La izquierda española ha escogido a EH Bildu, la coalición electoral que coordina Arnaldo Otegi, como compañera de viaje.
Podemos es socio de la formación abertzale en numerosos consistorios -llegaron, incluso, a ostentar juntos el Gobierno de Navarra-, mientras que el PSOE ha realizado un acercamiento paulatino que derivó en el pacto para derogar "íntegramente" la reforma laboral suscrito el pasado mes de mayo.
Aquella firma estampada de manera conjunta por socialistas y abertzales en el documento supuso el triunfo final de Bildu, que ha luchado durante años por liberarse de la etiqueta "proetarra" para ser considerada una formación política legítima.
No obstante, este acercamiento de la izquierda a Bildu se ha producido en contra de las advertencias de las asociaciones de víctimas del terrorismo. Desde Covite, han alertado con insistencia del peligro que supone dar carta de normalidad a un partido político "que se niega a condenar el terrorismo y que mantiene vivo el discurso totalitario y excluyente de ETA".
AVT, tras el pacto del PSOE con Bildu, apuntó que "no todo vale por conseguir los apoyos necesarios para gobernar". Además, señaló al PSOE que "o se está con las víctimas del terrorismo o con los verdugos y quienes les apoyan".
Pero, ¿en qué basan estas afirmaciones las distintas asociaciones de víctimas? ¿Sigue comportándose Bildu como la formación heredera de ETA? ¿Es su brazo político? ¿Es legítimo establecer un paralelismo entre el partido de Arnaldo Otegi y la banda terrorista?
La relación de connivencia entre la formación abertzale y la banda terrorista no puede despacharse rápidamente con el ramplón "Bildu es ETA", pero hay elementos que indican que no cabe tratar a Bildu como a una formación política más.
Su discurso de blanqueamiento ha calado en los últimos años en el imaginario de la izquierda. Para ello, ha sabido manejar la terminología precisa: "feminista", "ecologista", "progresista"... De este modo, ha ido permeando la idea de que Bildu es un partido de izquierdas como cualquier otro. Hasta el punto de que PSOE y Podemos han pactado con ellos cuando han necesitado su apoyo.
Pero pese a los esfuerzos continuados de la formación abertzale por ser percibidos como una formación "progresista", EH Bildu se sigue moviendo en la contradicción: exige ser considerado como un actor político más, pero sigue sin ajustar cuentas con su pasado. Y, sobre todo, sigue sin terminar de liberarse de un discurso equidistante -cuando no apologético- de la violencia de ETA.
Guiños recientes
Bildu lleva años intentando limpiar su nombre. Para ello, ha utilizado como cabezas de lista a miembros de la izquierda abertzale con un expediente impoluto, que han rechazado explícitamente la violencia. No obstante, en su seno aún cuentan con dirigentes que no esconden su afinidad con el mundo de ETA. Y que retratan en última instancia a la formación.
El último ejemplo ha sido el sentido homenaje que Eneko Compains, miembro del Consejo Nacional de Sortu (partido integrado en EH Bildu) y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad del País Vasco, dedicó a cuatro etarras fallecidos en 2000 cuando explotó por accidente el vehículo en el que viajaban, cargado de explosivos.
"Han pasado 20 años pero todavía os tenemos presentes: Patxi, Ekain, Zigor y Urko. ¡Siempre en nuestros corazones!", publicó Compains en su cuenta de Twitter.
Esta demostración pública de reconocimiento indignó a mucha gente en las redes sociales. Esos "cuatro jóvenes vascos" a los que se refiere el dirigente de Sortu viajaban en un Renault Clio cargado de explosivos con el objetivo de atentar contra la redacción de un periódico en Bilbao.
Pero llovía sobre mojado. El comentario de Compains llegaba tan sólo una semana después de que la formación abertzale enviase "un abrazo" al exlíder de ETA Josu Tenera.
EH Bildu y EHBai -la marca francesa de Bildu- celebraban la excarcelación del histórico dirigente etarra asegurando a través de un comunicado que José Antonio Urrutikoetxea (Josu Tenera) "ha sido uno de los principales protagonistas en el trabajo de un escenario de solución en Euskal Herria".
Cabe recordar que bajo el mandato de Ternera se produjeron atentados como el de Hipercor en Barcelona o el de la Casa cuartel de Zaragoza.
