Durante la negociación con Pedro Sánchez, Inés Arrimadas enfrentaba dos problemas. El primero tenía que ver con la dificultad que entrañaba alcanzar acuerdos con el PSOE mientras Podemos y los nacionalistas maniobraban en dirección contraria. El segundo anidaba en las tripas de su propio partido. Algunos dirigentes de Ciudadanos la urgían a romper con Moncloa y llegaron a poner en cuestión la "identidad" del proyecto.
Desaparecido ese punto de fricción -Arrimadas no volverá a hablar de los Presupuestos con Sánchez-, la Ejecutiva de Ciudadanos ha recobrado la unidad estratégica, pero el apoyo a la presidenta liberal no es absoluto. Se trata de una suerte de "apoyo crítico". Con el objetivo de cerrar filas, la jerezana se reúne este sábado con sus coordinadores autonómicos.
¿Qué significa "apoyo crítico"? En ningún momento ha estado en cuestión el liderazgo de Arrimadas. Quienes levantaron la voz no pedían un cambio de presidenta, sino de táctica. Así lo expresan distintos mandatarios consultados por este periódico.
El punto de partida sí fue unánime: Ciudadanos apostó en bloque por empezar a negociar con Sánchez para desnudar su deseo de acordar con el nacionalismo. Sin embargo, a mitad de ese camino, importantes dirigentes de la organización llamaron a "romper" las conversaciones debido a las "excesivas concesiones" del Ejecutivo a PNV, Bildu y Esquerra Republicana.
El apoyo es "crítico", y no absoluto, porque quienes se mostraron contrarios entonces siguen manteniendo que Arrimadas ha tardado demasiado en levantarse de la mesa presupuestaria. "Estas últimas tres semanas nos han desgastado mucho. Hemos recibido demasiados golpes. Quizá el coste haya sido muy elevado", sintetizan estas fuentes.
Para rebatir ese mensaje, Arrimadas suele expresar: "Gracias a Ciudadanos no se ha subido el IVA a la concertada ni a la sanidad privada y se implantará una tarjeta sanitaria única". Un dirigente crítico responde: "Cuando hay un terremoto, uno no puede estar vigilando la vajilla".
Elecciones catalanas
La táctica de Arrimadas ha "desenmascarado" a Sánchez. En eso están todos de acuerdo. Pero los críticos detectan que el camino para lograrlo les ha dibujado como un aliado ingenuo del Gobierno, y no como una fuerza alternativa.
"Si hubiésemos roto nosotros la negociación, habríamos fracasado y el presidente seguiría diciendo que pacta con los nacionalistas porque no existe una alternativa", relata a este periódico un miembro del equipo de la presidenta.
Si no es la candidata lo que divide a Ciudadanos, ¿qué es? Desde la marcha de Albert Rivera, han sido Carlos Cuadrado y José María Espejo quienes han dirigido la vida orgánica. Tienen el rango de "vicesecretario" y son conocidos en el seno de la formación como los "sargentos".
Disponen de la máxima confianza de Arrimadas, tanto que se han encargado al mismo tiempo del devenir de la estructura y de la negociación presupuestaria con el Gobierno. Son muchos los que sitúan en las elecciones catalanas "la prueba definitiva a su modelo".
Aunque el nombre de Arrimadas como presidenta no encuentra contestación, sí lo hace la gestión de Cuadrado y Espejo. "Hasta ahora, no ha habido manera de medirla, pero si fracasamos en las elecciones catalanas, tendrán que asumir buena parte de la responsabilidad".
Las encuestas son muy poco halagüeñas para Cs en Cataluña. Ni siquiera dan por seguro que los naranjas -que lograron ganar las elecciones- puedan imponerse a Vox y al Partido Popular. Fruto de esas dudas, la guardia pretoriana de Arrimadas dio un golpe de mano para laminar a Lorena Roldán, candidata elegida por primarias, y nombrar a Carlos Carrizosa.
Los críticos señalan a Cuadrado y Espejo -para bien y para mal- como los hacedores estratégicos, tácticos y financieros de Ciudadanos. Los comicios catalanes serán la primera cita importante con las urnas de la era Arrimadas. Ya era presidenta en las autonómicas gallegas y vascas, pero su partido no defendía resultados en ninguna de las dos regiones.