Pedro Sánchez gasta una imagen triunfalista en las últimas semanas que le ha valido las críticas desde todos los extremos del arco parlamentario. Incluso algunos de sus socios de investidura se lo aferaron el pasado miércoles en el pleno del Congreso en el que el presidente daba cuenta del acuerdo europeo.
Pero el inquilino de la Moncloa es consciente de su debilidad, de que tiene un Ejecutivo que no es todo suyo y que, aun así, ni sumando los 35 escaños de Unidas Podemos se acerca siquiera a la mayoría que necesita para sacar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2021.
Esas cuentas públicas son su seguro de permanencia en el poder y, sobre todo, la clave para poder acceder a los 140.000 millones europeos. De modo que Sánchez ha activado su plan B y este lunes ha encargado la segunda reunión de alto nivel Ciudadanos a dos de sus fieles fontaneros de Moncloa: Félix Bolaños, secretario general de la Presidencia, y José Antonio Montilla, secretario de estado de Relaciones con las Cortes, mano derecha de Carmen Calvo.
Las caras visibles serán la propia vicepresidenta y la ministra de Política Territorial, Carolina Darias. Y el hecho que del lado liberal encabece la delegación Edmundo Bal, actual líder en sustitución de Inés Arrimadas -de baja maternal-, y que la propia Moncloa haya anunciado cobertura gráfica del encuentro... todo eso significa que se quiere cuidar la relación con el partido naranja. Según las fuentes consultadas en el Gobierno, "por supuesto, en la cita se hablará de todo lo que quiera Ciudadanos".
Y es que la intención de Sánchez es amarrar los 10 votos naranjas para los PGE, haciendo concesiones a los de Arrimadas, porque las cuentas públicas tienen que aprobarse "como sea", diga lo que diga Podemos. Los morados lanzaron este domingo a su número dos y ministra de Igualdad, Irene Montero, a darle una patada a Sánchez en el trasero de Arrimadas: "Ha rechazado reunirse con el Gobierno de coalición y ha optado por reunirse sólo con el PSOE".
El enfado, en realidad, es la escenificación de otra cosa. Primero, porque a la cita de este lunes están llamados del lado gubernamental exactamente a los mismos representantes que la primera, el pasado 12 de junio. Y segundo, porque en realidad, en la formación de Pablo Iglesias lo que ocurre es que empiezan a estar hastiados de la actitud del ala socialista del Gobierno: "El PSOE se cree que gobierna solo, y que tiene mayoría en el Congreso, actúan como si lo pudieran todo y no es así", explican fuentes internas de la formación.
¿Peligra la unidad de la coalición? Por el lado morado, todavía no. Por el lado socialista, parece poco probable, pero los movimientos de este domingo muestran más nerviosos a los de Iglesias que a los de Sánchez, cuyo plan A es sacar los PGE con la mayoría de la investidura, sí, como explican fuentes del Gobierno; pero que ya está poniendo en marcha el plan B: concesiones a Ciudadanos y hacerle guiños al PP en pos de lograr, al menos, la abstención de los de Pablo Casado.
El encargo a Montero
La principal tarea de María Jesús Montero, como la de cualquier ministro de Hacienda, es sacar adelante los Presupuestos del año que viene. Una tarea especialmente difícil para un Gobierno en minoría. Y un desafío ímprobo cuando el PIB está cayendo en tasas del 18,5% a causa de la crisis socioeconómica provocada por la emergencia del coronavirus.
No sólo por la excepcionalidad del momento histórico, sino también por las condiciones impuestas por la Unión Europea, Montero ha echado la mirada hacia la derecha. El objetivo es lograr el sí de Arrimadas y evitar el no de Casado cuando haya que votar las cuentas públicas, entrado el otoño. Y ya ha trazado una estrategia envolvente.
Para empezar, la ministra no deja pasar la oportunidad de insistir en su "voluntad inequívoca" de negociar con los populares. Pero lo cierto es que esas conversaciones ya han comenzado: la titular de Hacienda ya mantiene contactos informales con interlocutores del PP.
"No se habla aún de los Presupuestos, sino de cosas previas". ¿El techo de gasto, la senda de estabilidad...? "Vamos a ver cómo respira el PP", contestan las fuentes de Hacienda.
"Medidas que les interesen"
Montero cuenta con la resistencia activa de Pablo Iglesias, que utiliza cada micrófono que se le pone por delante para declararse "incompatible con unas cuentas públicas acordadas con la derecha". El líder morado desliza que no importa el ruido que se escenifique porque los PGE saldrán "con la mayoría progresista de la investidura". Falta saber si lo de este domingo es sólo ruido...
En agosto comenzará la negociación, como anticipó EL ESPAÑOL, y en septiembre "cuando se intensifiquen las reuniones", explican fuentes cercanas a la ministra, "podremos ofrecer cosas". El ideal sería alcanzar un pacto integral por los Presupuestos Generales del Estado, pero nadie en Hacienda lo ve probable.
Por el contrario, sí que se prevé la posibilidad de abrir las negociaciones a otros ámbitos socioeconómicos para que el PP tenga algún triunfo que lucir: "Aún no se ha planteado hacer un intercambio, por ejemplo de esa abstención a cambio de medidas que les interesen a ellos, pero se puede intentar, cuando llegue el momento", amplían estas fuentes.
Darle vida al Gobierno
La realidad es que el dictamen económico de la reconstrucción ya ensayó una nueva combinación dentro de la geometría variable en la que baila Sánchez. Esta vez, logró una victoria parlamentaria contra los votos de Esquerra e incluso del PNV. Como en este punto se hacen imprescindibles los 10 votos de Ciudadanos... lo que sería oro molido es una abstención del PP, tanto como asegurar la legislatura.
Y eso, según las fuentes consultadas en el área económica de Génova, es lo que más para a los populares. Dentro del partido de Casado hay verdadera conciencia de lo excepcional del momento que vive España, y de que si en algún momento está justificado el consenso es en éste. Pero a los conservadores les parece prácticamente imposible facilitar la vida a un Ejecutivo "socialcomunista" y "malo para el país".
Porque si Pedro Sánchez saca sus Presupuestos de 2021, esto lleva la vida del Ejecutivo hasta 2023 sin problemas. Es decir, se cumpliría el augurio del presidente el pasado miércoles en el Congreso: "Prepárense para una legislatura larga y fructífera", una frase pronunciada en medio de la crispación y las andanadas de su réplica a Casado. El líder popular le contestó después que "usted no merece aplausos por su pésima gestión, ni nuestro apoyo con ese tono insultante".
Tensión en público
Además, y no desdeñable, fue la novedad política que surgió ese mismo miércoles en el pleno del Congreso. El anuncio de Santiago Abascal de que Vox presentará una moción de censura contra Pedro Sánchez en septiembre, dificulta cualquier movimiento que pudiera querer hacer Casado. "Es una moción contra el PP, por dominar la derecha", interpretan en Moncloa. Y el líder popular lo corrobora tratando de ignorarla.
En Hacienda, en todo caso, dicen que se trabajará "con discreción", y sin atender a las declaraciones públicas del PP que, "sin duda, seguirán siendo de confrontación".
Según las fuentes cercanas a la ministra, "ellos dan una de cal y una de arena. Normalmente, los contactos privados son amables y fructíferos, pero en la expresión pública, no". ¿Y hay condiciones ya por parte del PP? "Sólo lo que dice Casado, de que hay que bajar todos los impuestos... iremos viendo".