Sin amnistía de los presos no habrá mesa de diálogo y sin mesa de diálogo no habrá Presupuestos Generales. Esa es la amenaza implícita que Pere Aragonès, vicepresidente de la Generalidad, ha lanzado al Gobierno tras el reingreso en prisión de Oriol Junqueras, Raül Romeva, Joaquim Forn, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart.
La amenaza de Aragonès, el hombre fuerte de ERC tras la condena de Junqueras y posible futuro presidente de la Generalidad, evidencia que el separatismo catalán da por muerta la vía de los beneficios penitenciarios como subterfugio para la excarcelación fraudulenta de los presos del procés. "El Gobierno tiene que generar las condiciones que él mismo, por acción u omisión, ha dejado perder" ha dicho Aragonès.
Las consecuencias del órdago de ERC en el escenario político español también son claras. La petición de una amnistía de los presos como condición previa a cualquier mesa de diálogo con el Gobierno pone en serio riesgo el apoyo de los republicanos a los Presupuestos de Pedro Sánchez. Una mesa de diálogo cuyo objetivo principal siempre ha sido la salida de los presos de la cárcel.
La ruptura de ERC con el Gobierno obligaría a Sánchez a depender de Ciudadanos y probablemente también del PP para el éxito de unos Presupuestos cuya aprobación es imprescindible para recibir las ayudas de Bruselas. Dicho de otra manera. La ruptura con ERC comportaría la muerte de la "geometría variable" que está en el eje de la estrategia política de Pedro Sánchez.
El órdago de ERC tiene, sin embargo, su punto débil. Porque el objetivo de ERC tras las futuras elecciones autonómicas no es la renovación de su actual pacto de gobierno con JxCAT sino la formación de un tripartito junto a PSC y Podemos. Es decir, la transición de un gobierno claramente separatista a un gobierno de izquierdas y nacionalista, pero no independentista. La amenaza, en definitiva, es mutua.
Menos competencias
Quim Torra ha aprovechado su breve comparecencia institucional en el palacio de la Generalidad, de apenas dos minutos, para negar la supuesta voluntad de diálogo del gobierno de PSOE y Podemos. Una afirmación que hace más daño a ERC que al Gobierno dado que los republicanos se han visto obligados a hacer verdaderos equilibrios dialécticos para justificar frente a sus votantes su apoyo a Pedro Sánchez.
"Se acumulan las evidencias que ponen en duda la pretendida voluntad de diálogo del Gobierno español", ha dicho Torra durante su comparecencia. A continuación, el presidente autonómico ha recalcado la idea de que la Generalidad tiene hoy "menos competencias" que antes de iniciarse la mesa de diálogo, una nueva andanada contra ERC destinada a no pasar desapercibida entre el público separatista.
La tesis de Torra es que la decisión del Juzgado de vigilancia penitenciaria número 5 de Barcelona cabe atribuírsela al Gobierno de Sánchez e Iglesias dado que es este el que ha "alardeado" en el pasado de controlar la Fiscalía. "Hay que suponer que la retirada del tercer grado ha pasado el control del gobierno de socialistas, de Podemos y de los comunes", ha afirmado el presidente de la Generalidad.
Torra también ha comparado a España con Turquía y China, un recurso retórico habitual del nacionalismo catalán. "Están carcomidos por dentro y buscan distraer a todo el mundo", ha dicho el presidente de la Generalidad, que verá confirmada su inhabilitación por parte del Tribunal Supremo el próximo 17 de septiembre.
A remolque del Supremo
A imagen y semejanza de lo ocurrido tras el discurso del Rey del 3 de octubre de 2017, el mensaje lanzado por el Tribunal Supremo el pasado jueves con la anulación de los beneficios penitenciarios del 100.2 concedidos a Carme Forcadell ha actuado como detonante de una reacción en cadena que conducirá a los nueve presos del procés de vuelta a las prisiones donde cumplen condena.
A las 20:15 de ayer martes 28 de julio, cinco de los nueve presos del procés reingresaron en la cárcel de Lledoners tras la suspensión por parte del juzgado de vigilancia penitenciaria número 5 de Barcelona del tercer grado que les había sido concedido por la Generalidad hace apenas dos semanas. Lo hicieron acompañados por unas pocas docenas de fieles y entre mensajes de irredentismo.
"Volveremos a salir y volveremos a ganar", exclamó Junqueras en el escenario improvisado montado para la ocasión frente a las puertas de la prisión de Lledoners. "Estábamos convencidos de que el tercer grado duraría poco tiempo. Haremos lo que haga falta para continuar con esta lucha y cumplir con el mandato del 1 de octubre", dijo Joaquim Forn.
"Hoy más que nunca la solución del conflicto político pasa por el fin de la represión y la amnistía de todos los presos políticos. No queremos una solución individual", manifestó Jordi Cuixart, erigiéndose en portavoz de los presos del procés. Otros, como el ex eurodiputado Ramon Tremosa, daban por sentado en las redes sociales que el reingreso en prisión se debía a la futura victoria electoral de los separatistas.
El tercer grado permitía a los presos un régimen de semilibertad que sólo les obligaba a dormir en la cárcel de lunes a jueves. Un privilegio que en circunstancias de normalidad se concede a los presos comunes cuando su condena está cumplida en su mayor parte y los programas de reinserción se han ejecutado con éxito.
Al reingreso en prisión de Oriol Junqueras, Raül Romeva, Joaquim Forn, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart seguirá la de los otros cuatro presos que continúan hoy en régimen de semilibertad: Dolors Bassa, Jordi Turull, Josep Rull y la misma Carme Forcadell.