Bronca porque la primera reunión para negociar los Presupuestos fuera con Ciudadanos, con los que "somos incompatibles", el domingo. Embestida contra el modelo de Estado y contra el mismo presidente por "desleal" a cuenta de la decisión de la Casa Real de que Juan Carlos deje el país, el lunes. Y remate de Pedro Sánchez el martes: todas las subidas de impuestos comprometidas quedan aparcadas hasta que España no tenga el mismo PIB y empleo que antes del paso del coronavirus.
Pablo Iglesias dice que "respeta" a Pedro Sánchez, pero lo contradice en todo, al menos últimamemente. La coalición de Gobierno se sostiene como un matrimonio de conveniencia en el que a los dos consortes sólo les iría peor por separado que juntos.
"La relación entre el presidente y el vicepresidente es magnífica, y hay total confianza", explican fuentes de Unidas Podemos. "Iglesias sólo tiene la fuerza que Sánchez le quiera dar", apuntan desde el lado socialista. Y como la libertad de cada uno, que acaba donde empieza la de los demás, las dos cosas son verdad cada una por su lado.
Desde el día en que se selló con un abrazo el pacto de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos, el entorno del líder morado es consciente de que la luna de miel duraría lo que tardara Sánchez en tener que mirar para otro lado para sobrevivir. ¿Puede haber llegado ese momento? Al menos, lo que sí que ha llegado el de preparar el plan B, y de eso sí son conscientes en Unidas Podemos.
La clave de todo son los Presupuestos Generales del Estado de 2021. Y mientras que Nacho Álvarez, mano derecha económica de Iglesias, reclama saltarse "el dogma del déficit" y aplicar "políticas fiscales expansivas" para poder desarrollar "políticas sociales progresistas", Sánchez dio una estocada certera al acuerdo de coalición este martes al retrasar sine die "la necesaria reforma fiscal"...
“Todos los objetivos están fijados con la recuperación económica y la creación de empleo. Cuando tengamos los niveles de PIB previos a la pandemia, tendremos el contexto y las garantías para abordar una necesaria reforma estructural del sistema fiscal”, aclaró el jefe del Ejecutivo.
Haría falta mucha presión para que el presidente no sólo se acercara a Ciudadanos -como ya ha hecho-, sino que le hiciera concesiones al PP a cambio de una abstención. Pero fuentes de Hacienda ya lo han anticipado a este periódico: "Aún no estamos en esa fase, pero cuando se intensifiquen las negociaciones, en septiembre, podemos ofrecer cosas". Sánchez insistió en que hablará con todos. Y Podemos no quiere tolerar "más miradas a la derecha".
Quitarle hierro
Lo cierto es que a un lado y al otro de la frontera, cada vez más armada, que separa los dos territorios del Gobierno se le trata de quitar hierro al asunto. "La legislatura será larga y fructífera", insistió Sánchez este martes, dibujando un calendario de deseos en el que "la recuperación ya ha comenzado, en 2021 se consolidará, en 2022 acelerará y en 2023 rebasaremos la situación previa a la crisis”.
Es decir, que la reforma fiscal -la subida de impuestos- sería en el año en que están previstas las elecciones generales... algo muy poco electoralista. Si el Gobierno llega tan lejos, se entiende.
Mientras, en Unidas Podemos tratan de vender estas tensiones como parte de un teatrillo: "La cita del lunes con Cs es de cartón piedra, para que a Sánchez no le insistan los del Ibex", explica una fuente cercana a Iglesias. Y la discrepancia en cuanto a la Monarquía "está descontada ambas partes saben que aquí no hay nada en común". Pero otra cosa, eso sí, son los impuestos y, con ellos, los Presupuestos.
Y ahí es donde de verdad importa la fricción. Porque Unidas Podemos se sabe débil pero necesario. Sin ellos, no hay sostenibilidad para el Ejecutivo. Y el PSOE es consciente de que gobernar sólo se puede hacer con, por fin, unas cuentas públicas... y para lograrlas debe hallar la cuadratura del círculo: sumar los 35 votos de Iglesias a los 10 de Arrimadas.
Otoño es la fecha para saber qué pasará en la pareja Sánchez-Iglesias. Fuentes de Moncloa destacan la "resiliencia del presidente", basada en su olfato para hacer apuestas. Lleva tres desde el domingo y, ahora, ya está de vacaciones. El que se queda en Galapagar es Iglesias, su socio y rival.