El colapso hospitalario que asola Madrid encontró un particular reflejo en la última reunión de Pedro Sánchez con los presidentes autonómicos. Al poco de empezar, Isabel Díaz Ayuso se dio cuenta de que no le funcionaba el micrófono. Ella sí escuchaba, pero su voz no traspasaba las paredes de su habitación.
Al contrario que la gran mayoría de líderes regionales, atendió la llamada desde el hotel en el que permanece aislada, y no desde su despacho presidencial. Dio positivo en coronavirus hace una semana. Por eso quedó roto el orden habitual de intervenciones -lo marcan las fechas de los estatutos- y el turno de Madrid se fue posponiendo.
Cuando Ayuso pudo por fin hablar, arrojó, según las fuentes consultadas por este periódico, "un relato gráfico y detallado de las miserias que está sufriendo la Comunidad". El colofón, relatan los presentes, fue una clara interpelación a Sánchez: "Prométeme que no me vas a requisar el próximo cargamento".
En ese ruego quedó reflejado el mayor desafío político que afronta el país en la crisis del coronavirus. Moncloa ha decretado el "mando único" en virtud del estado de alarma con el objetivo de incrementar la eficacia. Pero la solución, a tenor de lo explicado por varios presidentes autonómicos, desencadena urgencias peligrosas: "No podemos defendernos con lo que tenemos". "Estamos en pelotas", relata gráficamente uno de ellos.
Ayuso, en concreto, exigió a Sánchez que confirmara ante los presentes que no requisará los dos aviones cargados de material sanitario que viajan a Madrid desde China. El presidente del Gobierno -desgranan las fuentes consultadas- "ha tomado nota", pero no ha realizado esa promesa.
Más tarde, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha aprobado la compra urgente de material sanitario por un importe de 23,3 millones de euros.
"Un panorama dantesco"
Las palabras de Ayuso han "impresionado" al resto de mandatarios: "Ha sido tremendo... El panorama debe de ser dantesco". La líder madrileña también ha contado a Sánchez que se ha visto obligada a comprar miles de "batas" para "cubrir cadáveres". "Isabel ha detallado que se acumulan los muertos, que no hay ni para ponerles encima".
Esta vez, el colaboracionismo ha aumentado. Incluso por parte de Quim Torra, que llegó a desafiar a Moncloa horas antes de la primera reunión, celebrada la semana pasada -estos encuentros tienen lugar cada domingo-.
No es el primer problema de este tipo que ha supuesto la cohabitación de partidos de distinto signo en la gestión de la crisis. Hace unos días era el consejero de Sanidad de la Junta de Andalucía quien pedía al ministerio que no requisara el material de su principal proveedor de mascarillas.
En esa eficacia buscada, se quejan algunos presidentes autonómicos, se pueden generar urgencias por el camino. Son varios los hospitales públicos de Madrid y Andalucía -según sus propias autoridades- los que adolecen de fuertes carencias.
La tensión puede palparse entre los participantes de esta reunión. La unidad política -a excepción de algunos coletazos nacionalistas- es plena. Ninguno de ellos se ha opuesto, por ejemplo, a la ampliación del estado de alarma. Pero también existe otra sensación compartida: "Sánchez ha repetido mucho que todavía no hemos visto lo peor, pero no nos ha dicho nada distinto a lo que ha repetido en la tele". La conferencia ha durado casi cuatro horas.