El lunes 3 de agosto de 2020 pasará a la historia de España como el día en que el Rey Emérito Juan Carlos I, el primer monarca de la democracia surgida de la Constitución de 1978, anunció por carta su exilio voluntario "ante la repercusión pública" generada por "ciertos acontecimientos pasados" de su vida privada y con el objetivo de "contribuir a facilitar el ejercicio de las funciones" de su hijo, el Rey Felipe VI.
No siempre, sin embargo, es igual de fácil fechar el momento exacto en que se desencadenaron los hechos que forzaron decisiones de tanta trascendencia política como el exilio de un rey. Pero sí lo es en el caso de Juan Carlos I.
Las exclusivas de María Peral y otros periodistas de EL ESPAÑOL sobre la gestión opaca del dinero entregado por Arabia Saudí al Emérito han sido decisivas para la decisión final de Zarzuela, así como para detonar un escándalo incubado durante al menos tres lustros, el tiempo en que comenzó la relación entre Juan Carlos y Corinna Larsen.
Un insistente rumor
Hasta fecha tan reciente como julio de 2020, la posible ilicitud de la trastienda financiera de la relación del Rey Juan Carlos I con su amante a raíz del cobro de comisiones ilegales era sólo un insistente rumor del que hablaban contados periodistas, casi siempre a partir de detalles anecdóticos como el de la localización de alguno de los apartamentos en los que se reunían la pareja.
De dichos rumores no existía en muchos casos mayor prueba que las informaciones publicadas de forma periódica por algún medio internacional a partir de fuentes de dudosa fiabilidad –la misma Corinna Larsen o sus abogados, generalmente con claros intereses pecuniarios de por medio– y sin documentos que lo confirmaran de forma fehaciente.
Todo cambia el 5 de agosto, cuando la agencia EFE publica una declaración frente a la fiscalía suiza de Corinna Larsen fechada el 19 de diciembre de 2018. De acuerdo a esa declaración, Juan Carlos I habría transferido a la cuenta bancaria de su amante 65 millones de euros como "regalo y gratitud" por su relación. El dinero procedía de una donación del fallecido rey Abdalá de Arabia Saudí.
Las comisiones del AVE
La declaración se enmarcaba en el contexto de una investigación del fiscal suizo Yves Bertossa por un supuesto delito de blanqueo de capitales en el que estarían implicados, además de la misma Corinna Larsen, el gestor de fortunas Arturo Fasana y el abogado Dante Canonica, ambos estrechamente vinculados con el Rey Emérito.
La sospecha, sin embargo, es que esos 65 millones de euros podrían proceder de las comisiones para la adjudicación en 2011 a empresas españolas del AVE a La Meca. Comisiones que habrían sido cobradas por el Emérito en pago por su intermediación.
Actualmente, la investigación de esas comisiones corre a cargo de la Fiscalía del Tribunal Supremo, que heredó esta de la Fiscalía Anticorrupción cuando se comprobó que en los hechos podría estar implicado Juan Carlos I.
Sólo 24 horas después, el día 6 de julio, María Peral publica en EL ESPAÑOL la primera de varias exclusivas consecutivas sobre el caso que, un mes después, han desembocado en el exilio del Emérito.
Dinero en Suiza
Ese día, EL ESPAÑOL revela que Juan Carlos I encargó en Zarzuela "crear una estructura" para ocultar dinero en Suiza. En su artículo, se explica que el Emérito encargó en 2008 a Fasana y Canonica crear desde Panamá una estructura financiera en Suiza, la fundación Lucum, que le permitiera ocultar de la Hacienda española una "importante donación" que iba a recibir del rey saudí.
Según el fiscal Bertossa, esa donación fue de cien millones de dólares y podría proceder de una retrocomisión por la adjudicación del AVE entre Medina y La Meca a un consorcio de empresas españolas.
Según Fasana y Canonica, el Emérito se mostró sorprendido en julio de 2008 cuando conoció la cantidad exacta de la supuesta donación del rey Abdalá. "¡Oh, dios mío! Han sido muy generosos" habría exclamado Juan Carlos I.
Cuatro años después, en 2012, dos meses después del accidente del Rey en Botsuana, parte de los fondos fueron transferidos a una cuenta bancaria que Corinna Larsen había abierto en el banco Gonet de Bahamas. Con ese dinero, Larsen compró una mansión en Inglaterra. Otra parte la transfirió a los Estados Unidos.
Según el abogado Canonica, fue el mismo Juan Carlos I el que firmó, en persona, la transferencia de los fondos a Corinna Larsen.
Fue por aquel entonces, el 18 de abril de 2012, cuando el Monarca compareció públicamente en el Hospital USP San José de Madrid, en el que estaba ingresado para ser tratado de una fractura de cadera, para pedir disculpas con la frase "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir".
Donación sin pruebas
Al día siguiente, martes 7 de julio, EL ESPAÑOL publica una segunda exclusiva: no existe ningún documento oficial que acredite la donación del rey de Arabia a Juan Carlos I.
