Pedro Sánchez dejó el traje azul en el armario. No se puso la corbata negra, sino una en tono un gris oscuro con topos fucsia. Pero su americana, esta vez sí, se acercaba al luto que le llevan semanas reclamando los grupos de la oposición. Sobre todo, Pablo Casado, quien pidió hace ya semanas la declaración de duelo nacional, puso las banderas de las sedes del PP a media asta, así como las de las administraciones que gobiernan los populares.
El presidente compareció en Moncloa e hizo lo posible por no poner el nombre del líder del PP en su boca ni una sola vez. Lo logró, en la hora larga de presencia sabatina ante las cámaras en horario de máxima audiencia. Anunció una nueva prórroga del estado de alarma, lamentó la situación de las "más de 20.000 familias que han perdido a un ser querido" -víctimas que le demacran el rostro y la fama de semana en semana- y abrió la mano para que España no sea el único país que no deja salir a sus niños de casa.
Pero ni dio detalles de todas esas decisiones -"este domingo escucharé a los presidentes autonómicos", alegó- ni tuvo el detalle de tratar al líder de la oposición como tal. Es más, en medio de lo que el PP ya ha bautizado como el "Aló Presidente de cada fin de semana", fuentes del partido de Casado lamentaban que el presidente no hubiera llamado a Casado para comunicarle la nueva prórroga del confinamiento por 15 días más.
Sánchez no dijo su nombre ni el del PP ni cuando habló de que el lunes tiene una videoconferencia con él -"el lunes cerraré mi ronda con los partidos políticos"-, ni siquiera cuando fue preguntado expresamente por la relación entre ambos: "¿Qué le impide coger el teléfono y llamarle?". Ante la cuestión, el líder socialista se salió por peteneras y se limitó a celebrar "la buena predisposición de los líderes políticos para el acuerdo".
Baste recordar que en la última sesión de control en el Congreso, Casado le afeó que "sólo hemos hablado cuatro minutos en 24 días" mientras el presidente le reclamaba unirse a sus pactos sin darle siquiera un borrador de los mismos. "Quizás usted lo que quiere es que cuando caiga el telón seamos nosotros corresposables de su desastre", le espetó el popular.
La semana anterior, en la sesión para votar segunda prórroga del estado de alarma, el presidente del PP llegó a preguntarse en alto si "de verdad el jefe del Ejecutivo quiere que se lo aprobemos", al subir al estrado después de las invectivas durísimas de la intervención de la portavoz del POSE, Adriana Lastra. También Sánchez había sido especialmente hiriente en su réplica, justo después de la política asturiana. Un par de semanas antes, la queja del PP había sido aún más desesperada: "Ni siquiera lo ha mirado al contestarle".
Pero el presidente, a la hora del telediario, seguía fijo en su discurso... "Todos tenemos que incorporarnos, es una guerra que necesita de la unidad de todas las fuerzas políticas", apuntó después, ante una nueva pregunta en la rueda de prensa.
¿Pactos sin el PP?
"Unidad no es uniformidad", apuntó para apuntalar su argumentario, "porque cuando apelamos a la unidad es para que nos sumemos todas las familias políticas para que salga adelante la gran familia española". Y tras el amago, volvió al ataque: las cosas que "no son sustantivas ahora en la reconstrucción", aunque "lo sean para algunas formaciones políticas", remarcó, "no deberían parar" el acuerdo.
Y es que ésa era su respuesta a la siguiente pregunta sobre Casado. "A las fuerzas con más responsabilidad, más les compete esta apelación", insistió. Pero, de nuevo, evitó detallar su posición de valorar si estaría dispuesto a cerrar los nuevos Pactos de la Moncloa "si el PP se niega a sentarse a esa mesa", como le fue planteado. Porque una vez más se centró en que "los ayuntamientos, las provincias y las CCAA" serán parte sustancial de los acuerdos.
Lo que parece evidente es que Sánchez no quiere darle un peso mayor a Casado, pese a ser el líder de la oposición y a pesar de que le reclama "mayor responsabilidad" que a los demás. En su discurso inicial y en todas y cada una de las ocasiones en que se le preguntó al respecto, incluyó al PP en un mismo conjunto, entre los demás líderes políticos, todos los presidentes autonómicos, la representación de la Federación de Municipios y Provincias (FEMP), la cita con los agentes sociales...
