Una de las tácticas más conocidas del equipo de comunicación que asesora al presidente del Gobierno es el desdoblamiento de los portavoces del PSOE en dos equipos distintos. Uno de esos equipos es el encargado de los mensajes conciliadores. El otro, el encargado de bombardear las posiciones enemigas con munición propagandística de bajo coste electoral y alta letalidad mediática.
En el Congreso de los Diputados, la función conciliadora suele recaer en Pedro Sánchez. La castigadora, en la portavoz del grupo socialista, Adriana Lastra.
Sea o no por su beligerancia, y a diferencia de su antecesora en el cargo, Margarita Robles, Adriana Lastra no ha conseguido jamás ganarse el respeto de los partidos de la oposición. Mucho menos la etiqueta de 'conciliadora' o 'dialogante'.
Lastra, de hecho, cumple una función similar a la que cumplía Rafael Hernando en el Grupo Popular durante la presidencia de Mariano Rajoy. Es decir, la de 'doberman' al que azuzar a la búsqueda del punto débil del oponente.
También, la de pararrayos del presidente. La belicosidad de Lastra es tal que su figura suele acabar convertida en sumidero de la indignación de los críticos con el Gobierno.
La capacidad de Lastra para dinamitar con su prosa –"cacatúa", "bárbaros", "propagadores de bulos"– la poesía que el presidente derrama sobre la oposición sólo unos minutos antes ha hecho sospechar a muchos diputados de la oposición que su función no va en realidad mucho más allá de enardecer a los suyos y alimentar de consignas a las televisiones afines.
Es decir, una función más propagandística que estrictamente política.
Fidelidad al presidente
Lastra fue nombrada portavoz del Gobierno en 2018, después de que Pedro Sánchez alcanzara la presidencia del Gobierno tras la moción de censura contra Mariano Rajoy.
Su fidelidad absoluta al presidente, el nombramiento como ministra de Defensa de Margarita Robles y la obviedad de que la moción había triunfado gracias al apoyo de los partidos más extremistas e imprevisibles de la Cámara Baja pavimentaron el camino de Adriana Lastra hacia la portavocía del PSOE.
Los tiempos en los que Pedro Sánchez se vendía como un político conciliador y con sentido de Estado dieron paso a un perfil mucho más agreste y cuyas víctimas prioritarias suelen ser el PP y Ciudadanos. Lastra ha sido además, con frecuencia, la encargada de negociar con los partidos más incómodos de la Cámara: Bildu, ERC, JxCAT y la CUP.
Adriana Lastra fue la escogida para encarnar ese cambio de rumbo desde un PSOE de palomas con los partidos constitucionalistas, y halcones con Podemos y el nacionalismo, a un PSOE invertido de palomas con Podemos y el nacionalismo, y halcones con la oposición constitucionalista.
"Cacatúa" e "irresponsable"
Pero ha sido durante los dos últimos meses, los de la epidemia, cuando la política asturiana ha dado el do de pecho y ha contado sus intervenciones parlamentarias por polémicas. La última, cuando el pasado miércoles 6 de mayo, Lastra aludió a Teodoro García Egea de de manera despectiva durante su intervención en el Congreso de los Diputados con la frase "esa cacatúa no deja de hablar ni un momento".
Durante esa misma intervención, Lastra ironizó sobre "el agudo instinto político" de Pablo Casado, le acusó de haber traído a la Cámara un informe falso de "un señor australiano", le pidió que no hiciera "más el ridículo" y acusó al PP de contaminar el clima político y de ser "la oposición más irresponsable del continente".
No ha sido una excepción. El miércoles 22 de abril, Lastra afirmó en el Congreso que "en la derecha española se respira un clima enrarecido de rencor" y acusó a Casado de "menospreciar al personal sanitario y al de las residencias" e incluso a la UME.
El jueves 9 de abril, la portavoz socialista calificó a los populares de "capitanes a posteriori", afirmó que PP y Vox incitan a la desobediencia y "boicotean" el esfuerzo de todos, y acusó a Casado de fomentar bulos y mentiras en las redes, además de esperar que al Gobierno "le vaya mal en una crisis como ésta" y de publicar "tuits llenos de odio".
Fue en esa misma sesión cuando Lastra afirmó que los errores de Casado al no apoyar incondicionalmente al Gobierno le acompañarán toda la vida. "Equivocarse una vez puede ser un error", dijo la portavoz socialista, "pero ustedes se equivocan sistemáticamente siempre, y eso ya no es un error. Es una estrategia, una estrategia indigna y dañina. Señor Casado, este error le perseguirá toda su vida".
Ataques a la prensa
Pero la agresividad de Lastra no se limita a sus intervenciones en el Congreso de los Diputados o frente a las cámaras de televisión. Su cuenta personal de Twitter rebosa mensajes en los que ataca a la oposición o a la Comunidad de Madrid mientras reclama "unidad" y exige que no se alimente la crispación.
En otros mensajes, la portavoz socialista se ha arrogado incluso el poder de decretar que Madrid no pasara a la fase 1 horas antes de que los expertos decidieran sobre la cuestión, ha tergiversado noticias para intentar dañar a Isabel Díaz Ayuso o ha cargado contra la prensa libre calificándola de "brunete mediática".
La elección, o el mantenimiento, de Adriana Lastra como portavoz del Gobierno durante los meses de la epidemia no es casual y se compadece mal, en opinión de muchos diputados de la oposición, con esa petición de "unidad y lealtad" que el presidente del Gobierno ha reiterado por activa y por pasiva.
"No sé si elegir a la señora Lastra como portavoz en un momento como éste para hacer estos debates es tener credibilidad a la hora de pedir unidad", dijo Inés Arrimadas este miércoles en el Congreso. "Hoy no nos ha tocado la ira de la señora Lastra porque hemos votado algo que les gusta, pero ya me tocará en el siguiente pleno o en el otro, cuando vote algo que no le guste al Gobierno".