La inquietud del personal sanitario catalán por la falta de material de protección, por las contradicciones del protocolo a seguir en caso de sospecha de contagio y por la orden de no realizar pruebas del Covid-19 más que en caso de sintomatología grave ha desbordado los grupos de chat privados y se ha convertido en un problema de primer orden para la Generalidad.
La sensación en los hospitales catalanes es de pérdida de control. Mientras se multiplican las quejas de sanitarios y pacientes en redes sociales, la sospecha de que el Covid-19 "corre sin control por los pasillos y las habitaciones" de los centros sanitarios catalanes es ya tema de conversación habitual entre el personal médico.
"Ayer teníamos 117 coronas en mi hospital", dice un médico de uno de los mayores hospitales de Barcelona. "De momento, la situación es tensa, pero hay un cierto control en lo relativo a la asistencia. Pero en lo relativo a la transmisibilidad, esto es un despiporre. El Covid-19 anda por donde quiere, entre el personal y entre los enfermos que han ingresado por otras causas".
"Y eso es porque no se está haciendo ningún cribado" añade. "No le estamos haciendo la prueba a nadie. Así que tú puedes estar en el hospital por un infarto, pero te está atendiendo un médico que es positivo de Covid-19".
Pocos sanitarios dudan ya de que las cifras que da la Generalidad no son fiables. El test del coronavirus se ha convertido en una rareza cara de ver y ya sólo se le práctica a pacientes con síntomas graves y evidentes de infección por Covid-19.
"El cribado se le debería hacer a todo el mundo en el hospital y a los que tienen que salir a la calle por trabajo, aprovechando que el 60% o el 70% de la población está confinada en sus casas", dice este médico. "El hospital es ahora mismo una ruleta rusa de la infección. Somos como el crucero Princess Diamond, pero en hospital".
Protocolos contradictorios
En algunos hospitales catalanes, enfermeros y médicos han empezado a reciclar batas y mascarillas hasta mucho más allá del limite considerado como razonable por los propios sanitarios. En otros casos, los sanitarios han pedido la ayuda de ciudadanos particulares para que estos les hagan entrega del material útil que puedan almacenar en sus casas.
En algunos hospitales, ni siquiera funciona ya el servicio de lavandería. En otros, se han llegado a hacer endoscopias sin ayudante por falta de mascarillas de gran aislamiento.
A las dificultades por la imposibilidad de protegerse de forma adecuada de un posible contagio, los sanitarios catalanes han sumado durante los últimos días la acumulación de varios protocolos de actuación contradictorios.
El protocolo enviado por el Ministerio de Sanidad el pasado sábado 14 a todos los hospitales españoles dividía los posibles contactos en tres: contacto estrecho con un paciente de coronavirus con protección; contacto estrecho con un paciente de coronavirus sin protección; y contacto casual con un paciente de coronavirus sin protección.
En el primer y el tercer caso, el protocolo del Ministerio de Sanidad dictaminaba que el sanitario debía continuar con la actividad normal.
En el segundo caso, y siempre que la exposición hubiera sido de alto riesgo, el Ministerio dictaminaba que el sanitario realizara cuarentena domiciliaria durante quince días, con la posibilidad de valorar la reincorporación al trabajo si a los siete días, y tras una prueba diagnóstica, esta diera negativo.
Pero el envío posterior de varios protocolos del Servicio Catalán de la Salud, no siempre coincidentes con el del Ministerio de Sanidad, han sumido a los profesionales catalanes en el desconcierto.
Sin protección
En el remitido a los hospitales catalanes el pasado domingo 15 se concede a los centros sanitarios catalanes la potestad de decidir que los profesionales asintomáticos que hayan tenido un contacto de alto riesgo con un enfermo de coronavirus continúen trabajando con mascarilla "después de haberse contemplado todas las opciones de adecuación de la plantilla".
El protocolo de la Generalidad niega el del Ministerio de Sanidad y deja al albur de los centros que el sanitario continue o no trabajando.
A la existencia de distintos protocolos del Servicio Catalán de la Salud que se superponen al del Ministerio de Sanidad se suma la existencia en algunos casos de los protocolos particulares de cada centro.
Es el caso del protocolo del Centro de Salud Mental de Adultos Benito Menni de Sant Boi de Llobregat, que contradice tanto el protocolo del Ministerio de Sanidad como el del Servicio Catalán de la Salud y que dictamina que los profesionales que hayan tenido un contacto de alto riesgo con un enfermo de coronavirus continúen trabajando aunque sea sin mascarilla.
Centros colapsados
En la práctica, miles de profesionales de la salud catalanes no saben a día de hoy si están siguiendo el protocolo correcto o cuál de ellos deben obedecer de forma prioritaria.
A la inexistencia de un mando centralizado, a la proliferación de protocolos contradictorios y al cansancio se suma ahora también la escasez de personal, de material y de medidas de protección contra el Covid-19.
En el ABS Montornès-Montmeló, que da cobertura a 32.000 vecinos, faltan batas impermeables y soluciones alcohólicas. También escasean las mascarillas FFP2 –las diseñadas para filtrar fluidos nocivos de polvo, humo y aerosoles– y gafas protectoras.
En el Hospital Universitario de Gerona Doctor Josep Trueta afirman no sufrir demasiadas estrecheces de personal, pero sí se han visto obligados a reciclar mascarillas y batas.
En el Hospital de Palamós necesitan mascarillas quirúrgicas, mascarillas FFP2 y batas. Los profesionales del centro han pedido a los ciudadanos que hayan almacenado equipo de protección sanitaria, básicamente mascarillas, que las entreguen en el hospital.
