No es María Jesús Montero la mejor oradora del Consejo de Ministros a pesar de ostentar el cargo de portavoz del Gobierno. Pero su rueda de prensa de ayer miércoles, confusa, enmarañada y a ratos ininteligible, demostró los problemas del Gobierno para justificar una mesa de diálogo ajena a los cauces parlamentarios y en la que una de las partes reclama privilegios no ya difíciles de justificar por un gobierno democrático, sino lisa y llanamente ilegales.
La insistencia de la portavoz del Gobierno en unas pocas palabras clave repetidas hasta la extenuación –diálogo, diagnóstico, empatía, imaginación, puentes– apenas logró enmascarar sus dificultades para justificar la búsqueda de un hipotético punto medio entre la Constitución y las exigencias de aquellos que defienden la tesis de que "la voluntad popular" está por encima de la ley. Una superstición jurídica que está en la base del fascismo y que María Jesús Montero no atinó siquiera a negar.
"Probablemente la capacidad de encuentro esté en el medio en el largo plazo, pero es fundamental ir creando las condiciones necesarias para que se pueda producir esa situación", dijo la portavoz en un momento de la rueda de prensa. Una respuesta que provocó miradas de estupor entre los periodistas presentes en la Moncloa.
"Superar el binomio"
"Hay que buscar fórmulas que permitan superar el binomio sí o no, que permitan superar preguntas sencillas porque la situación es compleja y requiere preguntas complejas", dijo María Jesús Montero cuando un periodista le preguntó cuál es ese punto medio entre la soberanía nacional reconocida por la Constitución y la autodeterminación de ese supuesto pueblo catalán al que Torra y los separatistas creen soberano. Pocos en la sala de prensa entendieron qué quiso decir Montero.
Poco antes, Montero había dicho que las próximas reuniones de la mesa de diálogo estarán dedicadas a la elaboración de un diagnóstico de la situación que ella prevé infinito. "Gran parte de las reuniones del futuro tendremos que dedicarlas al diagnóstico, que probablemente no se complete nunca, porque los diagnósticos son dinámicos".
Pero si el intrínseco dinamismo de los diagnósticos no convierte la mesa de diálogo en una tarea propia de Hércules, lo hará "el desbrozamiento de sus elementos". La siguiente frase es sólo un ejemplo del tipo de respuestas que dio Montero durante su rueda de prensa:
–Tenemos que ser capaces de desbrozar los elementos del diagnóstico, intentar entre ellos encontrar esos puntos que nos permitan avanzar, a partir de ahí construir propuestas que superen la situación en la que nos encontramos en este momento, propuestas imaginativas, creativas, que permitan ante preguntas que no encuentran una respuesta satisfactoria por parte de la delegación española, seamos capaces de plantear desde el gobierno de España con absoluta claridad cuáles son los elementos que consideramos que sí podemos avanzar, que sí podemos conquistar, y cuáles, que lo saben perfectamente el Govern de Cataluña, hay materias en las que hemos sido muy claros desde el primer día y el presidente ha sido muy claro en relación por ejemplo con la autodeterminación, eso significa que superamos estos elementos de enfrentamiento en los que prácticamente no podíamos hablar porque siempre nos conducía esa no conversación a un espacio vacío de realmente empezar a hablar, empezar a conocer el porqué, generar confianza y a partir de ahí encontrar soluciones que evidentemente ninguna estará en los máximos de las aspiraciones de cada uno de los gobiernos que nos sentamos en esa mesa.
No fue mucho más clara Montero cuando se le preguntó por las diferencias entre la mesa de diálogo, que se reunirá una vez al mes, y la reunión semestral de seguimiento en la que estarán presentes presidentes y vicepresidentes:
–La reunión semestral es una vocación que se ha expresado en la propia mesa para mantener un hilo de continuidad en esta reunión plenaria, si me permiten, por la presencia de los presidentes, pero que, por supuesto, estarán a disposición para que en cualquier momento y en cualquier circunstancia, si es necesario voluntariamente así lo desean, puedan acudir a las reuniones, pero hemos querido darle ya una secuenciación para tener tareas, para tener cuestiones, que podamos también rendir cuentas aquellas personas que formen parte de la delegación cada seis meses también fruto de la reunión que hemos mantenido en el día de hoy, a los presidentes y vicepresidentes.
Embrollo conceptual
María Jesús Montero demostró también que su dominio del eufemismo no tiene nada que envidiarle a su dominio del embrollo conceptual. En su boca, la Constitución se convirtió en "seguridad jurídica" y el golpe separatista contra el orden constitucional de septiembre y octubre de 2017 en un "problema enquistado hasta extremos inauditos" por el Gobierno de Mariano Rajoy.
"Todos los acuerdos y todas las cuestiones que se planteen en este entorno", dijo Montero, "tendrán que tener la correspondiente seguridad jurídica, más allá de que incluso se promuevan las cuestiones relativas a cambios de norma o revisiones del Estatuto o cualquier otra materia que pudiera ser de interés". Si con esa afirmación la portavoz del Gobierno estaba abriendo la puerta a una modificación de la Constitución, explícita o furtiva, queda a la interpretación del criptoanalista de turno.
No menos grave fue la confusión de Montero entre las demandas políticas, además de inconstitucionales, de los negociadores separatistas y unas supuestas demandas financieras para las que, caso de ser sinceras, no sería necesaria una mesa de diálogo como la actual, sino tan sólo el habitual debate parlamentario en el Congreso de los Diputados:
–Si bien es obvio que para hacer posible y para que se puedan materializar algunas de las cuestiones en las que todos hemos coincidido que eran importantes en relación con la financiación en Cataluña, con la dependencia, con la excelencia de los servicios públicos, con las infraestructuras, las inversiones, el problema de cercanías, podrán tener su encaje algunas en la comisión bilateral, otras que serán de mayor envergadura formarán parte del orden del día, pero, en definitiva, habrá que concretar los instrumentos que permitan llevarlas a cabo.
La comparecencia de Montero sirvió en cualquier caso para demostrar que la mesa de diálogo nace poco más que como una doble tapadera. A los partidos separatistas ERC y JxCAT, la mesa les ayuda a enmascarar el hecho de que la independencia que prometieron a sus simpatizantes no se hará jamás realidad. Al Gobierno de PSOE y Podemos les ayuda a presentar como mal menor unas concesiones financieras que tendrían difícil aprobación a través de los cauces parlamentarios convencionales.
La mesa, dijo Montero, "va a requerir intensidad, capacidad de empatía, de diálogo, de imaginación, de creatividad, de probablemente trascender respuestas tradicionales para intentar ir a nuevas preguntas con nuevas respuestas". "Ha sido una reunión muy dinámica, muy participativa y muy participada", añadió luego. Para rematar, la ministra dijo que "lo que se hable en la comisión bilateral se concretará en los presupuestos".
Y esa fue la frase más inteligible de la portavoz y también la que, quizá, mejor resume el verdadero contenido del encuentro entre el Gobierno y los partidos separatistas catalanes.