La jornada de 11 horas en el Congreso de este miércoles dio para mucho: 15 días más de estado de alarma, sugerencias de que empieza el desconfinamiento, negativas de que esto sea una desescalada, niños de paseo, niños al súper... un decreto convalidado, dos consejos europeos fracasados y ruegos por lograr apoyos para el que se celebra este jueves; no una, ni dos, ni tres, sino hasta 15 preguntas al presidente, vicepresidentes y ministros, tres interpelaciones y, pasadas las 20.00 horas, las votaciones.
Pero sobre todo dio para que se notaran nuevos equilibrios parlamentarios como consecuencia del pecado original del Gobierno de coalición: su debilidad parlamentaria.
Ante la desafección cada vez más evidente de Esquerra Republicana, presionada por la posición de la CUP a su izquierda y JxCat a su derecha, Pablo Iglesias jugó su papel de 'pegamento' con los socios periféricos acercando al Gobierno al PNV y a EH Bildu.
De la respuesta que le dio al nacionalista Aitor Esteban a una de sus preguntas parlamentarias -"¿Cree que una política basada en anuncios imprecisos, contradictorios y no consultados sobre supuestas medidas es propia de una gestión ordenada, planificada y compartida de la crisis?"- lo que quedaron fueron sus lisonjas: "Sé que es usted buena persona, ojalá a nivel nacional tuviese este Gobierno una derecha tan civilizada como la del PNV".
Y la pregunta parlamentaria que planteó Mertxe Aizpurua, portavoz de los abertzales, al Gobierno en su conjunto -"¿Se compromete el Gobierno a restablecer y respetar todas las competencias, acabando con el mando único establecido, inmediatamente tras finalizar el estado de alarma?"- se la pidió él para la contestación.
"Ustedes y nosotros gobernamos juntos en Rentería", evocó el líder de Unidas Podemos, "y no sólo porque nosotros seamos un partido vasco con alianzas en el resto del país, sino porque lo hacemos bien", celebró. "Hay momentos que la excepcionalidad llama a consensos independientemente de lo que voten los ciudadanos", le dijo Iglesias a Aizpurua que le pedía no dejarse llevar por las presiones "recentralizadoras" de la derecha en la mesa de reconstrucción social y económica.
"Ya rectificarán", repuso el vicepresidente, "hay consensos transversales que no tienen tintes políticos ni patrióticos, pero ustedes han demostrado una lealtad desde el inicio de esta crisis que ya querríamos en la bancada conservadora para los consensos de país".
Extraños compañeros
La "responsabilidad de Estado" está asegurando el voto favorable del PP y de Ciudadanos a las sucesivas renovaciones de la concesión de poderes especiales a Pedro Sánchez, para quien dedicaron en dos sucesivas campañas electorales todo tipo de epítetos.
Al mismo tiempo, la derecha radical de Vox se encuentra con que cada quince días Santiago Abascal vota al unísono con los grupos a los que más desprecia: los antisitema de la CUP y, este miércoles, los independentistas burgueses de JxCat.
Y es en Cataluña -de nuevo Cataluña- donde se desequilibra la cuerda floja de los apoyos que reúnen Sánchez y Pablo Iglesias. Después de más de un mes sin coger el AVE a Madrid, Laura Borràs, la portavoz del partido de Carles Puigdemont y Quim Torra se presentó en el palacio de la carrera de San Jerónimo para relanzar la carrera separatista con Esquerra.
Los de Gabriel Rufián ya se descolgaron exigiendo la recuperación de la mesa de negociación de los separatistas para no boicotear los nuevos Pactos de la Moncloa. Y llevan desde el inicio de este proceso absteniéndose.
Pero la vieja Convergència votaba no esta vez esgrimiendo argumentos que ya nada tenían que ver con los criterios técnicos sobre el confinamiento, sino con su propia ideología separatista: "Por supuesto que suscribo que una república catalana habría gestionado mejor la crisis del coronavirus", le espetó Borràs a un Sánchez incrédulo.
Advertencia peneuvista
Un movimiento táctico que obligaba al portavoz republicano a blandir la amenaza: "Nuestra abstención se acerca cada vez más al no", proclamó desde el atril. El discurso de Rufián estaba siendo desde el pasado 14 de marzo muy comprensivo con los "errores", las "improvisaciones" pero exigente en la necesidad de "un confinamiento más estricto". Este miércoles se apuntó a los reclamos de una desescalada diferenciada por territorios.
Y esa idea también sirvió a Aitor Esteban (PNV) para darle una vuelta más de tuerca a las apreturas del Ejecutivo en la Cámara Baja. "Vaya pensando en ello", se dirigió personalmente el portavoz peneuvista a Sánchez: o le dan al País Vasco la competencia de definir los ritmos y zonas del desconfinamiento o ya "no votará afirmativamente si en 15 días vuelve usted con otra prórroga".
Y es que con el PP y Cs atrapados en su "sentido de Estado" los partidos periféricos de uno u otro corte tienen un campo más abierto para jugar sus bazas que cuando deben negociar apoyos a su Gobierno a cambio de concesiones para su Comunidad Autónoma. Pero Iglesias supo rentabilizar sus intervenciones desde el escaño y la tribuna para prevenir una escalda separatista catalana y acercarse en seducción política a los vascos del PNV y de EH Bildu.