La formación abertzale destacaba que su salida de la cárcel para pasar a situación de arresto domiciliario "no oculta el ánimo de venganza política de los Estados francés y español que motivó su detención, ni tampoco la crueldad y venganza que ha tenido que sufrir durante estos últimos meses".
Estos guiños hacia la banda terrorista desnortaron a gran parte de la izquierda mediática, que se mostró visiblemente sorprendida por lo sucedido. El periodista Antonio Maestre, que en el pasado había dicho que "Arnaldo Otegi es mejor que Santiago Abascal" y que Bildu es "un partido mucho más decente desde el punto de vista moral que el de los posfascistas de Vox", se llevaba las manos a la cabeza: "Cosas como estas son las que hacen imposible avanzar y retratan a Bildu".
La realidad es que el tuit despertó sorpresa e indignación entre la izquierda, pero Bildu se lleva refiriendo durante años a Ternera como un "preso político" y ha pedido su excarcelación en numerosas ocasiones. Es más, Otegi calificó a Pedro Sánchez como "enemigo de la paz" tras la detención del etarra, efectuada por los cuerpos de seguridad españoles y franceses.
En definitiva, un repaso a la hemeroteca evidencia que el abrazo a Josu Ternera, lejos de tratarse de algo puntual es sólo la punta del iceberg de la connivencia de Bildu con el mundo de ETA.
'Ongi etorris'
Los hechos dicen más que las palabras. Por ello, más allá de salidas de tono recientes de algunos de sus miembros, lo verdaderamente preocupante son los actos que demuestran la cercanía y connivencia de Bildu con la banda terrorista.
Por ejemplo, los Ongi etorris. Es decir, los actos para dar la bienvenida a terroristas que han cumplido sus condenas cuando regresan a los municipios en los que residen. Estos encuentros multitudinarios, amparados por Bildu, sirven para pedir el regreso de los miembros de la banda que se ocultan fuera de España y que son requeridos por sus cuentas pendientes con la Justicia.
La AVT ha cargado siempre contra los ongi etorris por considerarlos una "humillación" a las víctimas del terrorismo. Además, ha elaborado informes que aseguran que tienen un impacto psicológico negativo en la recuperación de éstas.
Arnaldo Otegi siempre ha amparado estos homenajes, acusando a quienes "se escandalizan" de buscar la "crispación y la confrontación" en lugar de facilitar la convivencia. "Hay 250 presos de ETA y habrá 250 recibimientos", desafió el líder de EH Bildu.
Expresos en los escaños
Otro de los factores que imposibilita la concepción de Bildu como una formación política plenamente democrática es la falta de limpieza en sus listas, que ha permitido la entrada reciente de tres expresos vinculados a ETA en el Parlamento Vasco. Los diputados Arkaitz Rodríguez, Iker Casanova e Ikoitz Arrese suman casi 20 años de cárcel cumplidos por sus vínculos con la banda armada.
Entre ellos, destaca el actual líder de Sortu -formación heredera de Batasuna- Arkaitz Rodríguez (San Sebastián, 1979), que fue condenado junto con Otegi por pertenecer a ETA en el caso Bateragune.
Rodríguez fue detenido en 2009 y condenado a seis años de prisión. Cumplió condena en la cárcel de Logroño, donde compartió módulo con Otegi. El pasado julio, entró por primera vez en las instituciones como candidato de EH Bildu al Parlamento vasco por Guipúzcoa.
Iker Casanova (Baracaldo, 1972) fue condenado a once años de prisión por pertenencia a banda armada dentro del sumario 18/98 seguido contra varias organizaciones del entorno de ETA. Salió de la cárcel en 2011 y entró en el Parlamento Vasco en 2014, en sustitución de la entonces portavoz Laura Mintegi, que decidió volver a la universidad.
Ikoitz Arrese (Baracaldo, 1987) fue uno de los seis detenidos en 2010 en Vizcaya por pertenecer a la organización juvenil abertzale Segi, ilegalizada por el Tribunal Supremo por actuar como cantera de ETA.
En el Parlamento de Navarra, por otro lado, es diputado por EH Bildu el expreso Adolfo Araiz (Tafalla, 1961), que fue miembro de la Mesa Nacional de Herri Batasuna. En ella, aprobó e impulsó la ponencia Oldartzen, encaminada a "socializar el terror" mediante el asesinato del mayor número posible de políticos, periodistas o funcionarios que pertenecieran al "eslabón bajo". En diciembre de 1997, ingresó en prisión por una condena por colaboración con banda armada dictada por el Tribunal Supremo, anulada posteriormente por el Tribunal Constitucional.
