La ministra de Igualdad, Irene Montero, quiere derogar la reforma de la ley de interrupción del embarazo de 2015 para permitir que las menores de entre 16 y 18 años puedan abortar sin consentimiento -ni conocimiento- paterno.
La derogación que plantea Unidas Podemos desde el seno del Gobierno nos devolvería a la ley de plazos -o Ley Aído, en referencia a la primera ministra de Igualdad- aprobada por el Gobierno de Zapatero en 2010 y que permitía a las niñas mayores de 15 años abortar a espaldas de sus padres.
Se trata de una medida controvertida que ya fue anulada por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2015. De hecho, esta modificación fue la única que salió adelante de la contrarreforma propuesta por Alberto Ruiz-Gallardón, y obligaba a las jóvenes a informar a sus padres sobre su intención de interrumpir el embarazo. Éstos debían, en última instancia, autorizar el aborto.
El anuncio de Irene Montero, por el momento escogido, fue entendido por muchos como un señuelo para distraer de los problemas judiciales que asolan al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, vino acompañado del mantra "son nuestros cuerpos, nosotras decidimos".
Ahora, el debate vuelve a estar encima de la mesa. Por ello, EL ESPAÑOL ha consultado a distintos psicólogos autorizados en la materia para valorar si es positivo que una niña de entre 16 y 18 años aborte sin hablar antes con sus progenitores.
"Fracaso preventivo"
Javier Urra Portillo (Estella, Navarra, 1957) es unas de las personas más autorizadas para hablar de un tema tan delicado. No en vano, es psicólogo y fue también el primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.
Antes de responder a las preguntas de EL ESPAÑOL, Urra decide arrojar algo de contexto: "Hay que destacar que el aborto es un gravísimo fracaso preventivo. Lo que hay que hacer es educar a los jóvenes para que tengan sexo seguro y para que no haya embarazos no deseados".
El aborto, en opinión de Urra, "genera un gran sufrimiento en la madre que se ve obligada a abortar; no es un tema banal, hablamos de la esencia del ser humano, que es la vida".
El primer Defensor del Menor recuerda que Naciones Unidas define como "niño" a toda persona menor de 18 años y expone: "Es innegable que se trata de su propio cuerpo, y éste no pertenece a los padres, pero la educación sí".
"Quitar potestad a los padres es quitarles responsabilidad", dice criticando la modificación de la ley que plantea Irene Montero. Y prosigue: "Los médicos, si ven que la niña tiene una relación sexual continuada de prostitución o grave riesgo de transmisión sexual, tiene obligación de contárselo a los padres".
"Una niña puede quedarse embarazada con 13 años, pero que pueda ser madre físicamente no significa que esté preparada cognitivamente ni emocionalmente", explica el psicólogo, que cree que se habría de buscar el modo de "minimizar el número de niñas que se quedan embarazadas".
-¿Y una vez eso acontece?
-Una vez eso acontece, habría que tomar una decisión modulada. Esa decisión modulada es que la niña debe tomar la decisión, pero también debe comentarlo a los padres, no hacerlo a sus espaldas. Yo no digo que la opinión de los padres deba prevalecer, pero padres e hijos deben hablar.
Como Defensor del Menor (1996-2011), Javier Urra Portillo recuerda algún episodio que cambió su visión respecto al tema: "Tuvimos dos casos llamativos de chicas que querían tener el niño pero sus padres no. Fue una situación de gran complejidad. Hablamos con los padres, les hicimos ver que esa niña necesitaba apoyo. Eso se habló y ahora esos niños son jóvenes que viven perfectamente".
Por todo lo anterior, Urra considera que la derogación que plantea Irene Montero para que las niñas de entre 16 y 18 años puedan abortar sin conocimiento paterno es "poco coherente o lógica": "No se puede quitar esa potestad a los padres. Todo se puede hablar, pero quitar de esa ecuación a los padres sería un craso error".
-¿Qué consecuencias psicológicas podría tener en una menor un aborto a espaldas de los padres?