El PP no le cree
Así, Sánchez gastó 30 minutos largos en su duodécima intervención ante la ciudadanía desde el inicio del confinamiento. Pero ni en ese discurso ni en las preguntas de los periodistas -otra media hora larga- pronunció las palabras "Pablo Casado". Pero sí le hizo un guiño a Inés Arrimadas, cuando admitió que cuando propuso hace unos días los nuevos Pactos de la Moncloa, también lo habían hecho "otras fuerzas políticas".
De hecho, la presidenta de Ciudadanos presumía, pocos minutos después de la intervención de Sánchez, de que el presidente ha asumido su "propuesta con ese mismo guion".
Horas antes, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, había reclamado al presidente una “oferta sincera” para los acuerdos de reconstrucción. Sobre todo, que lo que se pacte no esté “redactado desde Galapagar”.
Los populares no se ven compatibles con Unidas Podemos, cuya prevalencia en las medidas aprobadas -"sin acuerdo, sin consulta, y sin siquiera informarnos", insisten fuentes del PP- ven ya irreversible: "Por eso votamos no a dos de sus decretos y nos abstuvimos en el otro", la semana pasada, "porque llevan la economía al precipicio".
García Egea, consciente de que es el propio Sánchez quien de la mano de Iglesias está preparando el documento que presenten a las fuerzas políticas -como ya informó este periódico-, dijo que eso no les vale. El PP necesita, dijo, "medidas que mejoren la vida de los españoles, no que mejoren sólo la vida de Sánchez”. Y arremetió contra el Gobierno y asegurando que la “incompetencia” del presidente “ha convertido el mando único” que ostenta el Ejecutivo bajo el estado de alarma en “un caos total”.
Sánchez comparecía para anunciar que el nuevo estado de alarma no será uno sino "distintos estados de alarmas". Y que en esta situación se dará un primer paso: que los niños puedan salir a la calle, como "pequeño alivio", porque la regla general de confinamiento "seguirá en vigor durante el mes de mayo"
Sin aclarar tampoco la edad de los menores a los que abrirá la mano por mucho que se le preguntó -"no está definido aún"-, no respondió a si este verano "podremos salir de vacaciones", no aclaró cuándo ni dónde se va a hacer el estudio de seroprevalencia para avanzar en la desescalada -anunciados hace ya dos semanas-, no supo decir qué pasará con los sanitarios contratados para la emergencia cuando ésta acabe -"no lo hemos analizado"-, ni definió los famosos "marcadores" que le ha diseñado el "equipo multidisciplinar" para "ir dando pasos, adelante o atrás" en la "vuelta a la nueva normalidad".
Desescalada asimétrica
Esto tenía que ver con que su nuevo estado de alarma presentará diferencias de los anteriores en el espacio y en el tiempo. En el espacio, porque habrá distintas situaciones según los territorios, como le lleva reclamando Quim Torra desde hace más de un mes. Y en lo temporal, porque desde la próxima prórroga, "que pediré este miércoles en el Congreso", abrirá la mano para que "los niños puedan salir a la calle, con controles".
Después de un mes defendiendo un "confinamiento simétrico", las realidades, dijo, ahora "son distintas, y el impacto es diferente". Por eso "habrá un corpus global pero en función de la evolución y el impacto habrá distintas respuestas y distintas escalas". Eso sí, para no dejarle otro flanco abierto a la oposición del PP, aclaró que la desescalada "asimétrica" por zonas "no tienen por qué ser Comunidades Autónomas, ni provincias".
"Una guerra sin bombas"
Los pasos se darán basándose en los marcadores diseñados por ese "equipo multidisciplinar que lleva trabajando semanas en ello". Lo que le permitirá tomar las decisiones políticas para avanzar en la desescalada, detenerla y, "si hace falta, volverla atrás".
Eso sí, insistió en que el país que nos encontremos a la salida del confinamiento "no será el mismo". No sólo por las medidas de distanciamiento social, sino por "las empresas cerradas y los trabajos perdidos". Tan distinta será "la nueva normalidad", dijo, "como para que nadie menor de 90 años la haya conocido".
El FMI, ahora sí creíble -no como cuando la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, desestimó sus previsiones el martes pasado-, "prevé la peor caída del PIB español desde la Guerra Civil". Por eso serán "los estragos de una guerra sin bombas" lo que nos encontraremos al final del confinamiento.
Y, entonces, "habrá dos caminos", dijo: "La rabia, el desánimo y el provecho partidista; o acometer unidos el esfuerzo de la reconstrucción". Sánchez se comprometió, "de corazón" y de palabra, con la unión para "el relanzamiento del país". Ahora falta que Pablo Casado sienta que también se compromete de obra.