"Los extremos son momias políticas": 10 razones para ser de centro, según el nuevo gurú liberal
Manuel Calvo, doctor en Filosofía, reivindica el centro político, hoy "difuminado", y trata de definirlo frente a unos extremos que "están claros".
16 noviembre, 2020 02:20Noticias relacionadas
En esta tierra de Caín, proclamarse de "centro" conlleva acusaciones tan hirientes como la "ausencia de principios", la "cobardía" y, sobre todo, la "equidistancia". Conforme el debate se encrespa, aumenta la necesidad de catalogación entre las huestes de la masa. ¿Por qué ese tipo de ahí no compra el paquete ideológico al completo? "No se atreve, no quiere mojarse".
A veces, la crítica crece en intensidad: "Carga contra la derecha y la izquierda para ocultar su falta de osadía. En realidad, no es de nadie, no tiene ideas". "Si habla del centro, es de Ciudadanos, porque ellos son el único partido que se define así". Un razonamiento de cartón, viciado por la comodidad del etiquetaje y encaminado a emborronar, por ejemplo, el verdadero objetivo de este texto: definir el centro político.
Manuel Calvo Jiménez, doctor en Filosofía por la Universidad de Sevilla, se ha lanzado a la trinchera a pecho descubierto. Asume el riesgo consciente de que, en España, los extremos "están claros; y el centro, "difuminado". Acaba de publicar Diez razones para ser de centro (Almuzara, 2020).
Antes de ir al meollo del asunto, conviene apuntar que, hoy, en el Congreso, "no es un partido quien posee el centro, sino que algunas personas, con sus actitudes, se ubican en esa parcela". Por tanto, también errarán quienes intenten leer esta teoría como una alabanza a la formación capitaneada por Inés Arrimadas.
Calvo atiende la llamada desde más allá de Despeñaperros. Contesta algo perplejo, como extrañado de que su manual para ser de centro pueda convertirse en artículo de prensa. Tiene 48 años. Es vocal de la Asociación Andaluza de Filosofía y miembro del consejo de redacción de la revista ALFA.
Equidistancia descafeinada
El filósofo comienza su disertación con una declaración de intenciones: "La actitud de centro no es necesariamente moderada, equidistante o descafeinada. Una persona de centro puede defender ideas radicales, como la libertad y la equidad, con profunda convicción".
Cabría pensar que, por lo menos geográficamente, el centro es el punto medio entre la izquierda y la derecha, pero Calvo niega la mayor: "El centro puede estar a la izquierda o a la derecha de ese centro geográfico en cuestiones diversas".
Dicho de otra manera: "El centro político es un intento de síntesis de los extremos opuestos, pero no una mezcla equidistante, sino una superación". Por ejemplo, el político de centro puede estar más a la izquierda del punto medio cuando se trata de defender los derechos sociales; pero más a la derecha si el debate gira en torno a la economía de mercado.
-¿Podría concretar?
-Sintetizar los dilemas individualismo-socialismo, liberalismo-igualitarismo. Y que esa síntesis sea superadora de ambos.
Calvo pone un ejemplo muy gráfico para que su idea aterrice: "Una persona a la que le gusta tomarse una caña de vez en cuando está más cerca del borracho que del abstemio por el mero hecho de beber. Es decir; está más cerca del exceso que del defecto. Pero a un bombero, generalmente, le ocurre lo contrario. Cuando corre a apagar un incendio, está más cerca de la temeridad que de la cobardía".
Tanto uno como otro -reitera Calvo- estarían mostrando una actitud de centro siempre y cuando analizaran la situación de manera "crítica y racional". Porque el centro -aduce este filósofo- es una especie de "constante análisis en busca de la virtud": "Consiste en alejarse más o menos de ambos extremos según nos aconseje la prudencia".
"Es una tarea difícil que exige una gran capacidad de análisis. Una tarea inacabable, ya que una persona de centro nunca acepta una decisión como definitiva", aduce Calvo. De ahí que no augure una gran cantidad de papeletas a los políticos de este signo. Podría decirse, a tenor de lo explicado, que es una manera incómoda de votar.