-Podría afectar gravemente a su criterio y a su futuro. Un aborto deja señales y marcas indelebles. Otra cosa es que se le obligase a abortar. Entonces el daño sería grave. Pero si se le obliga a traer al niño, también. Imagínate no tener pareja, estar en edad de salir y tener la responsabilidad de ser madre. Eso genera conflicto y confusión. De una u otra manera tendrá consecuencias. Por eso una niña necesita todo el apoyo de la familia.
"Asesoramiento necesario"
José Ignacio Baile es Doctor en Psicología y Vicerrector de Ordenación Académica en UDIMA. En su opinión, la edad no es un buen parámetro para determinar la madurez de una persona: "Puede haber adolescentes que, por educación y formación tengan una reacción madura ante conflictos de la vida y otros que con 25 o 30 tengan reacciones infantiles".
Ahora bien, el profesor de Psicología considera conveniente que "una persona de 15-16 años esté asesorada en todos los temas de trascendencia que afecten a su vida". El aborto sería uno de ellos: "Si consideramos que el asesoramiento sanitario es imprescindible y necesario, ¿por qué no va a serlo el de los padres?".
"Considero necesario y oportuno el asesoramiento paterno, pero la psicología no puede marcar a qué edad alguien es suficientemente maduro para tomar esa decisión", arguye Baile.
"Los responsables subsidiarios son los padres o tutores legales. Al ser menor, no tiene responsabilidad. Por tanto, si al final cualquier acción va a terminar en la responsabilidad de otras personas, es lógico que ellas intervengan en sus decisiones asesorando", profundiza.
Con respecto a las posibles consecuencias psicológicas de una decisión así en una menor, el vicerrector del UDIMA cree que "cuando alguien toma una decisión trascendente sin tener la madurez necesaria, eso psicológicamente puede acarrear problemas psicológicos como ansiedad, depresión y desajustes personales o sociales".
"Entorno desregulador"
Jesús Enrique de la Fuente Arias es vicedecano de Investigación de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra. En su opinión, la ley no está redactada bajo criterio científico, sino ideológico.
"Esa es mi sensación. Se pretende empoderar a las chicas. ¿Qué significa esto? Para algunas ideologías, como la ideología de género, empoderar a las chicas supone que ellas puedan tomar una decisión sin la presión de los padres o la dominación machista de la figura paterna. Eso justificaría este tipo de medidas", considera el catedrático.
Para Jesús de la Fuente, una chica de 16 años "está en edad de desarrollo personal" y no tiene "referentes claros": "Enfrentarse a una decisión así ya es difícil en un adulto, pero en una niña es más difícil si cabe.".
En opinión del profesor de la UNAV, la pregunta que cabría hacerse es "qué tipo de contexto se quiere diseñar con estas leyes". "¿Es un contexto que ayuda a la chica a tomar la decisión?", se pregunta. Y esta es su respuesta: "Probablemente en tiempos la presión social y de la familia podían decidir por la chica. En el siglo XXI, las relaciones de padre-hijo son más igualitarias y hay más diálogo".
Por ello, De la Fuente cree que "está bien que se le pregunte a la chica por su criterio, pero no parece razonable que se prive a los padres de participar en un proceso tan complejo para que den apoyo educativo y asesoramiento".
"Si cada vez que haya un momento complejo privamos a la familia natural, que son los padres, de ese apoyo necesario, se pueden producir fenómenos contraproducentes", argumenta el psicólogo, que profundiza: "Las chicas terminan apoyándose y tomando esas decisiones en base a lo que leen en redes sociales, a amigas cercanas o a asociaciones de cualquier tipo que le van a asesorar en una única dirección".
En conclusión, el catedrático cree que aunque la ley pueda tener como pretensión fundamental "liberar o facilitar que la chica tome una decisión", cree que a la postre "puede producir otro tipo de problemas y desajustes".
"Esto va a crear un entorno desregulador que no participa y no tiene voz ni voto. Si no son los padres, alguien rellenará ese hueco y participará en esa toma de decisiones", zanja Jesús Enrique de la Fuente.
-¿Y qué medidas serían deseables desde el Gobierno de España?
-Hay que poner el foco en la prevención, pero los programas preventivos no pueden centrarse sólo en un entrenamiento y conocimiento de habilidades contraceptivas. Hay que educar también en la responsabilidad y en la autorregulación, valores y comportamiento esenciales de la competencia para tener relaciones sexuales.