Con el temor de una segunda ola de coronavirus asomando en el horizonte y una economía cada vez más debilitada, la gestión de la pandemia se vuelve cada vez más complicada. Los datos de contagio, en global y por comunidades autónomas, suben día tras día a medida que los hospitales languidecen de personal y restan el número de camas libres en las UCI.
Este viernes, el Ministerio de Sanidad dio los últimos datos conocidos: 2.987 nuevos positivos registrados en 24 horas, y un acumulado en los siete días anteriores de 4.576
El mismo día, el Ministerio de Sanidad adoptó la medida de prohibir fumar en la calle y en las terrazas siempre que no se mantuviese la distancia de seguridad. La decisión se tomó 24 horas después de que la Xunta de Galicia tomase la iniciativa y lo impusiese en todo su territorio.
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, daba un paso y salía en rueda de prensa para comunicar una medida que dejaba a la hostelería con el pie cambiado. La polémica estaba servida ya que afecta a uno de cada cinco españoles, y epidemiológicamente hay posturas encontradas sobre si es relevante a la hora de transmitir la Covid-19.
Desde el Ministerio de Sanidad tomaron nota, y 24 horas después, comunicaron que tras una reunión con las comunidades autónomas se adoptó por unanimidad la misma postura para toda España. Cada gobierno regional debía adaptar la medida y aplicarla conforme a su reglamento territorial, pero la decisión estaba tomada.
Con la caída del estado de alarma, la patata caliente pasó a las comunidades autónomas. Desde el 21 de junio son estas las que tienen que tomar las decisiones para controlar el avance de la pandemia. El Gobierno central se ha limitado a seguir atentamente las posturas tomadas por las administraciones regionales, lo que ha provocado que se levanten voces en favor de que vuelva el mando único del presidente, Pedro Sánchez.
Pinza sanitaria
La estrategia prohibitiva cobra especial relevancia dado este contexto. El equipo del ministro de Sanidad, Salvador Illa, esgrimía la iniciativa de Galicia ante el resto de presidentes autonómicos. Como la decisión venía de un territorio gobernado por el PP, otros líderes como Isabel Díaz Ayuso (Madrid) o Juan Manuel Moreno Bonilla (Andalucia) tenían difícil oponerse. La pinza sanitaria daba comienzo.
Dejando a un lado el plano sanitario, Feijóo daba un paso adelante para marcar la agenda política. Y lo que es más, el Ejecutivo de Pedro Sánchez atendía favorablemente una decisión tomada por un barón del Partido Popular al mismo tiempo que se cumplen 100 días sin que hable con el líder de la oposición, Pablo Casado.
Desde el PP se quejan de que el Gobierno no quiere consensuar una hoja de ruta para superar económicamente una crisis que nadie sabe calcular cuál será su magnitud.
El mensaje es claro: Pedro Sánchez, que carece de relación con Pablo Casado, podría entenderse de alguna manera u otra con el presidente gallego, eterno aspirante a ocupar la presidencia del partido. Seguir la senda de Feijóo, o por lo menos parecerlo, muestra una vez más las dos caras de una misma moneda en el seno de Génova 13. Las dos almas del PP, una más conservadora, otra más moderada, quedan de nuevo reflejadas.