"El ministro Marlaska cuenta con todo el apoyo del Gobierno de España y, en cabeza, del presidente Sánchez". Y ya está. En eso se resume la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Porque a pesar de que hubo novedades políticas, nadie las tendió mucho y no hubo periodista que no preguntara por la publicación de la carta de destitución del coronel Pérez de los Cobos, que desnudaba a la directora general de la Guardia Civil y al ministro del Interior.
Pero el Gobierno convirtió el motivo del cese en su cargo del coronel en su propia coartada: "No tuvimos acceso al informe, eso ha quedado demostrado", así que no hay polémica para el Ejecutivo. Más si a eso se le añade que "cuando se pierde la confianza en un cargo de libre designación, no hay por qué dar explicaciones", más allá de que estemos en democracia y los ciudadanos tengan derecho a saber qué y por qué hacen sus representantes.
Total, que la insistencia del Gobierno en que no vio el informe sobre el 8-M acabó en su autoinculpación al decir que por ello echó a Pérez de los Cobos.
Cuatro vías de defensa
La ministra portavoz, María Jesús Montero, desarrolló cuatro vías de defensa para Fernando Grande-Marlaska. La primera, que se tiene todo el apoyo de Moncloa; la segunda, que tiene derecho a echar a quien quiera "sin dar explicaciones"; la tercera, que, en todo caso, sus explicaciones "siempre han sido coherentes"; y la cuarta, que el documento publicado por EL ESPAÑOL y otros medios "demuestra que no se tuvo acceso al informe, no hubo injerencias".
Ésta última fue la más curiosa, porque consistía en cerrar sobre sí mismo el círculo vicioso de la supuesta injerencia del exjuez en el trabajo de un tribunal. Y fue la más difícil de tragar, al punto de que se le recordó a Montero la textualidad de las respuestas de Marlaska en el Parlamento, la semana pasada. El ministro dijo que "ni yo ni nadie del Ministerio nos hemos interesado ni por el informe ni por su contenido". Una frase que desmonta el tercer punto de la defensa desplegada desde Moncloa para el titular de Interior.
Tiene razón el Gobierno ha justificar que la salida de Pérez de los Cobos es un caso de "cese por libre designación", pero a la cuarta pregunta sobre el tema, Montero ya se desvió hacia la teoría de la conspiración: "Llama la atención la utilización que algunos quiere hacer para hacer de esto algo ajeno a la normalidad normal". Porque, insistió, "las pérdidas de confianza se producen por muchos motivos"... pero no entraba en el detalle de cuál fue precisamente este motivo. ¿Y por qué? Porque, según la ministra, "no hay por qué dar explicación alguna a una destitución de cargos de libre designación".
Es más, esa segunda pata en la que apoyaba la ministra el pararrayos de Marlaska, la elevó ella misma a categoría: "Mañana, el presidente nos puede destituir porque sí y sin decirnos por qué, eso es lo importante". La cosa sonaba, pues, a cuando un presidente de club de fútbol ratifica su total confianza en el entrenador del primer equipo... la antesala del cese.
"Es muy querido"
Porque a cada respuesta se sumaba una coletilla sobre el "rigor", la "exquisitez", el "prestigio", la "generosidad" y el "cariño" incluso que se tiene en el Consejo de Ministros por Fernando Grande-Marlaska. "El apoyo es total, como no podría ser de otra manera".
Ya hay mesa en la sala de prensa del Consejo de Ministros. Y ministros hablando de anteproyectos de ley sobre economía circular, nombramientos de personal, normativas sobre buceo... La "nueva normalidad" se parece mucho a la vieja, salvo en lo tocante a que hay al menos 30.000 españoles menos para atender las explicaciones del Gobierno y en que el paso del coronavirus ha dejado, también, efectos políticos.
Por ejemplo, en el ministro del Interior, que no salió a apagar su nuevo fuego este martes porque ya le tocó de manera imprevista hace siete días. Dos veces seguidas habría sido admitir la crisis en el Ejecutivo. Pero el chaparrón sobre Fernando Grande-Marlaska no escampa. Y sus explicaciones son huidas hacia delante improvisadas -y contradictorias- ante cada novedad sobre la caída en dominó de toda la cúpula de la Guardia Civil como consecuencia del informe a la juez por la investigación sobre la marcha del 8-M.
Este martes era el documento por el que la directora general proponía la destitución del coronel Pérez de los Cobos. Justifica María Gámez su "pérdida de confianza" en que el jefe de la comandancia de Madrid no le enseñó el informe que la juez exigía mantener en secreto. Y lo pone por escrito, con sello oficial. La oposición, PP y Cs, ya ha exigido la dimisión del ministro. Pero Moncloa, según ha sabido este periódico, le sigue mostrando su plena confianza.
"Tiene un reconocido prestigio profesional, ha sido impecable en su trayectoria persona y profesional. Es una persona querida por el conjunto del Gobierno y de los ciudadanos", continuó Montero. "Marlaska es generoso, porque no es fácil ser ministro del Interior, porque es una persona independiente que no ha dudado en dar un paso al frente aunque en la política, donde a veces no corren buenos momentos".
Sexta prórroga, a la carta
En el Consejo de Ministros se aprobó también la sexta "y última" prórroga del estado de alarma, hasta la medianoche del 21 de junio, domingo.
"La epidemia está en una fase de control", dijo el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Y por eso los últimos 15 días de la alarma pasan "de la cogobernanza a la gobernanza plena" de las Comunidades Autónomas que entren en la Fase 3. "Esto quiere decir que el presidente podrá tomar decisiones en cuanto actividades y restricciones", y como ya anunció EL ESPAÑOL, "incluso el fin de la permanencia en la Fase 3 y el levantamiento del estado de alarma en su territorio".
Este punto fue una de las exigencias del PNV para dar el voto afirmativo el miércoles en el Congreso. Los nacionalistas vascos se sorprendieron en la mañana de este martes por los términos de lo pactado por el Ejecutivo con Ciudadanos, y anunció que revisaría la compatibilidad de esos puntos con los acordados por ellos previamente. "El PNV dice que ambos pactos son compatibles", alegó Montero.
Ahora, el lehendakari es quien decide hasta cuándo dura el confinamiento en el País Vasco, por ejemplo.
Es decir, para entendernos, aunque la desescalada tenía que ser "prudente y cautelosa", las fases ya no tienen que durar dos semanas. Curiosamente, tampoco la última, la que quizá dé más respeto. Pero no podremos aclarar -ya que el ministro no lo explicó- qué pasará con las regiones o autonomías que no hayan entrado siquiera en su Fase 3 tras el fin del estado de alarma. Por ejemplo, Madrid, casi toda Castilla y León y la zona metropolitana de Barcelona.