No resulta difícil aplicar el principio de los vasos comunicantes a Podemos. Cuanto menor es su influencia en la coalición de gobierno, cuanto más arrinconado se siente Pablo Iglesias por Pedro Sánchez, cuanto más se reduce la cuota de protagonismo del partido morado, cuanto más se hunde en los sondeos y en las elecciones, más radicales son sus exigencias y más excesivas parecen ser sus aspiraciones.
Pero, ¿cuáles son los verdaderos objetivos de Podemos, más allá de sus declaraciones altisonantes en los medios de comunicación?
El partido no se ha dado por satisfecho con la solución pactada por Carmen Calvo y la Zarzuela para la salida de Juan Carlos I de España. Tras semanas exigiendo un explícito distanciamiento de la Casa Real respecto a las actividades pasadas del Emérito, Podemos exige ahora la comparecencia de Felipe VI en el Congreso y un referéndum sobre la monarquía por boca de líderes como Ada Colau.
La desmesura de las pretensiones de Podemos –convertir el caso Juan Carlos I, sobre el que todavía no pesa acusación concreta alguna en los tribunales, en una causa general contra la Monarquía– ha chocado incluso en el seno de un PSOE que, por primera vez desde la firma del pacto de gobierno con Podemos en diciembre de 2019, ha empezado a mostrar públicamente sus discrepancias con el partido morado.
Órdago contra el PSOE
El órdago de Podemos es, de hecho, potencialmente más desestabilizador para el PSOE que para la Corona, de la misma forma que la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez es más dañina para el PP que para el propio presidente del Gobierno. Según el último sondeo de EL ESPAÑOL, el 64,1% del electorado socialista se define como republicano, por sólo un 30,9% que se define como monárquico.
Y de ahí la carta remitida por Pedro Sánchez a los militantes del PSOE en la que afirma que el partido se siente "plenamente comprometido" con la Constitución del 78 y con la institución monárquica. En la carta, afirma que sería un error ceder la defensa de los valores constitucionales, es decir de la democracia parlamentaria surgida del pacto de la Transición, a la derecha.
Con esa carta, Sánchez está taponando de forma preventiva posibles fugas de votantes hacia Podemos. De ahí afirmaciones, sólo interpretables como una concesión a su electorado republicano, como la de que "todo responsable público [en referencia a Juan Carlos I] debe rendir cuentas de su conducta sin excepciones".
Y es precisamente en esa grieta del PSOE, la que le separa como partido de gobierno del sector más radical de su electorado, en la que Podemos está haciendo palanca con sus ataques contra la monarquía. Porque Sánchez no puede sumarse a las pretensiones de Podemos sin romperse como partido, pero Pablo Iglesias sabe que en el debate sobre la forma de Estado, el electorado socialista es más podemita que socialista.
La tormenta perfecta
La tormenta perfecta formada por la futura coincidencia en otoño de cuatro crisis –la sanitaria, la económica, la política y la institucional– juega a favor de las aspiraciones de Podemos. Como juega a su favor el hecho de que Podemos es el puente del PSOE hacia el nacionalismo. Perder el apoyo de Podemos no supondría para el PSOE alienarse sólo sus 35 diputados, sino también los 13 de ERC y los 5 de Bildu. Quizá alguno más.
Fuentes de Podemos niegan sin embargo tensión real alguna. Según esas fuentes, todo es poco más que una escenificación destinada al consumo interno de sus votantes.
Lo explica Alberto Prieto en este artículo de EL ESPAÑOL: "En Unidas Podemos tratan de vender estas tensiones como parte de un teatrillo: 'La cita del lunes con Cs es de cartón piedra, para que a Sánchez no le insistan los del Ibex', explica una fuente cercana a Iglesias. Y la discrepancia en cuanto a la monarquía 'está descontada, ambas partes saben que aquí no hay nada en común".
Envenenamiento del clima
Pero, ¿es posible una reforma de la Constitución que conduzca a una república? La reforma de la Constitución por la vía legal está vetada para Podemos por la dificultad que implica el proceso de reforma agravada de la Carta Magna. Pero si la situación en España degenerara hasta extremos insostenibles, Podemos podría encontrar caminos alternativos hacia sus objetivos.
Quizá no para el derribo del pacto del 78. Pero sí para su emponzoñamiento.
