Pedro Sánchez, mano en el pecho, en el atril del Congreso.

Pedro Sánchez, mano en el pecho, en el atril del Congreso. Efe

Política CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Sánchez pide apoyo al PP y Casado se desmarca de la moción de censura de Vox

El presidente y el líder de la oposición se tienden la mano, se emplazan mutuamente a dialogar pero se acusan el uno al otro de no querer hacerlo.

29 julio, 2020 15:04

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Pedro Sánchez siempre sale animado a las réplicas. En su primera intervención aboga por la unidad, pide apoyo al PP, se pregunta por qué en Bruselas él pudo entenderse con Rutte y aquí no pasa lo mismo... y en la segunda deja claro por qué lo que sí se logra en el campo europeo es imposible en el ámbito español. Después de la intervención de Adriana Lastra, portavoz socialista, el jefe del Gobierno siempre toma combustible y reparte mandobles al PP y a Vox como si fueran una misma cosa.

Pablo Casado había hecho un discurso duro, recordándole que hay "siete millones de ciudadanos que quieren trabajar y no pueden". Pero estuvo alejado del reproche de brocha gorda. Pese a las acusaciones del presidente de que "ustedes llevan socavando la legitimidad del Gobierno desde la investidura", el líder del PP pidió al jefe del Ejecutivo "acabar con el triunfalismo" -el de los aplausos preparados de una bancada socialista repleta, sin guardar la distancia social- y trabajar unidos para intentar controlar los rebrotes.

Sin dejar de lado su papel de líder de la oposición, el presidente del PP desplegó de nuevo el plan alternativo que diseñado en Génova y volvió a tender la mano al PSOE para modificar la legislación ordinaria y ponerla a punto por si hiciera falta confinar a la población de nuevo. "Se podría hacer en quince días", alegó. 

Pablo Casado, líder del PP, antes de intervenir en el pleno del Congreso.

Pablo Casado, líder del PP, antes de intervenir en el pleno del Congreso. Efe

Era la respuesta a un Pedro Sánchez que -sin citarlo por su nombre, y atribuyéndose todas las medallas del acuerdo en Europa- le había pedido "unidad" en el discurso de apertura de la sesión, un pleno escoba para dar cuenta de tres Consejos Europeos. Los dos fracasados de abril y mayo, y el del acuerdo (triunfal) de hace ocho días.

"No se puede prosperar cuando se negocia liquidar España", advertía Casado. "Tiene que elegir entre Europa y sus socios, entre la moderación o los extremos; entre si va a cumplir con sus intereses personales o con los de España. Tiene que decidir también si cumplirá con los españoles. España necesita ya una política de sensatez, de crecimiento económico y de creación de empleo". 

La verdad es que las palabras más destacadas de uno y otro, leídas y no escuchadas, sin voz ni imagen, podrían intercambiarse. Pero ni Sánchez ni Casado encontraron el punto durante el debate para acercar posturas. Quizás ante las cámaras sea más difícil que entre bambalinas, donde fuentes de un lado y del otro confirman que "sí hay conversaciones", muy etéreas aún, pero "con buen talante". Veremos...

"¿El PP será Vox?"

Para su tiroteo habitual de la réplica Sánchez contaba, esta vez, con la ventaja de que Santiago Abascal había anunciado la presentación de una moción de censura para el mes de septiembre. "Es su peor pesadilla, señor Casado... Vox hará de Vox, ¿pero el PP, qué hará? ¿De Vox o de Partido Popular?" Jugaba el presidente con la inercia de que el pleno llevaba ya casi cinco horas de intevenciones ininterrumpidas y pocos sabían que los populares ya habían anunciado que no se sumarían a la iniciativa que "sólo sirve para fortalecer al PSOE".

Pedro Sánchez: "¿Qué hará el PP en la moción de Vox?"

A pesar de haberle pedido apoyo a las 9.00 de la mañana, Sánchez apaleó a Casado a las 13.30 horas, acusándolo de ir de la mano la ultraderecha -ésa que en su primer discurso había calificado de "mala consecuencia de los recortes del PP en la crisis de 2008"-, y a Abascal lo zarandeó por "trabajar contra los intereses de España". Preguntó al líder de Vox si sabe lo que es ser patriota y confesó que Abascal le causa "pena".

Después, a los dos en conjunto -como suele hacer siempre Sánchez en las réplicas, donde saca todo su arsenal-, les leyó una cita de Angela Merkel, su mayor valedora hace 10 días en Bruselas. Aquélla en la que justificó su rechazo a pactar con los extremistas de la AfD "porque la libertad de expresión tiene el límite del odio".

Los que apoyan y los que no

Lo cierto es que los socios de investidura se mostraron quizá más críticos con el presidente y su acuerdo europeo que el PP y que Ciudadanos. Pero Sánchez les admitió a todos "parte de razón", advirtió a Esquerra de que "no hay condicionalidad" en el fondo europeo que implique los "recortes de los que advirtió Gabriel Rufián. Y a Laura Borràs, de JxCat, le recordó que "el Gobierno no interviene en las decisiones judiciales", ya que ésta había acusado al Ejecutivo de estar detrás de la retirada del tercer grado a "los presos políticos" del procés.