En el artículo, que recoge la declaración de Arturo Fasana frente al fiscal Bertossa, el gestor de fortunas reconoce no tener noticias de que el Emérito haya declarado la donación de los cien millones de dólares del rey Abdalá a las autoridades fiscales españolas. Según Fasana, tampoco existe documento alguno "que demuestre que los cien millones de dólares ingresados en la Fundación Lucum fueron un 'regalo' a Juan Carlos I del rey de Arabia Saudí".
En el artículo se explica también que Canonica y Fasana figuraban como administradores de la fundación Lucum. El beneficiario económico era, sin embargo, el Rey Juan Carlos I.
El 7 de abril de 2010, la fundación había recibido un ingreso extra de 1,9 millones de dólares procedente del sultán de Bahrein. Según el gestor del emérito, "Juan Carlos I es una persona muy apreciada por los países del Golfo".
El miércoles 7 de julio, María Peral publica la tercera de sus exclusivas acerca del escándalo del Emérito. En ella se cuenta que Juan Carlos I recibía grandes cantidades de Fasana en su 'nido de amor' alpino con Corinna Larsen.
Según revela la información, Arturo Fasana "se desplazaba personalmente a Villars-sur-Ollon, al dúplex de lujo que el Rey Emérito y Corinna Larsen compartieron entre 2009 y 2012, para entregarle en metálico las cantidades que su cliente le pedía".
Tal y como explicó Fasana al fiscal Bertossa, entre octubre de 2008 y marzo de 2012 se sacó dinero por un importe total de 5,5 millones de euros de la cuenta bancaria de la fundación Lucum. Parte del dinero fue empleado por Corinna Larsen en la compra de un dúplex de 300 metros cuadrados en Villars-sur-Ollon, en la estación suiza de Villars, entre el lago Léman y Gstaad.
El desheredamiento
El 8 de julio, EL ESPAÑOL revela que el fiscal Bertossa preguntó al abogado Canonica por el motivo por el que Juan Carlos I había "desheredado" a su propio hijo por valor de 60 millones de euros en favor de Corinna Larsen. Según el abogado del Emérito, "Juan Carlos I podía disponer libremente de los activos de la fundación durante su vida. Había decidido no guardar este dinero y dárselo a su amiga".
Según Canonica, no existe prueba alguna de que Felipe VI estuviera al corriente de las actividades de su padre. El 15 de marzo de este mismo año, el Rey hizo público un comunicado en el que afirmó no tener "conocimiento, participación o responsabilidad alguna" en la creación y funcionamiento de la fundación Lucum.
Canonica también confirmó durante su declaración que Lucum sólo recibió dos ingresos mientras estuvo activa. "El cadeux (regalo) de 100 millones de dólares del rey saudí Abdalá bin Abdulaziz al-Saúd en 2008 y los 1,9 millones de dólares en metálico que el sultán de Bahrein dio a don Juan Carlos en 2010 y que él llevó en una maleta a casa de Fasana".
El 9 de julio, EL ESPAÑOL publica que Juan Carlos I y Corinna Larsen firmaron blindar los 65 millones de euros frente a Felipe VI y sus hermanas. El contrato con el que el Emérito y su amante se comprometieron a ello es el primero que se conoce en el que figuran las firmas de ambos.
La donación de Juan Carlos I a Corinna Larsen era, según ese mismo documento, "irrevocable" incluso en caso de muerte de la receptora. La cláusula es, en cualquier caso, irrelevante de cara a Felipe VI dado que este renunció públicamente a toda posible herencia de su padre.
Un Rey sin lastres
A lo largo de esa semana y durante los días siguientes, EL ESPAÑOL continuó publicando otros artículos que desvelaban más detalles acerca de las actividades supuestamente ilícitas del emérito.
Como ese en el que el primo del emérito, Álvaro de Orleans, afirmaba que la relación entre Juan Carlos I y Corinna Larsen "era tóxica y daba escalofríos".
O como el artículo de Marta Espartero en el que la periodista desvelaba que Juan Carlos I había llamado "príncipe comisionista" a un alto cargo saudí días antes de recibir los 100 millones de dólares.
Otros dos diarios españoles, El Confidencial y El Mundo, se sumaron durante esos días con informaciones y exclusivas propias a las revelaciones de EL ESPAÑOL. Bastó apenas una semana para que en los medios, en el Congreso y en la Zarzuela se empezara a hablar de la necesidad de tomar una decisión contundente que atajara de raíz el escándalo.
Un mes después de la primera exclusiva publicada por EL ESPAÑOL, el Emérito ha anunciado su exilio. La decisión es el punto final de la primera etapa de la Transición. La que ha conducido a España desde la dictadura hasta una democracia consolidada. Liberado del peso de un escándalo que carcomía la institución de la Corona, Felipe VI es ahora, por fin, un Rey sin lastres.