Santiago Abascal, en el Congreso.

Santiago Abascal, en el Congreso. EFE

Política

Vox aprovecha la pandemia para agitar la confrontación en el Congreso de los Diputados

"Utiliza las instituciones de representación para promover el choque, la división".

20 septiembre, 2020 02:51

Al contrario de lo que se promulgó en marzo, la pandemia no ha servido para estrechar los lazos entre los ciudadanos y sus representantes, sino todo contrario: ha ahondado en la división que desde 2019 reina en la política española. Frente al consenso, ha imperado el enfrentamiento político y, en gran medida, ha sido gracias a Vox.

No vamos a quedarnos sentados en nuestras casas. Animaremos a las movilizaciones y enarbolaremos nuestra bandera, esa que ustedes han arrojado al suelo y esa que pisotean sus socios. Y no vamos a callar ante su colaboración con los narco-dictadores comunistas, con los multimillonarios progres y con ETA”. Estas palabras de Santiago Abascal el pasado 3 de junio son solo un ejemplo de la retórica que la formación de ultraderecha ha implantado en el Congreso de los Diputados durante los meses de la pandemia, un mensaje que ha alentado la confrontación con más intensidad que nunca y ha conseguido arrastrar al PP.

Así se muestra en las conclusiones de un proyecto que varios investigadores españoles están llevando a cabo sobre populismo y que, al hilo de la emergencia del coronavirus, ha analizado la evolución de los discursos de las formaciones españolas, partiendo de las intervenciones de Santiago Abascal.

Lo que se esperaba encontrar era la estrategia nativista propia de los partidos populistas de derecha radical, pero el dogma de “ser español” ha quedado en la recámara en pro del argumentario moralista y antagonista. “En el discurso de Abascal encontramos una confrontación directa con otros partidos, con alusiones incluso belicistas. Utiliza las instituciones de representación para promover el choque, la división”, explica Jose Rama, uno de los autores de la investigación.

Esta estrategia es nueva para la formación de extrema derecha y supone un cambio en su discurso. El partido se presentó en su programa electoral bajo el mantra de una sociedad idealizada basada en una lógica de exclusión y protección de cultura e identidad, una dimensión que pasó a un tercer plano tanto en el discurso de la sesión de investidura como en las intervenciones durante la pandemia, en las que han primado las alusiones y descalificaciones moralistas y las referencias antagónicas.

A lo largo de los más de tres meses que duró el estado de alarma, Abascal afirmó que “Sánchez e Iglesias son un peligro para la salud, la vida y la economía de los españoles” y marcó “distancia infinita con un gobierno criminal y sectario, sostenido por comunistas totalitarios, separatistas golpistas y proetarras”. Su última resonante declaración achacaba al Ejecutivo ser "el peor Gobierno en 80 años"

El PP, al arrastre

Pablo Casado, en el Congreso.

Pablo Casado, en el Congreso. EFE

El análisis discursivo realizado no se limita a la formación de extrema derecha. Los investigadores han comprobado también que, mientras que PSOE y Ciudadanos son las formaciones que más consiguen escapar del populismo, la formación de Pablo Casado termina por alcanzar unos niveles similares a los de Santiago Abascal.

“A lo largo de los debates parlamentarios, hay una asimilación del discurso de Vox, sin llegar a sus planteamientos. Hay un constante uso de palabras como bolivarianos, bolcheviques, etarras o separatistas”, apunta Rama. Este efecto contagio surge ante la amenaza de la formación de extrema derecha de convertirse en el gran frente contra el Gobierno de coalición. “Es una estrategia orquestada en aras de representar a la verdadera oposición”, resume Rama.

Uno de los ejemplos más flagrantes que se dio en el Congreso de los Diputados para captar el protagonismo fueron las declaraciones de Cayetana Álvarez de Toledo tachando a Pablo Iglesias de ser “hijo de un terrorista”. La entonces portavoz ha pasado de ser uno de los fichajes estrellas del partido a ser defenestrada al compás de los cambios de estrategias del partido para posicionarse como oposición al tiempo de liderar el espectro de la derecha.

Pablo Casado tomó las riendas de un PP depuesto no solo por una moción de censura sino también del liderazgo de este nicho electoral. Ciudadanos y Vox arribaron en el panorama político dejando a Casado dos alternativas: optar por una estrategia de asimilación, incorporando parte del discurso, o de distinción.

Los líderes reunidos en Colón.

Los líderes reunidos en Colón.

“Lo que ha hecho Casado ha sido zigzaguear entre ambas tácticas. Ha incorporado ciertos debates para medir al electorado y, cuando ha visto que se han alineado demasiado, ha intentado diferenciarse presentándose como un partido consolidado”, indica el profesor de la King's College London.

Los vaivenes han sido palpables. En las elecciones de abril de 2019, en las que los populares se dejaron 71 diputados, optaron por asimilarse a sus contrincantes. La representación más gráfica fue la famosa foto de Colón, en la que PP, Vox y Ciudadanos se retrataron como un frente para reclamar elecciones anticipadas a Pedro Sánchez por sus "cesiones y bandazos permanentes" ante los partidos independentistas catalanes.

La estrategia no funcionó y, en los siguientes comicios, celebrados siete meses después, Casado tomó un cambio de rumbo y optó por una moderación en la retórica y en las caras, apostando por ejemplo por Ana Pastor ante Cayetana Álvarez de Toledo.

Excepción europea

Lo que se observa en la política española a tenor de la crisis del coronavirus no es asimilable a lo que ocurre en los países vecinos, pese a que España es el epicentro de la pandemia en Europa.

En Alemania, los partidos establecidos han generado un consenso en el electorado y se han visto reforzados. Incluso en Reino Unido, donde el primer ministro, Boris Johnson, optó inicialmente por la inmunidad de grupo, o en Italia, con un gobierno de coalición entre el Movimiento 5 Estrellas y el Partido Democrático, no se perciben tensiones tan elevadas como en España, asegura Rama.

Irremediablemente, esto es un lastre más para articular una respuesta que haga frente a la pandemia, tal y como apuntó el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom. “Si los gobiernos quieren evitar ver más bolsas de cadáveres, hay que poner en cuarentena la politización de la Covid-19”, porque este desafío sanitario, subrayó, solo podrá superarse si los países muestran unidad interna y solidaridad internacional.

Más allá del ámbito sanitario, las consecuencias, según apunta Rama, no se podrán medir a corto plazo, como ya ocurrió con la crisis de 2008 y el consecuente desmantelamiento del bipartidismo que arreció entre 2015 y 2016.

Entonces, se canalizaron otros problemas que ya existían. En los próximos años, los efectos sanitarios y económicos se podrán unir a otras “puertas abiertas”, como el conflicto catalán, la financiación autonómica, la deslegitimación de las instituciones políticas o el apoyo a la democracia como modelo de representación política. El resultado está en el aire, pero puede remover el terreno de juego político y sacudir a toda la sociedad.