Fernando Simón no gana para polémicas. La última, y la que podría costarle el puesto como director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), es la que ha propiciado su chiste sexual sobre las enfermeras.
"No le preguntaba [a las enfermeras] si eran infecciosas o no, eso se veía unos días después", dijo Fernando Simón en una entrevista, cuando el conductor de la misma le preguntaba si le gustaban más "las enfermedades infecciosas o las enfermeras infecciosas". Unas palabras inapropiadas por parte de quien es la máxima autoridad en España sobre el coronavirus.
El chiste no sólo ha ofendido al Consejo General de Enfermería, que ha censurado sus "comentarios sexistas y denigrantes" y ha exigido unas disculpas con carácter inmediato. También ha provocado la denuncia del Grupo Parlamentario Popular ante el Ministerio de Igualdad por "machista y vejatorio".
La repercusión del error de Fernando Simón es tal que hasta el propio Gobierno de España, que hasta ahora siempre ha respaldado públicamente al portavoz sanitario, ha expresado su malestar con las palabras de Simón. La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha sostenido que "Simón debe pedir disculpas" por unas "declaraciones desafortunadas".
Además, los nervios están a flor de piel en el seno del Ejecutivo que preside Pedro Sánchez con toda cuestión relativa a la defensa de las mujeres. Máxime, después de que la ministra de Igualdad, Irene Montero, justificara la expulsión de su excompañera de partido Teresa Rodríguez durante su permiso de maternidad.
Por todo esto, la continuidad de Fernando Simón al frente del CCAES está por primera vez en entredicho. Pero también hay que tener en cuenta que llueve sobre mojado. Fernando Simón arrastra desde hace meses la losa de sus errores: vaivenes en sus diagnósticos sobre la pandemia, previsiones equivocadas, comentarios fuera de tono en ruedas de prensa... Su enésima polémica puede no ser la más grave, pero es la gota que colma el vaso de la paciencia de muchos españoles.
Enésimo error
Hace escasos días, el sector del teatro y del cine clamaba contra Fernando Simón por sus palabras señalando los "problemas de los actos culturales", en referencia a sus "concentraciones posteriores".
"Es por los riesgos asociados a las entradas y salidas de esos espectáculos y al postcine y posteatro. La gente, una vez que va al teatro o al cine, no se recoge directamente en casa, sino que se juntan y se van a los bares y eso interesa no favorecerlo", explicó Simón. Un mensaje, además, contradictorio con el lema del Gobierno durante estos meses de pandemia: "La cultura es segura".
Este ha sido su penúltimo error. Para encontrar el antepenúltimo, sólo hay que retrotraerse dos semanas. El pasado 19 de octubre el portavoz sanitario se corregía a sí mismo y modificaba, en cuestión de cuatro días, sus pronósticos sobre la evolución de la pandemia. Simón pasó de hablar de una "fase de estabilización de contagios previa a un posible descenso" (jueves, 15 de octubre) a observar un "ligero incremento"(lunes, 19 de octubre).
Unas palabras -"ligero incremento"- que, además, no han reflejado bien la realidad de la evolución de la pandemia. Y es que España acaba de vivir el peor fin de semana de la segunda oleada. con 55.019 casos y 379 muertos más. Al vaivén sistémico en las dos versiones del doctor sobre el diagnóstico en España hay que sumar una larga lista de contradicciones desde que en España entró el virus.
Cuando el virus comenzaba a expandirse por Italia, Simón trató de tranquilizar a la población española asegurando que aquí "no" iba a tener "como mucho, más allá de algún caso diagnosticado". "No habrá transmisión local y, si la hay, será muy limitada y controlada", llegó a decir a finales de enero, sin darle al nuevo coronavirus la importancia que, a posteriori, sabemos que merecía.
Y no fue su único error fatal. Más polémico fue el episodio de las mascarillas y sus recomendaciones de uso. Si en marzo Simón hacía hincapié en que no eran "un factor clave" y que "si estás sano" era mejor no llevarlas, meses después el Gobierno admitió que no obligó a llevar mascarillas porque era una medida "muy difícil de cumplir".
"En una situación de escasez en el mercado de mascarillas quisimos ser muy prudentes a la hora de hacer recomendaciones que no se pudieran aplicar", admitía el director del CCAES en mayo. "Ahora quizás tenemos que sobreactuar un poco para prevenir riesgos", dijo entonces.
También en agosto, cuando los casos por Covid-19 volvían a aumentar en España, Simón negó que estuviéramos ante una segunda ola, corrigiendo a la consejera de Salud vasca, Nekane Murga, que daba la voz de alarma al advertir que el País Vasco se estaba enfrentando "sin duda a una segunda ola epidémica".
Simón prefirió entonces hacer un llamamiento a la calma pidiendo "prudencia" porque al emplear este término "se pueden generar percepciones de riesgo distintas a las que realmente estamos viendo". "Es un concepto gris y borroso", añadió.
Tras este ramillete de errores, muchos de ellos injustificables para quien se presupone la máxima autoridad en el país para la gestión de la pandemia, ha sido finalmente un chiste el que ha colmado el vaso y amenaza su continuidad al frente de la CCAES. Ironías del destino.