Se acaba el estado de alarma, eso quedó claro en el discurso de Pedro Sánchez en el que pedía la sexta prórroga de la excepcionalidad, es decir el séptimo tramo de 15 días en el que se mantendrán sus capacidades supremas. Pero no se acabarán las restricciones. El presidente ha anunciado que, todavía con todo el poder en la mano, el Consejo de Ministros aprobará el próximo martes un real decreto con medidas de restricción sanitaria "que se mantendrán mientras no tengamos una vacuna o un tratamiento efectivo contra el Covid-19".

Ésa fue la sorpresa y, quizá, la demostración de que alguna razón sí habitaba en las llamadas en el desierto de la oposición del PP cuando decía que "sí hay plan B". Entre otras cosas, porque esa medida vendrá a paliar la falta de resortes en el que se quedarían Madrid, Barcelona y gran parte de Castilla y León cuando el día 22 de junio se levante el estado de alarma y estos territorios sólo estén pasando -si no hay retrocesos- a la Fase 3 de la desesclada.

Porque la otra gran novedad de este nuevo tramo del estado de alarma que anunció Sánchez es que "si empezamos en el mando único y luego pasamos a la cogobernanza, ahora llegamos a la gobernanza plena" para las Comunidades Autónomas. "Los presidentes y presidentas de cada región tendrán la capacidad decisión total sobre las medidas de restricción y alivio e incluso sobre la duración del último tramo de la transición hacia la nueva normalidad".

Sánchez anuncia un "decreto de restricciones sanitarias" tras la útlima prórroga

Es decir, que el lehendakari podrá decidir si levanta el estado de alarma "porque ya ha acabado la emergencia sanitaria en su Comunidad", dijo el presidente. Y eso permitiría a la presidenta Díaz Ayuso que Madrid salte en dos días de la Fase 2 al find e la excepcionalidad, eso que tanto ha anunciado que desea "poner en marcha la economía en su totalidad"...

El nuevo decreto que impondrá el Gobierno de Sánchez -basado en la ley general de Sanidad y la de medidas especiales de Salud- le dará facultades para modular esto último. Las medidas se abordarán previamente en un consejo interterritorial de salud con el objetivo de "aunar en una sola norma las restricciones que tendrán que seguir hasta que haya una vacuna o un tratamiento eficaz para el coronavirus".



Medidas que, añadía el presidente, permitan recuperar los hábitos anteriores con "total seguridad" y eviten el riesgo de rebrotes de la pandemia.

Un pleno distinto

Parecía casi una reunión extraordinaria de verano, o la última clase antes de las vacaciones. Quizá por el atuendo de algunos, o por lo saludos y sonrisas que se adivinaban tras las mascarillas antes de comenzar el pleno.

Algunos se veían por primera vez en mucho tiempo, porque la ocupación del hemiciclo ya no fue tan desoladora como en las cinco prórrogas anteriores. Pedro Sánchez guardó su minuto de silencio, en pie junto a los demás y subió su corbata negra por primera vez al atril para pedir una prórroga de la alarma, la última. Se supone.

"Hemos superado los peores momentos de la pandemia, los peores meses de nuestra democracia, lo peor ha pasado", proclamó el presidente. La cosa sonó a modo del "misión cumplida" que otras veces hemos visto al final de las guerras libradas por otros países en territorios lejanos. Pero Sánchez hablaba de España y de sus muertos.

"Hoy que subo a por la sexta prórroga del estado de alarma tenemos cero muertos por el coronavirus", dijo para reivindicar sus estadísticas. Ésas que cada vez se cree menos gente, dado el caos de las últimas semanas.

Estado de la nación

Y una vez fabricada esa nueva atmósfera, el presidente cambió el objetivo del pleno y lo convirtió en una suerte de sesión de debate sobre el estado de la nación. Un debate que lleva años sin celebrarse, desde que hubo moción de censura que llevó a Sánchez a Moncloa. "El país que queremos es el que necesitamos", puso como frontispicio, "y la comisión de reconstrucción debe ser el foro en el que colaboremos y creemos una política de concordia".

El presidente recurrió de nuevo a la historia: "En 1918 hubo una gran pandemia, que mató 250.000 españoles", recordó, "y la llamaron gripe española porque nuestro país fue el primero en advertirla públicamente". Y lo hizo para pedir árnica engarzando crisis pasadas con la actual: "El enemigo es el virus y la política es la herramienta para combatirlo juntos. El virus no debe ser el pretexto para combatir al adversario... aunque a veces yo haya clamado en el desierto".

Sánchez hizo así un canto al acuerdo, "al fin de los insultos y las provocaciones", para colocar el regreso a la nueva normalidad de su programa de Gobierno. Así, reivindicó "la España del Ingreso Mínimo Vital" antes de hacer una pausa, mirar al tendido y proclamar: "Lo digo muy claro, ¡viva el 8 de marzo!".

El Congreso de los Diputados, en el debate de la sexta prórroga del estado de alarma. Efe

Ésa pretendía ser su defensa al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que al que sostiene como pararrayos para evitar que todo el Gobierno vaya arrastrado judicialmente al lío de la prevaricación administrativa que se apoya en el informe que le costó el puesto al coronel Pérez de los Cobos. El ministro ha revolucionado la cúpula de la Guardia Civil tras el embrollo de ese documento que la comandancia de Madrid entregó a la juez del 51 de Instrucción en la causa que tiene imputado al delegado del Gobierno por no haber suspendido las aglomeraciones de aquel fin de semana.

Lo pretendía, pero lo cierto es que Sánchez no fue más explícito. Una cosa es apoyar a quien está débil y otra que se note y eso aporte munición a la oposición. Lo cierto es que Pablo Casado no lo necesitaba, porque justo tras él salió en tromba, para hacer balance de "todas sus mentiras" en los dos años desde la moción de censura: "Usted no se cansa de mentir".

El PP, todo hay que decirlo, ya había convertido hace un mes los debates de prórroga de la alarma en réplicas de estado de la nación a Sánchez. Su voto negativo lo coloca en el frente de esos que "provocan y a los que yo no responderé", apuntó el presidente, "porque los españoles merecen otra política, eso es lo que nos piden, por eso quiero agradecer a quienes han seguido apoyando al Gobierno en las prórrogas de este instrumento. Ni hemos recortado libertades ni hemos arrebatado competencias".

Sánchez jugaba con la confusión de términos ente Gobierno y Estado. Lo hacía en su beneficio, para quitarle peso a que la alarma le da poderes absolutos, pero apuntarse el mérito de lo logrado... lo que logró, porque ahí, con la frase de que Sanidad lleva un par de días sin apuntar nuevos fallecidos a los datos oficiales, arrancó el aplauso de una parte de la Cámara, la de los partidos que apoyan su Gobierno.

Y apuntó que "es la sociedad española la que le da al Estado poderes especiales" y añadió que el estado de alarma "es un instrumento del Estado, no del Gobierno".