Pedro Sánchez ha comparecido en el Congreso de Ministros para solicitar la segunda prórroga al estado de alarma por el coronavirus "a todos los grupos de la Cámara". Porque "es una evidencia incuestionable que está funcionando y que el incendio comienza a estar bajo control", ha afirmado. Según el presidente "hemos pasado el pico" porque "los nuevos contagios eran hace dos semanas del 22% y ahora son del 4%".
En ese punto de "curva doblegada" -Sánchez ha anticipado una cifra de 52.000 curados que aún no ha dado oficialmente el Ministerio de Sanidad, que dice 48.000- y crisis económica y social galopante -la ha descrito con millonarias cifras de autónomos en la cuneta-, Sánchez ha explicitado por fin su propuesta de Pactos de la Moncloa. "Esta semana, la primera reunión, ¿están dispuestos?".
El presidente, es cierto, ha admitido que reaccionó tarde, pero lo ha hecho usando la primera persona del plural: "Ningún Gobierno de Occidente puede negarlo".
Y se ha defendido diciendo que "España es el país que primero tomó medidas de confinamiento, con sólo 120 fallecidos", pese a que desde Italia los medios le insisten en lo contrario. O afirmando que "España es el país que más pruebas al día está realizando, 20.000 al día", si bien en Alemania, publica Bloomberg que se hacen en torno a 100.000.
"España es el país", ha continuado, "que más duras medidas de confinamiento está aplicando y el que más información está dando cada día", ha insistido. "No les pido que suscriban estas verdades, sólo unidad y lealtad". Porque "si la ciudadanía, los sanitarios, los agentes de Seguridad están unidos", ha apuntado, "¿a quién favorece la división?".
El órdago con todo
Y por fin, en ese punto ha explicitado su oferta de "un gran acuerdo económico para la reconstrucción económica de España". Es decir, esos nuevos Pactos de la Moncloa que propuso el sábado pasado en televisión.
Y ha desechado todas las críticas: "Se dice que no pueden conllevar un cambio de régimen, pues bien", ha dicho, "sigue vigente nuestra Constitución, nuestro Estado social y democrático de derecho"; "se dice que no puede haber un Gobierno sin control, pues bien", ha seguido, "aquí me someto al control de la Cámara"; "se dice que tiene que haber transparencia informativa, pues bien, "por supuesto la hay y seguiremos informando cada día con claridad".
"Y se dice", ha cerrado, "que no es creíble la propuesta, pues bien, aquí reitero mi propuesta, de corazón".
El presidente ha lanzado el órdago final, convirtiendo en firme su apuesta: "Les propongo la próxima semana una primera reunión a las fuerzas políticas que quieran participar de esos pactos. ¿Están dispuestos? Yo lo estoy, sólo les pido lo que les puedo ofrecer, unidad y lealtad".
Acelerado y faltón
Pero tras una durísima intervención de la portavoz de su grupo parlamentario, Adriana Lastra, en la que ha acusado de "manipulación" y de "todo tipo de mentiras" a Pablo Casado, único líder de la oposición al que se refirió durante su discurso, Sánchez ha sacado toda su artillería para "dinamitar todos los puentes", como le ha afeado el líder popular después.
Sonriendo al desgranar sus acusaciones, y hasta algo faltón con el líder del PP -"señor Casado, no se ponga colorado"-, el presidente ha echado en cara al PP que "en las comunidades en las que ustedes gobiernan con la ultraderecha" -Madrid, Andalucía y Murcia- se han suspendido las actividades del Parlamento y sus presidentes "no comparecen ni dan explicaciones".
Y es que tras la intervención de Lastra, a Pedro Sánchez se le vio en las réplicas mucho más suelto y sonriente que en la primera, en la que su discurso -que debía ser para pedir 15 días más de estado de alarma- se centró precisamente en ese "acuerdo de concertación para la reconstrucción del país". De hecho, el presidente ha advertido "miedo a mostrar debilidad en algunas de las intervenciones" y ha dado por hecho que el PP está "renunciando al diálogo", cuando sería "mostrar fortaleza y sentido de Estado".
"Ustedes tienen dos opciones", ha dicho, "demostrar que aman tanto a este país como dicen o ser la única oposición que da como respuesta la polémica política". Y ha preguntado insistentemente: "¿Qué es mejor, la unidad o la división?". A Casado, de hecho, le ha exigido que "responda claramente" si quiere un acuerdo. Si bien lo hizo sin dirigirse al líder de la oposición tampoco expresamente. Porque lo cierto es que sus términos han sido "algunos grupos" o -como mucho- "la bancada conservadora".
Acelerado, el presidente ha acusado a la oposición de "palpables falsedades". Y ha insistido: "Quiero que conste en acta, por eso lo repito: palpables falsedades". Ha citado al director de la OMS mundial, para España y para Europa, ha defendido su coordinación con la Unión Europea y ha criticado las "intenciones no positivas de algunas afirmaciones".