Sánchez sólo se refirió a Casado por su nombre en su segunda intervención. Pero lo hizo para decirle con condescendencia que "usted tiene un problema... en serio", ante los murmullos de la bancada popular. "Porque usted no reconoce la legitimidad de este Gobierno". Así que cuando los murmullos pasaron a la bronca, el presidente recuperó el tono calmo, dijo tener "la mano tendida" y, al segundo, le recordó al líder del PP que "perdió cinco procesos electorales el año pasado" y, sin embargo, "se dedica a unirse a la ultraderecha".

Sánchez quiere apoyo, pero lo pide reprochando su ausencia, según su versión. Acusó al PP de "falta de ayuda" durante la pandemia, de querer "que España perdiera el partido contra los adversarios del país". A eso le sumó que el PP quiso "hacer caer al Gobierno" cuando se opuso a las prórrogas del estado de alarma -"junto a la ultraderecha", apuntó-. Y señaló con saña al líder popular por "querer ponerse la medalla del acuerdo europeo una vez alcanzado", ése que "usted quiso torpedear contra los intereses del país".

Casado había explicado que el "rescate" europeo era "una buena noticia", pero con los matices de que, a pesar de que el PP Europeo lo impulsó desde la Eurocámara y a través de la Comisión presidida pro la popular Von der Leyen, el Consejo lo había recortado. Y que eso era achacable a una negociación errática de Sánchez con sus colegas europeos.

Sánchez, por su parte, trató de desmontar los argumentos del PP, tomando estos diagnósticos del PP a propósito del acuerdo europeo de forma inconexa: "O sea, que es un rescate, pero sólo un tercio de la piel del oso vendida, aunque es bueno para España... un argumento muy difícil de entender, señor Casado".

"Su postura no es errónea, es errática. Y resulta incomprensible". Y fue entonces cuando Sánchez deslegitimó, él también, al PP como un partido que "no es comparable a la derecha moderada europea". Apoyándose en las palabras previas de Lastra, recordó a Casado que otros populares "en Europa, no pactan con la ultraderecha", que "usted no pone los intereses de España por delante de los de su partido" y remató el párrafo preparado para la ovación con una afirmación durísima: "En Europa se reparó a las víctimas de la IIGM y usted se opone a la reparación de las víctimas del franquismo".

Todo preparado

Todo el mundo sabe que las intervenciones parlamentarias -incluso las réplicas- vienen redactadas desde el día anterior. Pero el presidente lo admitió explícitamente en el atril, no sin cierta ironía: "He esperado a esta réplica, pero ayer la estaba preparando ya, porque sus argumentos son bastante previsibles".

Entre las risas de sus compañeros de bancada socialista, Sánchez acusó al PP de ser un partido de "patriotas de los recortes" y de que "durante el Consejo exigieron las mismas recetas equivocadas de 2008 para una España golpeada por la pandemia".

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Además, insistió, "se aliaron con las posiciones más intransigentes de los países frugales, calificando ante sus socios europeos de socialcomunista y bolivariano a este Gobierno legítimamente votado por los españoles". Para el presidente, "en un tiempo urgente decidieron atender sólo a la irrelevancia de los intereses políticos pequeños, los suyos, no los del país ni los de esta Cámara".

Pero lo que no pudo es defender la gran contradicción de su Gobierno: qué va a hacer con la reforma laboral. Lo cierto es que las herramientas de aquella ley del PP de 2012 le han servido a Sánchez e Iglesias para todos los méritos que inmediatamente se atribuyó el presidente.

Un día después de la peor EPA de la historia, el presidente reivindicó su política de empleo, ésa que ha significado no tocar la reforma laboral del PP, que se había comprometido a derogar: "Hemos evitado que caiga el PIB un 25%, hemos protegido a un 20% de la población trabajadora y el ritmo de reincorporación diario de empleados sometidos a ERTE es de 15.000 o 20.000 diarios".

Dicotomía trampa

"Algunos construimos, con errores y aciertos, y hasta con lapsus", dijo, para añadir sarcástico: "Y otros conviven sólo con eternos aciertos. Pero les mando un mensaje: prepárense para una legislatura larga y fructífera". Casado contestó a esto en su contrarréplica: "¿Fructífera para quién? Usted no merece aplausos por su pésima gestión, ni nuestro apoyo con ese tono insultante", Pero dejó una rendija de la puerta abierta, si el presidente rectifica su actitud: "Así, señor Sánchez, no".

Así, quiso colocar Sánchez al PP ante la dicotomía trampa de atender a su primer discurso o al segundo. O Casado se acerca al Gobierno porque los Presupuestos son" de emergencia", pero alarga la vida de un Ejecutivo que lo apalea con saña cada semana, o es el líder de un partido como el que Sánchez describía en su réplica, el que "no aporta" y ataca los intereses de España.

"Asuman el rol que les ha asignado la sociedad española, construyan con nosotros. Les tendemos la mano, renunciaríamos a los aspectos más particulares de nuestras ideas, no habrá vetos, ésa debe ser la actitud". Esta frase, la dijo Sánchez, pero si barajan las palabras para colocarlas de otro modo, también Casado. Queda el verano antes de la prueba de fuego, los Presupuestos de 2021.