Juan Gabriel Cotino Ferrer (Chirivella, Valencia, 1950 - Valencia, 13 de abril de 2020), expresidente de las Cortes Valencianas, exvicepresidente de la Generalitat valenciana y exdirector general de la Policía Nacional, fallecía este lunes, a los 70 años, por coronavirus. Su defunción se produjo tras permanecer varias semanas en la UCI del Hospital de Manises.
Con su muerte desaparece uno de los últimos referentes de ese PP valenciano triunfante que en 1991 inició la escalada hacia el poder local y autonómico. Un político del ala democristiana del PP, del “sector católico” y de ese núcleo duro de populares que, como el también desaparecido Manuel Tarancón o Francisco Camps, hicieron carrera política desde el Ayuntamiento de Valencia que dirigió Rita Barberá.
Eterno soltero, orgulloso valencianohablante, procedente de una familia de empresarios agrícolas, agregado del Opus Dei y con apego al pueblo y a las tradiciones, en el ámbito personal destacaba por un profundo sentimiento religioso y una enorme vocación social.
“Recuerdo que en Navidad cogía una furgoneta con alimentos y los iba distribuyendo, personalmente, por hogares sociales de Valencia”, señala un funcionario del Ayuntamiento. “Otras veces, con un coche camuflado, se acercaba al barrio chino para ver en qué condiciones estaban las calles y sus pobladores”, relata la misma fuente.
“Ayudar y proteger” era la consigna política y vital de Cotino. Así bautizó la campaña de lanzamiento de la "Policía de barrio", que implantó en Valencia cuando era concejal, y que luego impulsó en toda España como "Policía de proximidad".
Fue un hombre poliédrico, con anhelos y contradicciones. “Tenía sus claroscuros, como todos, pero era una buena persona”, declara a EL ESPAÑOL uno de sus colaboradores próximos. Su pasión por la política y su obsesión por los entresijos del poder chocaban con una “actitud campechana y devoción por su tierra natal”.
Su carrera política, sin embargo, quedó empañada en los últimos años por distintos escándalos de corrupción, especialmente Gürtel. De hecho, enfermó después de viajar a Madrid para asistir como procesado al juicio por una de las piezas de este caso, el relativo a los contratos con la Televisión Valenciana con motivo de la visita de Benedicto XVI.
Familiares de las víctimas del gravísimo accidente del Metro de Valencia de 2006, en el que hubo 43 fallecidos, le acusaron de haberles ofrecido puestos de trabajo a cambio de que no acudieran a la vía judicial. Él siempre lo negó, y dijo que su intención fue ayudar de buena fe.
Etapas políticas
Otro asunto turbio en el que se vio envuelto fue el caso Erial, por haber trasladado supuestamente 600.000 euros en metálico a Luxemburgo para una sociedad investigada en un proceso en el que Eduardo Zaplana es el principal investigado.
El extenso cursus honorum de Juan Cotino podría resumirse, grosso modo, en tres etapas: su época como concejal en el Ayuntamiento de Valencia junto a Rita Barberá (1991-1996), su época como director general de la Policía (1996-2002) y su más reciente, como presidente de las Cortes Valencianas (2011-2014). Aunque también fue vicepresidente de la Generalitat y delegado del Gobierno.
Su extensa vida política comienza con su ingreso en UCD en 1976, en plena Transición. Más tarde entró en el Partido Demócrata Popular, de inspiración democristiana, para recalar finalmente en las filas del PP.
Como concejal de Rita Barberá asumió las competencias de Seguridad y Servicios Sociales, llegando a crear unidades mixtas que aglutinaban a policías y personal especializado para el auxilio social. “Que alguien asumiera dos competencias tan distintas era impensable por aquel entonces”, confiesan fuentes cercanas a Cotino.
En 1996, siendo José María Aznar presidente del Gobierno, el ministro Jaime Mayor Oreja lo nombra director general de la Policía, cargo que desempeña durante seis años. En este periodo, se convierte en un referente para el ala cristiana y conservadora del PP valenciano.
Como director general de la Policía intenta implantar a nivel nacional la Policía de barrio. En 2002 abandona su cargo y vuelve a Valencia como delegado del Gobierno, hasta que es cesado con el cambio político que lleva a Zapatero a la Moncloa. En agosto de ese mismo año, Francisco Camps lo incorpora a su equipo como consejero de Agricultura.
Constitución y crucifijo
En el Gobierno autonómico la figura de Cotino va ganando peso. Se convierte en vicepresidente tercero a partir de 2007, puesto que alterna desde 2009 con las competencias en Bienestar Social, una de sus grandes obsesiones políticas. La prevalencia de Cotino en el Gobierno autonómico es enorme.
El 9 de junio de 2011, se convierte en el séptimo presidente de las Cortes Valencianas. Jura el cargo frente a una Constitución Española, un Estatuto de Autonomía, una Biblia y un crucifijo. La escena provoca la indignación de la izquierda.
Durante su mandato, la situación judicial del PP se vuelve insostenible y el propio Cotino entra en una espiral de descrédito y desgaste. En 2014, también se ve implicado en la investigación del caso Brugal y en octubre de ese año, con la legislatura en su tramo final, dimite.
Los últimos años en política terminaron por debilitar a Juan Cotino: la dimisión de su amigo Camps, la muerte de su también íntima Rita Barberá… y las instrucciones judiciales contra él, que fueron la gota que colmó el vaso.
Pese a todo, quienes le conocieron aseguran que su vitalidad no desapareció, y que disfrutó de sus últimos años dedicado al sector empresarial y al retiro por largas temporadas en Chirivella, donde siguió realizando multitudinarias paellas para amigos, como las que cocinaba cuando era director general de la Policía e invitaba a responsables policiales, cargos del Ministerio del Interior, agentes rasos, vecinos del pueblo, políticos de todo signo y periodistas.
Con Juan Cotino se ha ido uno de los últimos referentes de aquel PP valenciano que fue hegemónico, un político que procuró compaginar su actividad con sus creencias y un hombre cuya brillante carrera quedó ensombrecida al final por escándalos de corrupción.