Nuevas y viejas palabras
Todos los días que habla el presidente, hay cambios en determinados detalles de su discurso. Si la última vez pasó a tratar a los españoles de tú, en esta ocasión le ha cambiado el género a la enfermedad: hemos pasado del Covid-19 a "la" Covid-19. De hecho, la palabra "coronavirus" ha desaparecido del todo de su boca.
El presidente ya no habla de que él se haya plegado a lo que le indican los expertos, sino que es "la sociedad española" la que "ha acatado las indicaciones de los científicos con responsabilidad y disciplina social". Y ha abierto su discurso centrándose en que hay más de un millón y medio de cuentas falsas en las redes alimentando bulos para desinformar a los españoles y manipular a la opinión pública.
El presidente ha definido tres crisis causadas por el coronavirus: "la sanitaria, la económica y la social" que en España son cuatro, "aquí hay también una crisis política". Olvidándose de los artículos, como el de Bloomberg, que critican su gestión afirmando que "la crisis en España era perfectamente predecible", ha tirado del ejemplo del Financial Times, que critica a la oposición: "Nadie entiende que no estemos unidos, como lo están nuestros sanitarios".
Es el momento, ha dicho de nuevo, "de la unidad y la lealtad, se lo pido humildemente".
Pero, con la misma técnica que hace dos semanas usó, en las réplicas, para igualar a los populares con la derecha extrema de Vox, Sánchez ha abroncado luego a la oposición y se le ha visto más cerca de su "normalidad", la de un debate de los de antes del Covid-19. Con la mano en el bolsillo en ocasiones y levantando el dedo admonitorio, ha tomado nota del "no" de Santiago Abascal y ha agradecido la "predisposición positiva aunque crítica" de Edmundo Bal, de Ciudadanos.
Al líder de Vox se ha dirigido en conjunto con "los millones de bots que trabajan para usted en las redes" y le ha deseado que "se dé cuenta solo" de que "el odio es muy mal camino". En todo caso, le ha advertido de que "los demócratas le contestaremos con la ilusión y moral de victoria contra el virus".
"La supervivencia de la UE"
Sánchez ha advertido, además, a la UE de que "se está jugando su propia supervivencia". La misma unidad y lealtad que necesita en su Gobierno entre Iglesias y Calviño, y no le sale; la que reclama a la oposición, aunque sin llamarla por teléfono; la que no le quieren dar Alemania y Holanda.
Ha repasado las medidas aprobadas hasta ahora y ha concluido que "no son suficientes". Porque, entrando en el discurso de su vicepresidente Pablo Iglesias, "la austeridad tras la crisis de 2008 sólo ha traído fragilidad ante el desastre" y "lo público" es la clave para vencer a "esta emergencia sin precedentes". Si no, "la Unión se habrá olvidado de los europeos y, por tanto, de los españoles".
De hecho, ha emplazado a los grupos políticos a que "hagan oír su voz" en Bruselas para que se entienda que "esta crisis es la mayor catástrofe en tres cuartos de siglo". Sánchez ha dejado claro que "hay que defender a España" en estos foros y que, además, con ello "se defiende Europa". Otra vez, la ayuda de la oposición.
Quiénes vuelven el lunes
Eso sí, ya sin tanto detalle, ha advertido a la ciudadanía de que "el regreso habrá de ser progresivo" y de que aún "no sabemos cómo será la desescalada hacia la normalidad". Eso sí, ha marcado dos objetivos para esos pasos hacia la transición: "Seguir protegiendo a los no contagiados" y la reconstrucción del "plano económico y social".
Sánchez ha explicado que, para ello, el Ejecutivo tiene trabajando a "un equipo multidisciplinar" que ya diseña el plan de transición. "Epidemiólogos y tecnólogos" que irán fijando el retorno a "la nueva normalidad". Este equipo "ha marcado varios puntos de avance" que serán los que vayan marcando "los pasos cautelosos con medidas de higiene personal y colectiva" para "no permitirnos un desliz que supondría una recaída".
El presidente ha confirmado "la vuelta al trabajo de todas las actividades suspendidas" hace 10 días con la cancelación de los "permisos retribuidos recuperables". Ése, ha dicho, es el primer paso de la desescalada, despejando así una duda que sus propios ministros habían alimentado en los últimos días, cuando advertían de que aún no estaba claro quiénes volverían a abrir la persiana de sus negocios a partir del lunes de Pascua.
Ya hay más de 850.000 autónomos que han solicitado el cese de actividad, "y el Gobierno prevé que llegue a más de un millón". También tiene calculado Sánchez que 1,3 millones de inquilinos se acojan a las ayudas aprobadas durante la emergencia y otro 1,25 millones a las decretadas para evitar los cortes de suministros básicos.
Y sin mucho detalle tampoco, ha anunciado que la App del Gobierno contra el coronavirus, por lo que ha dicho el presidente, "utilizará la geolocalización sólo para comprobar que el usuario permanece en su Comunidad Autónoma".