Mientras el Gobierno desescala la emergencia sanitaria del coronavirus, trata de regresar al programa sellado de su coalición pero le escala, descontrolada, la tensión política. Un "veneno", dijo, "que no debemos dejar que nos invada".
El presidente ha tenido que justificar la diversidad de cifras oficiales de muertos defendiendo que le persigue tanto en el Congreso, cada miércoles, como en la videoconferencia de presidentes de cada domingo... y en las posteriores comparecencias. Según Pedro Sánchez, los fallecidos "son los contabilizados con PCR" y el resto son estimaciones sobre "la mortalidad indirecta asociada a la pandemia".
El jefe del Ejecutivo empezaba, así, a preparar el terreno para el día en que el Gobierno comunique una cifra de fallecidos que se acerque más a las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE), entre 43.000 y 48.000 muertos, que a las actualmente oficiales. Para Sánchez, esa mortalidad indirecta y adelantada tiene que ver con "el aislamiento, el cambio de estructura social y sanitaria...".
Es decir, que "esas estimaciones no son homogéneas" y deben recibir la atención precisa, ya que no son estadísticas, sino cálculos. Pero es que además, las cifras oficiales tampoco son responsailidad suya: "Nos regimos por los criterios de la Organización Mundial de la Salud y usamos los datos que nos mandan las Comunidades Autónomas", se excusó.
Hasta cinco datos
La disparidad y multiplicidad de cifras oficiales es uno de los motivos de crítica que más persiguen al Ejecutivo. Las del Ministerio de Sanidad, rondan los 27.000 y llevan dos semanas estancadas, pese a que las CCAA sí reportan fallecimientos. Las del INE, conocidas esta semana, estiman que puede haber hasta 48.000 muertos más de lo normal, achacables al Covid-19.
Las del Instituto Carlos III -que también depende de Sanidad- llegan a unos 43.000 muertos, según el servicio MoMo de Monitorización de la Mortalidad. Y luego quedan los datos que envía el Ejecutivo a las instituciones internacionales, como la OMS o el ECDC de la Unión Europea, que rondan 29.800...
Desde que empezó a doblegarse la curva y las ruedas de prensa diarias de Fernando Simón empezaron a ser más noticia por los cambios de criterio que por los datos de muertes y contagios, la pregunta le ha perseguido a Sánchez en cada comparecencia. Y en esta ocasión la explicación se sustanció en que "no son cifras contradictorias, sino complementarias", contestó el presidente. "Y me explico", añadió para aclarar: "Las estimaciones no miden, estiman".
Escalada de tensión
En esta transición de la cuarentena a la vida, Sánchez introdujo unos conceptos nuevos y otros los trató de ir evolucionando, para acomodarlos a su nueva normalidad. Y uno de ellos fue precisamente este sintagma que impuso su equipo de comunicación desde el núcleo más duro de la crisis epidémica: para el presidente, "la nueva normalidad" será en realidad una "normalidad provisional" hasta que tengamos una vacuna o un tratamiento efectivo contar el Covid-19.
"Ya estamos de pie", proclamaba ante el atril de Moncloa, pero sólo dos días antes de que el Consejo de Ministros apruebe el anunciado decreto de restricciones sanitarias. Un proyecto que acababa de recibir durísimas críticas entre los presidentes autonómicos, que lo llegaron a tildar de "inaceptable" o de "confuso".
Hablaba el presidente entre los rumores crecientes de crisis en un Gobierno a sólo cinco meses de su constitución. El ministro de Ciencia, Pedro Duque, aspira a presidir la Agencia espacial Europea; y la ministra Arancha González Laya suena para dirigir la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Y mientras la política y los políticos se le están desmadrando, Sánchez era cuestionado por los periodistas a propósito de sus propias palabras, en las que calificaba de "veneno" algunas de las intervenciones de la oposición. O incluso sobre la "policía patriótica" y los "informes judiciales" a los que aludió él mismo al vincular la caída del coronel De los Cobos, por decisión del ministro Marlaska, a la participación del mando en montajes contra ministros o el mismo Ejecutivo en su conjunto.
El titular de Interior es hoy pararrayos del Gobierno en todos sus frentes. Por ejemplo, sirve para amparar las palabras de Alberto Garzón sobre los supuestos "elementos reaccionarios en el Ejército". O las de Irene Montero a propósito de "la libertad para contagiar" que estarían exigiendo los manifestantes contrarios al Ejecutivo y que critican las marchas del 8-M.
En todo caso, el presidente no dio respuesta a nada de esto, y huyó del fondo de las cuestiones: "El ministro Marlaska tiene todo el derecho a hacer su equipo, y mi apoyo", zanjó sobre una posible salida de Marlaska. Sobre los informes de la Guardia Civil que apoyan la imputación del delegado del Gobierno, Sánchez se limitó a desear "que se hagan bien y confidencialmente", y nada más. Sobre Garzón, que "tiene mi confianza" y de Montero, que "quien vincula los contagios al feminismo" lo hace por intereses políticos.
Corresponsabilidad, no cogobernanza
"Somos un Estado compuesto, hemos convertido en estructurales estas conferencias y hemos visto que podemos trabajar mejor, que nos entendemos", dijo, "y por eso quiero anunciar que consagraremos la primera conferencia presencial con los líderes autonómicos a los planes de reconstrucción social y económica".
Las celebradas hasta ahora "no han sido una balsa de aceite, hemos discrepado, pero siempre dialogamos", celebraba Pedro Sánchez este domingo al inicio de una comparecencia televisiva (más).
Y es que el presidente también está escalando en otra cosa: en jugar a que celebrar que "la cogobernanza y el refuerzo de la coordinación" con las CCAA -"que han funcionado en las competencias de gestión de la Sanidad y las residencias de ancianos"- sea lo mismo que colocar por anticipado la responsabilidad en ellas. Concretamente, sobre esas cifras que aún no ha anunciado el Gobierno de muertes en los centros de mayores... y que suponen la principal diferencia entre los 27.000 fallecidos oficiales y los al menos 43.000 que calcula el INE.
Durante estos tres meses, Sánchez ha utilizado paralelismos bélicos. Pero este domingo pasaba a comparar la crisis socioeconómica y sanitaria con "las normas nuevas que nos tuvimos que dar cuando el terrorismo yihadista golpeó a Europa". En su opinión, las restricciones a la movilidad y los controles implantados en los transportes desde hace un par de décadas, tras el 11-S "también cambiaron nuestra vida".
"El estado de alarma se ha demostrado imprescindible", concluía , "pero a partir de ahora esa herramienta constitucional eficaz se retira superada la fase aguda... ya no es necesario el tratamiento de choque". Ahora toca ese decreto negociado en el Consejo Interterritorial de Salud -y del que había dado cuenta a los presidentes- "que regirán mientras se mantenga la emergencia sanitaria". Y cuando la vacuna llegue, "retiraremos esa medicina".