Fernando Grande-Marlaska y una misma respuesta revestida de mil maneras distintas. Aunque siempre con la misma conclusión: "¿Injerencias? No las ha habido ni las habrá mientras sea ministro del Interior". El exmagistrado ha exhibido incredulidad ante las recriminaciones de PP, Vox y Ciudadanos por el descabezamiento de la Guardia Civil.
Cuando la batería de preguntas de la oposición llegaba a su fin, Pedro Sánchez ya no estaba en el Congreso. Ha sido Pablo Iglesias quien, con su gesto, ha levantado a toda la bancada socialista. El vicepresidente ha comenzado a aplaudir sentado, pero acto seguido se ha incorporado y ha lanzado la mirada a los diputados del PSOE, que le han correspondido inmediatamente.
El movimiento de Iglesias no es mera circunstancia. Supone la ratificación del Gobierno a Marlaska y el aviso de que, en este caso, no habrá dos almas en La Moncloa. PSOE y Unidas Podemos han aireado la conclusión alcanzada: no dejarán caer al ministro del Interior.
A lo largo de la mañana, Marlaska se ha defendido durante más de media hora de los diputados de la oposición, que le han pedido explicaciones por el cese del coronel Pérez de los Cobos. En todo momento, ha tenido la aprobación de su grupo.
El instante concreto que ha empujado a Pablo Iglesias ha sido esta respuesta del ministro a Gil Lázaro, un diputado de Vox: "En otras ocasiones no llegaban los informes porque se cambiaba a la gente para que no se realizaran". O dicho de otra manera: Marlaska ha insinuado que, en tiempos del Partido Popular, la politización de la Justicia era tan fuerte que ni siquiera se redactaban documentos como el que la Guardia Civil ha preparado sobre el 8-M.
Entonces ha llegado el impulso de Pablo Iglesias, que ha activado a los diputados socialistas. El PSOE aplaudía, pero sentado. El cierre de filas del líder de Unidas Podemos dibuja también, en este asunto, una dinámica de bloques. PP, Vox y Ciudadanos exigen la dimisión y el Ejecutivo la descarta.
Marlaska, irónico, ha respondido al parlamentario de Vox: "Hace un flaco favor a la Guardia Civil cuando la nombra. Denotan un profundo odio con sus falsedades y descalificaciones. Me han llamado censurador, han dicho que abuso de la Constitución. Incluso dicen que me van a engrilletar por indigno y criminal".
Gil Lázaro, por su parte, ha contraatacado: "Su conducta ha sido miserable, mentirosa y presuntamente delictiva. Pone en riesgo el Estado de Derecho. Carga contra los funcionarios que se resisten a las presiones. Es francamente miserable. ¡Qué vergüenza!".
Marlaska ha agotado así su turno de palabra: "Por más que repitan una mentira, no va a ser verdad. No están por encima de la ley. No patrimonialicen a la Guardia Civil. No refieran falsedades. No hay injerencias con otro poder del Estado".