Hay quien piensa que las condiciones que acompañarán a los fondos europeos pueden provocar la caída del Gobierno. Que Pablo Iglesias no podrá aceptar los recortes y ajustes que exija la Comisión Europea a cambio de los 140.000 millones que deberá ofrecer a España para la reconstrucción posterior al coronavirus. Pero una alta fuente del Ejecutivo lo desmiente: "Ese dinero no llegará hasta 2021, y no sabemos cuándo, así que puede incluirse en los Presupuestos, pero la condicionalidad vendrá después".
Pedro Sánchez sabe que toda su legislatura depende de que haya Presupuestos en 2021. Por esa razón ha encargado a su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que concentre todas las energías en empezar unas cuentas públicas "desde cero". Esa misma fuente del Ejecutivo lo explica gráficamente a este periódico: "No nos vale nada, el Covid lo ha trastocado todo... lo que había, lo que se necesitaba, no tiene nada que ver con lo que hay y lo que se precisa ahora".
El Consejo Europeo se reunirá el viernes día 19 por videoconferencia. Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea discutirán en torno al Fondo de Recuperación y del presupuesto de la UE a largo plazo. Pero no resolverán nada, según apuntan desde Moncloa, y sólo fijarán posiciones -a favor, en contra y de matices- una vez que la Comisión y el Parlamento Europeo han hecho suya la propuesta lanzada por Alemania y Francia. Ésta comenzó en 500.000 millones y ahora llega a 750.000 entre transferencias y créditos para reconstruir las economías de los Veintisiete.
Sánchez apuesta por llevar a Nadia Calviño a presidir el Eurogrupo y blindar su posición entre Madrid y Bruselas. Porque sabe que sin una ley de Presupuestos aprobada no puede ir a la ventanilla de Bruselas a preguntar qué hay de lo suyo. Desde que llegó a Moncloa hace dos años, no ha logrado sacar adelante unas cuentas públicas y ahora huye a golpe de decreto de esta situación anómala. Y con mayor motivo durante la emergencia sanitaria que sobrevino hace más de tres meses.
Ahora sabe que, al mismo tiempo, esos fondos de la UE son la causa y la consecuencia de que él siga aupado al poder. Y la pandemia el motivo y la excusa para que la meta de aprobar sus primeras cuentas en el Congreso esté más cerca.
Podrá prometer con holgura, porque esos 140.000 millones suman, poco más o menos, lo que la OCDE prevé que puede caer el PIB español en el peor de sus escenarios para 2020, un 14%. Y podrá hacerlo porque Europa mantiene relajadas las normas de convergencia y control de déficit por el derrumbe brutal de todas las economías.
Este mismo domingo, el presidente se empeñaba en aferrarse a la cifra oficial de 27.000 fallecidos por la epidemia. En realidad, nadie se cree esos datos, ni siquiera los miembros del propio Gobierno ni sus instituciones.
Es el INE el que casi duplica los números -apunta a más de 48.000 muertos- y el Instituto Carlos III lo corrobora a partir de la estadística del MoMo (Monitorización de la Mortalidad). Pero la polémica de la gestión sanitaria, muy ruidosa durante los peores meses de la crisis, ha tapado la respuesta económica, mucho más eficiente.
Reconstruir con la Comisión
Y de eso quiere vivir ahora el Ejecutivo. El diálogo social no se ha roto, a pesar del enfado puntual de la patronal CEOE por el pacto con Bildu sobre la derogación "íntegra" de la reforma laboral del PP.
Junto a los sindicatos y la ministra Yolanda Díaz, los empresarios han aprobado los ERTE, las prestaciones a los autónomos, las moras en los pagos de impuestos y cotizaciones... Y con su aquiescencia, más o menos activa, se ha desplegado la "red de seguridad" (Calviño) o "escudo social" (Iglesias) en alquileres, hipotecas, suministros energéticos y, por ejemplo, prestaciones por desempleo.
Con toda la bronca política que siempre acompaña cualquier puchero en el que entran 17 cucharas, el Gobierno ha entregado dinero a las Comunidades Autónomas, anticipando las entregas a cuenta e inventando un fondo de 16.000 millones que no se deberán reembolsar y no cuentan ni en deuda ni en déficit.
Y entre el sigilo de la Ley de Cambio Climático y las alharacas de la presentación del Ingreso Mínimo Vital (IMV), Sánchez ha puesto las bases del retorno al programa de la coalición con Unidas Podemos.
En el lado morado del Ejecutivo explican a EL ESPAÑOL que "sacar el IMV incluso con los votos a favor de los que lo llamaban 'paguita' es alucinante... hay un 95% alegría brutal y un 5% reproche después de los cinco años que llevamos aguantando insultos por exigir esta medida de justicia social".
El Gobierno ha logrado además marcar la agenda en Europa, o al menos aparentarlo. Suya fue la propuesta del reaseguro de empleo y del propio Sánchez y con su firma llegó a Bruselas y por carta la iniciativa de reclamar un fondo de reconstrucción que mutualizara deuda, pasando de los "coronabonos" a hacerlo de forma indirecta, como pasará ahora.
Los guiños
Con todos estos ingredientes, y sabiendo que los Presupuestos no sólo son imprescindibles para acceder al dinero europeo que pueda reconstruir España sino para asegurarse el poder durante dos años más -es decir, casi agotar la legislatura- el presidente prevé una crisis de Gobierno que le impulse. Montero debería dejar la portavocía para centrarse en las cuentas, Reyes Maroto podría salir a causa de las crisis de Nissan y Alcoa, y se entenderían estos movimientos como un refuerzo pragmático que Moncloa acompañaría de ideología.
"Es clave lo que salga de la Comisión de Reconstrucción", confesaba la alta fuente del Ejecutivo citada. El techo de gasto aprobado en febrero no vale, la senda de estabilidad para Bruselas será muy distinta... "Aún no hemos llamado a conversar a los grupos siquiera, porque tenemos que rehacer todas las cuentas desde cero, pero las conclusiones de esos trabajos entre todos nos deben marcar la pauta". Es lo que definía este domingo Sánchez en su rueda de prensa como "unidad en todos los frentes, también en el político".
Fuentes de Ciudadanos corroboran a este periódico que no han hablado con el Gobierno sobre los Presupuestos. Pero que están a la espera de esa posibilidad y con "buena predisposición", tras la última reunión al más alto nivel que sentó a los equipos de Edmundo Bal y Carmen calvo.
El acercamiento a los liberales es una estrategia ensayada durante las prórrogas del estado de alarma que, en la última, se mostró incluso compatible con mantener la buena relación con el PNV y Esquerra. De ahí que el presidente ya se atreva a hablar de fechas posibles para retomar "la mesa de diálogo con Cataluña".
En la Comisión del Congreso ese ambiente se está notando, según otras fuentes parlamentarias. "¿Que si pensamos que el PP podría sumarse? Ojalá", responde este miembro del Ejecutivo, "pero no confiamos en ello, ellos también tienen que marcar posición y aunque estemos de acuerdo en muchas cosas les cuesta admitirlo en público".
Desde las filas de Pablo Casado, de hecho, se asiste a este panorama con preocupación. Como reza el eslogan gubernamental, Sánchez "sale más fuerte", la legislatura ya apunta a larga, y los populares se tratan de rearmar desempolvando las ofertas de pactos de Estado con las que empezaron a cruzar el Rubicón de la crisis del Covid. Pero aunque haya guiños velados de Sánchez, ven imposible apoyar unas cuentas "que apuntalarían un Gobierno que es malo para España".