Un relato torticero
El discurso de Bildu para resumir los años duros de ETA también retrata a la formación. Los bildutarras sostienen que en el País Vasco hubo un "conflicto" que enfrentó a "dos bandos": el Estado español y ETA, que tenía como objetivo la independencia de Euskadi.
Ahondando en esta tesis, el diputado Oskar Matute, reprochó el pasado mes de enero a Pablo Casado en el Congreso que sólo hablara de las víctimas de ETA y las equiparó a las víctimas del "GAL, del Batallón Vasco Español, las de la violencia parapolicial y las decenas de enterrados en las cunetas". "Para todas ellas, verdad, justicia y reparación", zanjó.
Para más inri, el reducto más radical de Bildu defiende la tesis de que el fin de la violencia de ETA convenía sólo desde un punto de vista estratégico. El líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez, sostiene que la banda dejó de matar porque "llegó a la conclusión de que el Estado español no iba a reconocer el derecho de autodeterminación de nuestro pueblo". Así lo explicó el año pasado en una entrevista concedida a la televisión venezolana.
Para su legalización en 2011, Bildu presentó en sus estatutos el "rechazo" a la violencia. Una expresión meticulosamente seleccionada. La izquierda abertzale rehúsa utilizar la palabra "condena" por tener "connotaciones religiosas", entre otros pretextos.
Así, la formación se ha desmarcado recientemente de las mociones para condenar los ataques al domicilio de Idoia Mendia o para honrar la memoria de Tomás Caballero, concejal de UPN asesinado por ETA.
¿Por qué Bildu no condena explícitamente la violencia de ETA? Otegi lo explicaba en una entrevista concedida a Jordi Évole en 2016: "¿Cómo me puedes pedir a mí ahora que yo condene una cosa del pasado cuando yo no la condenaba cuando se producía? Además, he pagado claramente por no hacerlo porque yo he sido ilegalizado, he sido detenido, he sido encarcelado".
Proceso de legalización
El proceso de legalización de EH Bildu fue tan tortuoso como lleno de controversia. Inicialmente, el Tribunal Supremo impidió la participación política de la coalición de extrema izquierda abertzale, aunque el Tribunal Constitucional rectificó dicha decisión en un pleno inacabable y que dividió a los magistrados.
En Bildu, como coalición nacida de la concentración de la izquierda abertzale vasca, confluyen Eusko-Alkartasuna (EA), Alternatiba Eraikitzen e independientes que provienen de Herri Batasuna, formación ilegalizada por ser el brazo político de ETA.
La preeminencia (tanto en número como en relevancia de los cargos) de estos independientes batasunos provocó que el Tribunal Supremo, de acuerdo con la ley electoral, prohibiera en un principio que EH Bildu concurriera a las elecciones autonómicas de País Vasco y Navarra en 2011. Según la tesis del Alto Tribunal, Bildu era un mero instrumento de ETA para entrar en las instituciones.
El Supremo basaba su sentencia en unos informes policiales que sostenían que Bildu estaba "en la estrategia de ETA" y que, entre sus candidaturas, había personas vinculadas a Batasuna: 40 en las listas del País Vasco según la Ertzaintza y 95 en el conjunto de País Vasco y Navarra según la Guardia Civil.
El entonces dirigente socialista Alfredo Pérez Rubalcaba celebró la decisión afirmando que Bildu "no había roto con ETA". Partido Popular, UPN y UPyD también mostraron su apoyo a la sentencia.
No obstante, el Tribunal Constitucional enmendó la plana al Supremo. La decisión de no ilegalizar a esta formación se llevó a cabo con 6 votos favorables y 5 en contra, justo antes de las elecciones municipales de 2011. Los 6 magistrados que salvaron a Bildu habían sido propuestos por el PSOE.
La historia, de ahí en adelante, es conocida. Pese a los numerosos intentos de Bildu por presentarse ante la opinión pública como una formación política más, la realidad es que sus pulsiones totalitarias y proetarras siempre terminan por salir a la luz, retratando en el proceso a quienes se han dedicado a su blanqueamiento.