Pensamiento vivo
A Calvo no le gusta hablar de "ideología" cuando analiza el "centro" porque atribuye ese sustantivo a las izquierdas y derechas tradicionales; también a los extremos: "Son momias políticas asumidas por quienes no son capaces de tener un pensamiento vivo ni se atreven a pensar de verdad la sociedad con los riesgos y contradicciones que ello comporta".
"Las ideologías -según esta tesis- obligan a quienes las aceptan a convertirse en adoradores de sus principios. Uno debe afiliarse a ellas, hacerse de ellas", remarca Manuel Calvo.
-Y todo esto... ¿cómo se concreta?
-Una posición de centro puede estar más cerca o más lejos de una ideología concreta, pero allí donde esté, estará firme y racionalmente asentada.
-¿Qué ocurre con los que se definen como de "centroderecha" o "centroizquierda"?
-No son realmente de centro. Siguen sintiendo que pertenecen a una "ideología". Ellos, con la palabra centro, quieren dar a entender que son moderados, defensores del Estado del Bienestar.
Seguimos camino de esos "principios" que, según Calvo, sí orbitan en torno al "centro" y que hacen de esta posición una actitud definida, aderezada con ideas concretas. ¿Cómo empezamos?
"El individuo debe estar en la base. Porque el individuo es el sujeto de los derechos. No obstante, el hombre de centro es consciente de la necesidad de cuidar lo colectivo, ya que todo cambio social es una mejora individual, de manera inmediata o de carácter potencial. Pero el centro jamás busca el bien colectivo a costa de sacrificar al individuo".
-¿Cuáles diría que son hoy, en España, los principios irrenunciables para alguien de centro?
-Debe utilizarse con cuidado la palabra "irrenunciable" porque nos situaríamos cerca de esos extremos que queremos evitar. Pero entiendo la pregunta, voy entonces a esos principios firmes. Desde una perspectiva ética, es clave la libertad, tanto la positiva como la negativa.
-¿Qué significan una y la otra?
-La libertad negativa es aquella que consiste en no tener prohibiciones para poder hacer lo que deseamos. La libertad positiva, en cambio, consiste en tener los medios suficientes para hacer realidad nuestra voluntad. De modo que no podemos renunciar ni al liberalismo ni al reparto equitativo, que no igualitario, de los medios materiales.
Vida democrática
-¿Y desde una perspectiva política?
-No podemos renunciar al marco legal que hace posible la vida democrática en libertad. Es decir: no podemos renunciar a la Constitución. Somos conscientes de que toda ley es algo convencional, que puede cambiarse. Pero no es algo frágil ni moldeable al capricho de unos y otros. La única forma de convivir democráticamente es el respeto de las leyes, de manera que la ley sólo pueda cambiarse desde la propia ley.
-Por tanto...
-Libertad, equidad y Constitución serían mis principios fundamentales. Y, por supuesto, la capacidad de crítica y autocrítica necesaria para que pueda producirse el diálogo democrático que ahora tanto echamos en falta.
-Miremos, por fin, al Congreso. ¿Dónde está el centro?
-Los extremos están claros a derecha e izquierda: Vox y Unidas Podemos. Los otros partidos autoproclamados de centroizquierda y centroderecha (PSOE y PP) pecan de esa equidistancia que tanto se critica al centro. Son como copias descafeinadas de los extremos y coquetean con ellos por no perder cuota electoral. No están definidos y su propia autodenominación desvirtúa el concepto de "centro".
-¿Qué pasa con Ciudadanos? Es el único partido autoproclamado de "centro".
-Se llama "de centro", sin matices, es verdad, pero su actitud muchas veces no coincidió con el concepto de centro que yo he pretendido explicar -moderado y dialogante-, sino que adoptó posiciones férreas e irrenunciables que lo llevaron, precisamente, a perder la confianza de los votantes de centro.
-Habla de Rivera.
-Cuando Ciudadanos renunció a esa etiqueta de "progresista", hizo un guiño al electorado de la derecha, pero eso no tiene por qué ser malo o impedir que el partido se sitúe en el centro. Sin embargo, luego sus actitudes fueron más bien férreas; sus decisiones, tomadas con un ojo en el electorado; y seguro que sin querer, se pusieron en el lado de los que defienden una idea por ser propia más que por ser buena.