"Todos tuvimos claro lo que había que hacer. Fue un juego entre soltar y retener. Me han pasado muchas cosas desde entonces, pero no olvido aquella voluntad de entendimiento". Habla Landelino Lavilla, entonces ministro de Justicia y redactor de los Pactos de la Moncloa en 1977. Responde por la noche, confinado y al otro lado del teléfono. Voz suave, inundada de nostalgia.
A Lavilla, en concreto, le fue encomendado el documento político, que con el paso del tiempo ha sido sombreado por el económico. Solía comentarlo con Fuentes Quintana, gurú presupuestario de Adolfo Suárez: "Los acuerdos tenían dos patas, ¿eh?". Y "Enrique" transigía con una sonrisa: "Tienes razón, Landelino".
Porque las medidas políticas, suscritas por todos los partidos a excepción de Alianza Popular, prologaron algunas de las mayores virtudes de la Constitución: se prohibió la censura previa de la prensa, quedó sellado el derecho de reunión y asociación, se creó el delito de tortura, se garantizó la asistencia letrada a los detenidos... y se despenalizaron el adulterio y la venta de anticonceptivos.
Miquel Roca, también en conversación con este periódico, asevera que los Pactos de la Moncloa marcaron el camino de la Carta Magna: "La Constitución ya estaba en trámite. Ambos proyectos cabalgaban de manera simultánea. En 1977, quedó claro qué es lo que se debía hacer, pero también lo que no se podía hacer".
Aquellos acuerdos, reseña Lavilla, acompasaron un plan para salir de la crisis económica -España rozaba la hiperinflación- con el viaje definitivo de la dictadura a la democracia. Esa semana de octubre de 1977 podría definirse, parafraseando el libro de John Reed, como los días que conmovieron España.
A lo largo del texto, estos dos testigos de excepción y un amplio repaso de la prensa histórica dibujarán el gran logro que los líderes políticos actuales han invocado esta semana para llamarse a un pacto de carácter transversal.
¿Crisis de Gobierno?
Lunes 24 de octubre de 1977. El "consenso" ha colonizado la agenda de Adolfo Suárez. Por la mañana, el Gobierno de UCD se reúne con los empresarios y las centrales sindicales. Por la tarde, el presidente viaja a Barcelona para asistir a la toma de posesión de Josep Tarradellas como máximo mandatario de la Generalitat de Cataluña.
Suárez llama continuamente a Fuentes Quintana, aquel hombre de gafas gruesas y nariz aguileña. "Impactaba testar todo el poder que Adolfo había delegado en aquel hombre de perfil eminentemente técnico", reseña Miquel Roca.
Lo que ahora sucede será objeto de una tremenda mitificación dentro de cuarenta años, pero el Congreso está repleto de intrigas, espadas en alto e intentos de traición. Es de noche. Los liberales y los socialdemócratas de UCD se reúnen para cenar. Cuando se les descubre, replican: "También lo ha hecho por su cuenta el ala derecha del partido".
Los periodistas persiguen a Suárez, que con gesto cansado, pero armado de ironía, responde: "No se preocupen. Cuando llegue la verdadera crisis de Gobierno, les llamaré para avisarles".
Martes 25 de octubre de 1977. Son las 14:10 en el salón de columnas del Palacio de la Moncloa. Todos los grupos con representación parlamentaria firman el acuerdo económico. Ha sido necesaria una segunda reunión con las centrales sindicales. Comisiones Obreras está por la labor. UGT dice "no" -pero acabará sumándose-. Los anarquistas de la CNT dan calabazas al consenso.
Suárez se levanta y dice a los presentes: "Señores, ahora todos deberíamos felicitarnos mutuamente". Una frase que Miquel Roca, allí sentado, no olvidará en casi medio siglo. El presidente del Gobierno saluda uno por uno, pero el apretón de manos es distinto con Felipe González y Santiago Carrillo, con quienes había hablado secretamente varios meses antes de la necesidad de estos pactos. El Gobierno no tiene mayoría absoluta. El único sendero transitable es el consenso.
También están Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD), Enrique Tierno Galván (Partido Socialista Popular), Josep María Triginer (Federación Catalana del PSOE), Joan Reventós (Convergencia Socialista de Cataluña), Juan Ajuriaguerra (PNV), Manuel Fraga (Alianza Popular) y el propio Roca (Convergència i Unió).
España acaba de aprobar una intensa reforma de la administración tributaria. También se ha decidido contener la masa monetaria y devaluar la peseta. El plan arma la economía nacional frente a la crisis... ¡con un remedio acordado entre comunistas, socialistas, centristas, liberales, conservadores y exministros de Franco!
Por la tarde, hay pleno en el Congreso. Muchas de estas medidas deben ser refrendadas por las Cámara. Ahora es Landelino Lavilla quien habla continuamente con Adolfo Suárez. "Éramos, por lo general, personas serenas y tranquilas, pero no perdimos de vista ni un solo momento la capacidad de ejecución y la efectividad", desgrana el entonces ministro de Justicia.
Lavilla le cuenta a Suárez, aunque él lo sabe de primera mano, que "Felipe" tiene algunas reservas sobre el documento político. Fraga, para más inri, está a punto de romper definitivamente. Eso de despenalizar el amancebamiento y la venta de anticonceptivos...
18:45. Adolfo Suárez abandona el hemiciclo. Segundos después lo hace González. Se reúnen en otra sala al otro lado del pasillo. "Soltar y retener, soltar y retener...", rememora Lavilla. Lo dejan atado.
Miércoles 27 de octubre de 1977. El Gobierno de UCD se agrieta. Los periodistas insisten en la "crisis". Las facciones más derechistas del conglomerado tachan a su líder, fuera de micro, como una suerte de izquierdista. El documento político a punto de firmarse despenaliza el "adulterio".
De puertas hacia fuera, también son momentos delicados. Suárez acaba de enterarse de que la policía ha descubierto en una redada que los GRAPO preparaban un atentado contra él.
Fraga ha decidido que no firma, envía a la Moncloa a Laureano López Rodó, tecnócrata del Opus Dei y también exministro de Franco. "No se nos podrá hacer responsables de esto", explica tras desdeñar la segunda parte del pacto.
El número uno de Alianza Popular, aunque no firma, protagoniza ese día una fotografía para la Historia. Por la tarde, a las 17.00, se reanuda el pleno en el Congreso, pero el foco está en otro lugar.
A las 20.00 horas, en el Club Siglo XXI, Manuel Fraga presenta una conferencia de Santiago Carrillo sobre "eurocomunismo". Iba a ser una semana más tarde, pero ha habido que adelantarla porque el líder del Partido Comunista y Pasionaria viajarán a la URSS el 2 de noviembre. Adolfo Suárez, al día siguiente, disfruta de la imagen que recoge la prensa. El caminante ya tiene camino.