Este miércoles se cumplían 117 años de la muerte de Sabino Arana y los principales dirigentes del PNV se saltaron el confinamiento para ir a homenajear a su fundador al cementerio de Sukarrieta (Vizcaya).
El acto contó con toda la liturgia jeltzale: ofrenda floral ante la tumba, aurresku (típica danza vasca) e interpretación del himno oficial de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Con lo que no contó fue con el cumplimiento de las medidas sanitarias pertinentes.
Y es que el comité ejecutivo del PNV se saltó la propia normativa del Gobierno Vasco (que ostenta Iñigo Urkullu) con respecto al coronavirus, actualizada desde el pasado 6 de noviembre, y que restringe las visitas a cementerios como consecuencia de la Covid-19.
El documento del Gobierno Vasco apunta a que no se puede acudir "a un funeral, velatorio o entierro que se desarrolle fuera del municipio de residencia". Sólo se puede acudir a un acto que se desarrolle "en el propio municipio o colindantes".
En este sentido, el incumplimiento de la norma por parte del partido que ostenta el gobierno en el País Vasco -en coalición con el PSE- fue flagrante: se desplazó al cementerio de Sukarrieta (Pedernales) cuando se encuentra a casi 40 kilómetros de Bilbao, donde anida la sede del PNV.
El documento, expedido por el Lehendakari Iñigo Urkullu, subraya que ni siquiera el día de Todos los Santos se puede acudir al cementerio de localidades vecinas. "No. Es necesario evitar los desplazamientos".
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, aprovechó la presencia de los medios para reivindicar el compromiso de su partido con "la Nación Vasca, nuestra única patria" y aseguró que trabajarán en su "construcción nacional": "Para reivindicar que los vascos y las vascas podamos decidir nuestro futuro en libertad".
El líder jeltzale también acusó al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, de haber sido "el maniobrero mayor" de la negociación de los Presupuestos: "No le interesan las cuentas, sino un juego de bloques para tener a Sánchez y al PSOE como rehenes".