Pedro Sánchez ha elegido la provincia como unidad de medida para el desconfinamiento. Su gesto entraña la resurrección de una entidad administrativa cuyo verdadero poder se diluyó con el estreno de las Comunidades Autónomas. Tras el fragor de los estatutos republicanos, Franco las convirtió en el exponente organizativo más señero del régimen. Las adhirió al territorio mediante una sobredosis de Gobiernos Civiles.
De aquello, cuarenta años después, quedaban unas diputaciones casi siempre en el candelero debido a su mastodóntica estructura. A partir de ahora, serán el centro neurálgico de los "indicadores" consultados por Moncloa para ajustar la "desescalada".
La elección de Sánchez ha disgustado a la oposición, pero también a los barones del propio PSOE. Los nacionalistas exteriorizan su "temor" a que vuelvan modelos de "pasados oscuros". Las diputaciones provinciales, tantas veces concebidas como agencias de colocación por la política tradicional, se habían transformado en fantasmas a efectos de poder.
Tomás Ramón Fernández, catedrático de Derecho Administrativo y miembro de la Comisión de Expertos para las Autonomías establecida en 1981, lo define así en conversación con este periódico: "El régimen local constaba de dos niveles, el municipal y el provincial. Con la llegada de las Comunidades, las provincias quedaron comprimidas y desdibujadas".
Tan "desdibujadas" que las autonomías uniprovinciales no cuentan con diputaciones. Tampoco las islas. "Es verdad que, en gran cantidad de sitios, la provincia es una cosa equívoca y borrada", apostilla Fernández.
En la reunión del pasado domingo, los presidentes autonómicos trasladaron a Sánchez su malestar. Los motivos de queja fueron distintos, pero casi todos conducían a un mismo ruego: establecer el "área de salud" como unidad de medida. Si eso ocurriera, argumentaron los presentes, la desescalada se tornaría "más eficaz".
Javier Lambán, presidente de Aragón, y Emiliano García-Page, de Castilla-La Mancha, ponen como ejemplos las provincias de Zaragoza y Guadalajara respectivamente. La realidad de las ciudades más pobladas poco tiene que ver -en porcentajes de contagio- con la de la España vaciada. Si se aplica el criterio provincial, los municipios asumirían el mismo método de desconfinamiento que las grandes ciudades.
Los argumentos de los presidentes del PP, en ese sentido, son similares. Ciudadanos, en cambio, da un paso más allá. Las fuentes consultadas por este diario apuntan a una de sus banderas fundacionales: la abolición de las diputaciones, a las que Albert Rivera solía definir como "grasa del Estado".
Torra y el PNV
Los nacionalistas, da igual cuál sea el asunto a debatir, siempre han estado en contra de las provincias. Así lo han manifestado Quim Torra y Carles Puigdemont, que han tachado la medida de "despreciativa y recentralizadora".
En el segundo adjetivo tienen razón: la elección de la provincia como vara de medir permite a Sánchez amarrar el control de la gestión. Se trata de un refuerzo del "mando único". Si se hubieran elegido las áreas de salud -exigencia de varios presidentes autonómicos-, las Comunidades se habrían reafirmado como filtro indispensable de la actuación del Gobierno, ya que esos departamentos, al estar la competencia de Sanidad transferida, responden ante los Ejecutivos regionales.
El PNV también ha cargado contra la resurrección de la provincia. El lehendakari Urkullu ha pedido a Sánchez que apueste por la autonomía como unidad métrica. "Para ellos, todo lo que supone reforzar la personalidad de las tres provincias vascas, que tienen muchísima historia, conlleva disminuir la del Estado vasco que pretenden construir", razona Guillermo Gortázar, historiador y exdiputado del PP.
Origen de la provincia
"Es verdad. Las provincias son un elemento jacobino, centralizador", refuerza Gortázar. Al contrario que su expartido, concibe "eficaz" esta elección. "Desde su origen, consisten en una especie de adaptación de la geografía a la política", concluye.
Las provincias nacieron en la cabeza de un afrancesado llamado Javier de Burgos. Periodista, jurista, dramaturgo y poeta. Corría 1833. Antes, habían sido alumbradas por las Cortes de Cádiz en 1812, pero no se llegaron a aplicar correctamente a causa del regreso del absolutismo. Otro tanto sucedió durante el Trienio Liberal (1820-1823) y de nuevo apareció Fernando VII para enviarlas al desguace. No fue hasta la muerte del mencionado rey cuando De Burgos, previo encargo de la regente María Cristina de Borbón, entregó y puso en marcha su proyecto.
Desde entonces -a grandes rasgos- la división provincial de España no ha variado demasiado. Antes había más porque el país contaba con varias colonias africanas, a las que se dio rango de provincia.
A partir de ahora, y hasta bien entrado junio, la palabra "provincia" regresará a la primera línea del debate público. No lo hacía desde el estreno de las Comunidades Autónomas una vez aprobada la Constitución de 1978.