, no ha sido suficientemente expresado".
A su juicio, "este ejercicio no sólo mira al pasado, tiene una importante proyección de presente y de futuro". De esta manera, cree "necesario recordar que los empresarios vascos y sus familias hicieron un esfuerzo inmenso de resistencia y arraigo, un esfuerzo por seguir apostando por este país, y por seguir generando empleo y riqueza para esta sociedad".
"No puede dejar de reconocerse la resistencia democrática del empresariado vasco en un contexto de violencia, división, amenaza y enfrentamiento que, desde el punto de vista personal, familiar y vital fue absolutamente adverso para el compromiso empresarial", asevera.
Por ello, afirma que el que siguieran "comprometidos con el proyecto de cada empresa y con la defensa de sus puestos de trabajo fue un factor decisivo para el presente y el futuro de este país". "Fue determinante para preservar la cohesión social, para que el proyecto de Euskadi fuese viable y sostenible, y para que la violencia fuese percibida cada día más como un anacronismo insostenible", remarca.
El lehendakari destaca que la "ejemplaridad la resiliencia, el pundonor y el apego a esta tierra que mostró el empresariado vasco", y su "capacidad de contribuir, a pesar de todo, a la construcción de un país y una sociedad viables".
Tras precisar que se ha hablado del pasado, de hacer memoria crítica y de hacer un reconocimiento necesario, también considera que hay que mirar también al presente y al futuro. "ETA se ha acabado. No tiene ni presente ni futuro en nuestra sociedad, tiene una enorme deuda con el pasado. Se ha acabado porque, frente a la razón de la violencia, ha triunfado la razón de los principios éticos y de los valores democráticos", asegura.
Para Iñigo Urkullu, "ha triunfado la perseverancia y la firmeza en la defensa de esos principios y valores" y, en esa tarea compartida por muchos sectores, "los empresarios y las empresas han jugado un papel muy destacado". Hemos luchado contra la violencia y por la paz por algo y para algo. Nos ha unido el amor y el apego a esta tierra. Queríamos la paz para convivir", dice.
En la actualidad, señala que "la tarea es construir una sociedad cohesionada que es respetuosa con su pluralidad y capaz de convivir de forma integrada e integradora, sin dejar de mirar lo pasado porque no se debe repetir". "Miramos al futuro para construir y consolidar una convivencia sana", añade.
Sus últimas palabras son de agradecimiento al empresariado "por su esfuerzo y contribución en esta etapa tan dura y difícil", y de "esperanza en el encuentro social, en la convivencia".