Podemos contaría para ello con el apoyo seguro de los partidos nacionalistas catalanes y de EH Bildu. Está por ver que el PNV le siguiera por ese camino. Podemos cuenta también con el peso y la influencia del PSC, un partido que se define como republicano y federalista. Mucho depende en este caso del resultado de las próximas elecciones autonómicas catalanas y del alcance de las pretensiones de Podemos.
Existen otros motivos más mundanos para la creciente radicalidad de Podemos. Entre ellos, la tensa situación en el seno del partido a raíz de los escándalos de Pablo Iglesias en relación con la tarjeta de memoria de Dina Bousselham y las dudas sobre sus relaciones con Irán y la posible caja B del partido.
También influyen en esa creciente radicalidad los pésimos resultados electorales del partido en Galicia y el País Vasco, que han llevado a Podemos a desaparecer de la primera comunidad y reducirse a la mitad en la segunda. Así como el surgimiento de una alternativa de peso –la ministra de Trabajo Yolanda Díaz– a la heredera designada por Pablo Iglesias para sucederle al frente de Podemos: su pareja Irene Montero.
No habrá ya 'sorpaso'
Fuentes cercanas al partido morado y críticas con el cesarismo de su líder dudan, sin embargo, de que Podemos tenga fuerza para nada de lo mencionado. "Podemos aspiraba en 2016 a convertirse en un partido transversal y, al mismo tiempo, capaz de sorpasar al PSOE como partido hegemónico de la izquierda. A día de hoy, apenas aspira ya a un 10% del electorado, en el mejor de los casos".
"Es el electorado más radicalizado de la izquierda" continúan esas mismas fuentes. "El que se identifica no con las socialdemocracias europeas, o siquiera con los valores republicanos, sino con los valores y los objetivos del Frente Popular de 1936". Cegado el camino del sorpaso al PSOE por la evidencia del fracaso electoral de Podemos, al partido morado sólo le quedaría entonces aferrarse al núcleo duro de su electorado.
Un analista electoral de la oposición confirma el diagnóstico anterior. "Coincido con esa tesis. Podemos sólo pretende delimitar su espacio electoral para poder tener un punto de diferenciación con el PSOE en las elecciones. En el actual escenario, el PSOE es el rey de la izquierda, incluso entre los jóvenes. ¿Para qué votar entonces a Podemos si el PSOE ya maneja la agenda de una izquierda 'moderna'?".
"El idealismo está muy bien cuando aspiras a conquistar los cielos y crees que puedes incluso ganar las elecciones" continúa este analista. "Eso era Podemos en 2016. Pero a día de hoy, Iglesias sólo aspira a ser la concubina de Sánchez. Con el añadido, nada banal, de que Sánchez tiene una imagen de 'guapo y moderno' mientras que Iglesias ha consolidado una imagen sórdida tras el escándalo del caso Dina".
'La linterna roja'
En La linterna roja, la película de Zhang Yimou de 1991, las cuatro esposas de un rico potentado de la China de 1920 batallan por convertirse en la favorita de su señor. Los criados colocan cada día una linterna roja en la puerta de los aposentos de una de ellas, señalando a la escogida por su señor para esa noche. Este analista utiliza la metáfora para definir la realidad de Iglesias a día de hoy.
"Iglesias está luchando para que la linterna roja de Sánchez cuelgue de su puerta y no de la de Ciudadanos o de la del PP". Pero, al mismo tiempo, el líder morado debe mimar a su electorado ante la posibilidad de que la degeneración de la situación en España obligue a la convocatoria de elecciones generales anticipadas. Ese es el dilema que afronta Podemos hoy y que explica su radicalismo.
Como en el caso de ERC y JxCAT en 2017, Podemos juega con una doble expectativa. La probabilidad de que la situación en España colapse y se generen las condiciones para un cambio de régimen son muy escasas, pero el partido tiene mucho a ganar en ese escenario. En el caso de que esas circunstancias no se dieran, Podemos podría rentabilizar entre su electorado más radical su recobrada pureza ideológica.
La estrategia salió mal en 2017 para ERC y JxCAT porque su posición como ocupantes de la Generalidad no les permitía mantenerse al margen de sus propias decisiones. Pero un Podemos arrinconado en una esquina del gobierno sí puede permitirse el lujo de especular con la idea de la ruptura del pacto del 78. Sus apoyos mediáticos siguen de momento ahí y la linterna roja de Sánchez, también.
Es todo lo que Iglesias necesita por ahora.