Un numeroso, y sobre todo ruidoso, grupo de socios del Centro Vasco de Caracas, cercano a la izquierda radical separatista, ha criticado con saña el almuerzo de homenaje que la institución ofreció el pasado domingo a Jesús Silva, embajador de España en Venezuela. A una semana de su partida, una de las Euskal Etxea más antiguas de las 195 repartidas por todo el mundo -casi 80 años de vida-, recibió con honores al jefe de la diplomacia española.
"Es el primer embajador español invitado a la Euskal Etxea de Caracas... pero claro, no lo publicitamos demasiado antes de realizarlo, precisamente para evitarnos la lluvia de críticas", explica Ibane Azpiritxaga, presidente de la institución. Precisamente por eso, Azpiritxaga niega que fuera un "homenaje", y lo califica de simple despedida. "Pero queríamos agradecerle sus desvelos por la comunidad en estos años".
La Euskal Etxea de Caracas es la más batasuna del mundo. No sólo por quiénes fueron sus fundadores -exiliados y prisioneros de la Guerra Civil-, sino porque Venezuela ha sido refugio durante décadas de etarras.
Algunos por opción propia; otros, deportados desde Argelia tras el fracaso de las negociaciones que mantuvo el Gobierno de Felipe González con ETA. Y finalmente, porque el régimen chavista ha jugado a apoyar cualquier causa que mine la estabilidad de la "madre patria" y la de sus vecinos: el territorio venezolano se ha prestado a intercambios, entrenamientos y contactos logísticos del terrorismo vasco, el de las FARC colombianas e incluso de la milicia chií libanesa Hizbulá, apoyada por Irán.
Arturo Cubillas, etarra con causas pendientes, ha sido alto cargo del Gobierno de Nicolás Maduro; José Ignacio de Juana Chaos, huido de la Justicia, regenta una licorería en Chichiriviche (un paraíso playero del estado Falcón). Pero "ya han pasado décadas desde el exilio de nuestros abuelos y aquí algunos hemos evolucionado", apunta el presidente del Centro Vasco, en conversación con EL ESPAÑOL desde Caracas.
La lucha democrática
Como informó este periódico, el Ministerio de Exteriores anunció a finales de septiembre la salida del embajador de España en Caracas, pese a que no había cumplido el habitual ciclo de cuatro años en la sede diplomática. Llegado en 2017, aun con el Gobierno de Mariano Rajoy, fue ratificado por el Ministerio de Josep Borrell, y recibió el apoyo de su departamento cuando alojó hace año y medio a Leopoldo López en su residencia, evitando así su nuevo arresto por el régimen chavista.
"El trabajo del consulado y de la Consejería laboral han sido imprescindibles en este tiempo", explica el presidente del Centro Vasco.
Silva -con quien este periódico se ha puesto en contacto, pero ha preferido no hacer declaraciones- ha facilitado la llegada de medicamentos y atención social a la colonia nacional en el país caribeño. Ha fletado aviones para evacuar a españoles -de origen o por herencia- afectados por la crisis social, económica e institucional del país, y luego por la pandemia. Y ha comprometido fondos de la Embajada para la financiación de un centro de día para mayores y dependientes que está poniendo en marcha el Centro Vasco.
El caserío vasco, en el barrio de El Paraíso de Caracas, funciona gracias a la financiación del Gobierno de Iñigo Urkullu-y las pequeñas cuotas de los socios-, "pero igual que el lehendakari se lleva bien con Pedro Sánchez, nosotros también podemos hacerlo con el embajador de ellos, ¿no?".
Los radicales
¿De ellos?... La comunidad vasca en Venezuela es muy numerosa. Y muchos mantienen un vínculo estrecho con el nacionalismo del PNV. Este Centro Vasco fue fundado en Caracas en 1949 por exiliados de la Guerra Civil española.
De hecho, sirvió para que el 'lehendakari' en el exilio, José Antonio Aguirre, fuera recibido con honores de jefe de Estado por el presidente Betancourt en la capital venezolana, en 1959. Pero otros, muchos otros, tienen una ascendiente radical y filoetarra.
El Centro trata de vivir institucionalmente alejado de los avatares políticos en la madre patria en lo que toca a sus actividades. Tanto que, en conversación con su presidente, queda claro que no muchos de sus socios llaman así a España, se quedan simplemente "con Euskadi". De hecho, el Centro Vasco de Caracas es reconocido como el más 'abertzale' de las casi 200 casas que mantiene Euskaletxeak, la Dirección para los Ciudadanos y las Colectividades Vascas en el exterior, del gobierno autonómico.
Aun así, en ese ambiente fue homenajeado el pasado domingo Jesús Silva, el embajador español saliente en Venezuela. "Fue un almuerzo muy agradable, con mezcla de comida vasca y venezolana", explica Azpiritxaga. El menú incluía croquetas y pimientos de padrón de entrantes, y como plato fuerte un mero en salsa verde. A los postres, arroz con leche y natillas. Y todo ello regado con txakoli y finalmente, un patxaran.
Esos que aún defienden el terrorismo, y lo mezclan con el autodenominado "socialismo del siglo XXI" que ha arruinado Venezuela, han criticado la recepción a Silva. E incluso su labor, claramente comprometida con la defensa de las libertades democráticas a pesar de las presiones sufridas por el régimen chavista de Nicolás Maduro.
Por eso se le ha vilipendiado desde el bando más abertzale dentro del mundo vasco venezolano. Al grito de "¡viva la revolución bolivariana!", hay quien ha acusado al Centro Vasco de "haber cambiado de bando".
Sin destino
De vuelta a España este domingo, después de que este miércoles el Boletín Oficial del Estado publicara su cese en el cargo [consulte aquí el documento], Silva fue recibido hace una semana con todos los honores en el caserío más caribeño y caluroso de todas las construcciones vascas por el mundo.
La casa fue fundada en 1949 por "gudaris huidos de la represión franquista", explica el actual presidente, nieto de uno de ellos. "A mi abuelo lo condenaron a muerte y se salvó por un intercambio con un prisionero fascista italiano", añade. "A todos nos han inculcado las mismas ideas en casa, pero algunos hemos aprendido que en la Guerra Civil nos hicimos daño de un lado y del otro... otros siguen defendiendo la lucha".
Silva fue invitado de honor y se le reconocieron sus desvelos por el bienestar de la comunidad de compatriotas, desde que llegó a Caracas en 2017, mientras el país caribeño se hundía en la peor crisis social, económica e institucional de su historia.
Ahora, ya desempaca las maletas tras cerrar los últimos asuntos en la capital venezolana...
Los domingos se han convertido en el día clave en las últimas semanas de Silva en su destino. Después de año y medio alojado en su residencia -cercada por la policía secreta del régimen-, el domingo 25 de octubre, Leopoldo López salía clandestinamente, camino del exilio en España. Una semana después, el domingo 1 de noviembre almorzó entre ikurriñas, homenajeado en el Centro Vasco. Y este domingo 8 de noviembre, dice adiós y cambia las oficinas de la legación diplomática por las del Ministerio, donde aún no tiene destino asignado.