Fernando Grande-Marlaska protagonizó este miércoles una escena por ausencia. Abandonó el Congreso justo cuando empezaba el debate sobre su reprobación como ministro del Interior. Pero eso no le ha impedido salvar su pellejo político con los votos entusiastas del PSOE (120) y los menos emocionados de Unidas Podemos (35).
A esos apoyos se añadieron los siete diputados del PNV y las abstenciones de ERC (13), Bildu (5) y JxCat (8)... eso sí, con la nariz tapada, ya que los tres grupos machacaron dialécticamente al ministro ante su escaño vacío, "pero no le haremos el juego a la derecha". El resultado final, 167 a favor del Ejecutivo, contra 151 contra Marlaska.
"El ministro del Interior no ha tenido la valentía de venir al Congreso porque al Gobierno de Pedro Sánchez le molesta rendir cuentas y escuchar la legítima crítica de la oposición". Así lamentaba la "falta de respeto" del ministro la diputada del PP que defendió su reprobación, Ana Beltrán, presidenta del Partido Popular de Navarra y vicesecretaria de Organización de los populares a nivel nacional.
Marlaska se había escabullido del hemiciclo tras acabar la sesión de control al Gobierno, habiendo atendido una interpelación urgente sobre las medidas que va a adoptar el Gobierno para garantizar unas elecciones libres, pacíficas y sin actos de violencia e intimidación en País Vasco y Galicia.
Así que se evitó escuchar cómo todos los grupos, desde la extrema izquierda de Bildu y la CUP hasta la derecha extrema de Vox le reprochaban "en ausencia" o bien su presente como "ejecutor y traidor a la Guardia Civil" o bien su pasado como "juez que amparaba las torturas que merece la mayor de las censuras".
La verdad es que entre su pasado como magistrado de la Audiencia Nacional, famoso por su labor antiterrorista, y su actualidad como el ministro que ha descabezado a la cúpula de la Guardia Civil; desde su entonces como celoso guardián de la separación de poderes en el caso faisán del chivatazo policial a ETA a su ahora persiguiendo el informe judicial del 8-M que sirvió para imputar a su Delegado del Gobierno en Madrid, Marlaska ha logrado algo inaudito: tener enfadada a toda la bancada del Congreso que no sostiene al Gobierno.
El informe del 8-M
El Gobierno lograba evitar en todo caso la reprobación del ministro del Interior que reclamaba el PP por la crisis generada en el seno de la Guardia Civil a raíz del cese del coronel Diego Pérez de los Cobos. Un cese -ahora recurrido- que provocó la dimisión de Laurentino Ceña, director ajunto operativo de la Guardia Civil, y la destitución del número tres del Instituto Armado, Fernando Santafé.
"No sólo votábamos la reprobación del ministro del Interior, sino la devolución de la dignidad al cuerpo", apunta Beltrán, indignada con el desplante de Marlaska. "Ha servido en bandeja a hombres de honor para contentar al independentismo. Nos unía una causa, ahora nos separa una traición".
Desde el Ministerio del Interior alegan que el ministro sí estuvo presente, al menos "en la parte que le tocaba", que fue "el debate con la interpelante", Ana Beltrán, hace una semana en la Cámara Baja. "Además, en el pasado otros ministros del PP actuaron igual, como Montoro y Wert", ofrecía como justificación.
"El ministro tomó la decisión deliberada de huir y seguir actuando de espaldas a las instituciones y a los españoles que le pagan el sueldo", responde Beltrán. "Es muy ilustrativo que el día en que se reprueba a un ministro por exigir a servidores públicos que no cumplan con su deber, plante al Congreso y falte al respeto a la oposición y a millones de españoles".