En el Hospital de Sabadell y en el de Terrassa han pedido a los vecinos interfonos como los utilizados con los bebés para poder escuchar a los pacientes infectados y aislados en la UCI del centro.
En el Centro de Atención Primaria (CAP) de Canovelles, el personal carece de batas, de calzado sanitario y de pijamas. Tampoco tienen ya mascarillas FFP2. Las mascarillas FFP3 se han racionado y sólo tienen una por sanitario, la de su equipo de protección individual (EPI).
En el CAP de Santa Perpetua de Moguda no tienen ya batas ni mascarillas FFP2. Tampoco tienen mascarillas quirúrgicas, que habían sido utilizadas como mascarillas multiuso ante la falta de FFP2.
En el Equipo de Atención Primaria (EAP) de Suria la mitad de los sanitarios están en cuarentena en sus domicilios, con síntomas evidentes y pendientes de la prueba PCR de detección del Covid-19. De siete facultativos, el miércoles sólo quedaban tres en activo.
En el CAP Canaletes de Cerdanyola del Vallès no tienen ya mascarillas FFP2. Las pocas que quedaban han sido entregadas a los sanitarios que han empezado a sufrir problemas respiratorios. Tampoco tienen pijamas y la mayoría de los sanitarios sólo tienen una muda porque el servicio de lavandería no funciona. Muchos de ellos se han llevado la ropa de trabajo a casa para lavarla personalmente con agua, jabón y lejía.
En el CAP de Ripollet tampoco tienen ya mascarillas FFP2 ni batas impermeables. Los sanitarios se han visto obligados a recuperar pijamas de las guardias y ellos mismos se encargan de su lavado.
La respuesta del Gobierno de la Generalidad a la escasez de material ha sido denunciar, por boca de la portavoz Meritxell Budó, que "las fuerzas policiales estatales están requisando material sanitario destinado a los hospitales catalanes". La portavoz ha puesto como ejemplo una supuesta remesa de 4.000 mascarillas que estaría destinada al Hospital de Igualada y que habría sido requisada por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.
Ingresos tardíos
A los mencionados problemas se suma el caos generado por la saturación de los servicios sanitarios. Los ejemplos de casos en los que los ciudadanos son ingresados con neumonía después de habérseles negado la prueba del Covid-19 se acumulan por docenas.
Es el caso de un ciudadano de Santa Coloma que, después de una semana con fiebre y de habérsele negado la prueba del coronavirus, fue ingresado finalmente con neumonía.
O el de otro ciudadano catalán que fue ingresado el lunes por neumonía bilateral en el CAP de Can Ruti después de que le fuera imposible contactar con el 061. "La compañera que le visitó y dos enfermeras tuvieron que ser aisladas, una de ellas después de que el paciente le tosiera en la cara", afirman fuentes del centro.
En Twitter, David Córdoba, enfermero de la UCI del Hospital de San Pablo de Barcelona, afirmaba que las cifras de 33 pacientes en UCI reconocidas por el Ministerio de Sanidad eran falsas. "¿33 en UCI? Ojalá. Si tan sólo la UCI donde trabajo tiene 30 camas y están todas ocupadas por pacientes de Covid-19".
"Me llegan por todos lados casos de personas ingresadas con días de retraso en hacer la prueba", dice otro sanitario catalán a EL ESPAÑOL. "La madre de un vecino se pasó cuatro días en la UCI de la Clínica Dexeus por neumonía, aislada por si acaso. Hubo muchas reticencias para hacerle la prueba, que finalmente fue negativa. Horas después, murió".
Otro médico catalán describe cómo el personal sanitario ha tenido que apañarse con el material disponible. No tiene la más mínima duda de que en un momento u otro acabará infectado.
"Yo, cabreándome, he conseguido una mascarilla FFP2 porque todos los pacientes que operamos tienen tos, fiebre y una patología quirúrgica urgente. Es decir, que son todos sospechosos", dice este médico. "Como nos manchamos de sangre, y para no perder la FFP2, me pongo dos mascarillas quirúrgicas para operar. Es decir, que después de esta semana es probable que enferme".
Un médico de familia describe el caso de su abuelo en un conocido hospital de Barcelona. "Mi abuelo estaba en habitación y ha empezado a desaturar después de cinco días de ingreso. He hablado con la enfermera, le he dicho que era médico, que mi abuelo estaba inestable y que tenía criterio de UCI. Al final, lo han llevado a la UCI. Mi abuela llevaba tres días llamando al 112 y le decían que se metiera en la ducha para bajar la fiebre".
A las complicaciones mencionadas se suman otras, como la barrera idiomática en el caso de los barrios con un alto porcentaje de población inmigrante con un escaso dominio del español, como el del Raval de Barcelona. Población a la que resulta muy complicado hacer un seguimiento telefónico.
También se ha convertido en un problema añadido la reducción de la atención a pacientes crónicos frágiles o la imposibilidad de mantener el Programa de Atención Domiciliaria y Equipos de Apoyo (PADES).
"Se tardó en reaccionar, se negó la situación y los hospitales están ahora saturados" dice otro médico catalán. "Faltan camas y el personal ha empezado a enfermar. Y ni siquiera hemos alcanzado el punto de máxima tensión, que llegará durante los próximos días".
El Gobierno de la Generalidad había reconocido, en el momento de escribir este texto, 1.866 positivos por coronavirus y 228 profesionales de la Sanidad enfermos. Ninguno de los médicos consultados por EL ESPAÑOL cree que esas cifras sean ciertas.