¿Existe el socialista desencantado? ¿Hoy en día hay un proyecto político para esa izquierda que no quiere saber nada de los nacionalistas? La cuestión lleva tiempo planteándose, pero se ha vuelto acuciante a raíz de los recientes pactos del Gobierno de España con ERC y Bildu para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, apelaba este sábado a "la izquierda patriótica" para hacer frente a la Ley Celaá de Educación que, entre otras medidas polémicas, elimina el castellano como lengua vehicular en Cataluña.
Y lo cierto es que esa izquierda patriótica -Casado dixit- no sólo existe, sino que lleva tiempo articulándose progresivamente en colectivos y asociaciones que, precisamente, han convocado una concentración frente a la Delegación del Gobierno en Barcelona para protestar contra esta enmienda impulsada por ERC.
La pregunta ahora es si el nacimiento de estos colectivos responde a un fenómeno residual o si realmente existe la posibilidad de articular una izquierda patriótica a nivel nacional.
¿Sería posible? ¿Cuáles serían sus principios ideológicos? ¿Hay un espacio político huérfano? ¿Existe un nicho de socialistas desencantados a los que dirigirse lo suficientemente amplio? EL ESPAÑOL intenta responder a estas y otras cuestiones de la mano de líderes e intelectuales pertenecientes a la rama ilustrada y racionalista de la izquierda. Estos dicen rechazar los populismos y los nacionalismos. Y precisamente por ello abominan de la manera de hacer política de Pedro Sánchez.
"Deriva catalanista"
Antonio Robles Almeida (Zamora, 1954) es periodista, político y profesor de Filosofía. Hijo de un albañil y una modista emigrados a Cataluña, toda su vida ha estado ligada a la izquierda. A ella llegó a través de la razón, tras pagarse los estudios trabajando en el oficio de su padre.
Como exponente de la izquierda ilustrada, siempre ha rechazado con vehemencia el nacionalismo. Tras ser secretario general de Ciudadanos en sus inicios, fundó en 2016 el Centro Izquierda de España (dCIDE). "La izquierda oficial, la que tiene representación parlamentaria, ha abandonado las ideas ilustradas que inspiraron a la izquierda racionalista y ahora se está aliando con lo peor de la superstición y del clasismo del Antiguo Régimen", denuncia en referencia a los separatistas catalanes.
El intelectual socialdemócrata es muy crítico con la "deriva identitaria" del PSOE: "No sé cómo es posible que haya tanto servilismo intelectual de sus barones ante esa deriva identitaria que permite la exclusión lingüística o que consagra privilegios económicos por territorios. No entiendo cómo no hay un levantamiento general de la izquierda para exigir que esta patochada termine de una vez".
-¿Cuándo comenzó esa deriva?
-Yo creo que en última instancia se debe a un complejo de España como nación que se instaló desde que Franco ganó la guerra. Franco ganó la guerra durante tres años, pero después la estuvo perdiendo durante 40. Como dictador al uso, intentó identificar el franquismo con España. Y en cierta medida lo consiguió, pero tras su muerte la izquierda ha mantenido ese complejo ante España, sus símbolos, sus instituciones... Le da grima defenderlos. Como si defender tu propio Estado o tus propios símbolos fuese franquista. Es absurdo porque éstos no son de derechas ni de izquierdas. El país no es de nadie.
-¿Esa asimilación de España igual a Franco es la que ha unido a la izquierda con los nacionalistas?
-No, los ha unido el PSC. El nacionalismo nunca luchó contra Franco. Contra Franco luchó la izquierda. En Cataluña todos los males han venido de la izquierda. El PSC ha sido el pastor del nacionalismo bajo una coraza catalanista, que se supone que no es nacionalista, pero que es la madre del nacionalismo. Y el nacionalismo es la madre del independentismo.
Ahora, arguye el exprofesor de Filosofía, "el catalanismo ha infectado al PSOE poco a poco": "Zapatero llegó a la presidencia por los votos de Pasqual Maragall. Y el mentiroso que tenemos ahora en Moncloa llegó al poder por el apoyo y las ideas del PSC".
Por todo ello, Robles sostiene que "todos los problemas que tenemos en España actualmente, que básicamente son de cariz territorial, de estructura del Estado, provienen del cáncer nacionalista catalán".
-¿Hay todavía un espacio político para la socialdemocracia que rechaza al nacionalismo?
-Los acontecimientos políticos en España tienen que estar en algún momento ligados a la realidad. En Sapiens, el autor nos da una idea de que todos los relatos son ficciones. El gran problema de Cataluña es que la ficción pujolista se la ha creído mucha gente. Decía Nietzsche que ante lo que entra por las emociones a nuestro espíritu, la razón no puede proezas. Eso nos está pasando. La primera cuestión que hay que hacer en Cataluña y en España es una revolución mental para recuperar las ideas ilustradas de la izquierda. Y no hablo de una izquierda radical, sino de una socialdemocracia, un centro-izquierda llevadero. La izquierda tiene que volver a la razón.
"Unidad de España"
Gorka Maneiro Labayen (San Sebastián, 1974) es también un socialista desencantado, exparlamentario en el País Vasco y exportavoz de UPyD, se reclama huérfano de un proyecto político "de izquierdas, nacional y no nacionalista, que defienda la unidad del país, que lleve a cabo políticas redistributivas que garanticen la igualdad entre españoles".
Ningún partido con representación parlamentaria, sostiene Maneiro, defiende esa esencia de izquierdas. Por eso considera que hay un espacio político por rellenar: "Hay partidos políticos nacionalistas, independentistas, autonomistas, liberales, de derechas... pero no hay un partido nacional que defienda el Estado, salvo partidos minúsculos que se han formado aquí y allá pero que no tienen fuerza. Hay espacio, pero haría falta acumular fuerzas, financiación y apoyo mediático".
Él mismo lo intentó con la plataforma Ahora, fundada en 2017, pero fue en vano. Maneiro, alejado ya de la política, asegura que su sensibilidad de izquierdas sigue incorruptible: "Mi compromiso político se fundamenta en mi oposición al terrorismo de ETA, pero acompañado de eso va la defensa del Estado de bienestar, los derechos sociales, la igualdad, la solidaridad... Todo eso me viene de familia".
Aunque en los últimos tiempos, la izquierda oficial se alía con las tesis de los separatistas, Maneiro defiende que "si alguien debería estar en contra de los nacionalismos es la izquierda". "En el Congreso no existe esa izquierda", lamenta.
"La izquierda y el nacionalismo son antitéticos. El nacionalismo pretende en última instancia levantar fronteras entre conciudadanos y esto produce la reducción de la redistribución. Y eso es lo más reaccionario que puede haber", argumenta Maneiro.
-¿A qué atribuye entonces ese maridaje de PSOE y Unidas Podemos con el nacionalismo?
-Habría que estudiarlo a fondo, la respuesta no es sencilla. En el resto de países europeos es un hecho evidente que el nacionalismo es profundamente reaccionario y los partidos de izquierdas defienden sin complejos la unidad del país, la unidad del Estado y se enfrentan sin complejos con el nacionalismo. Aquí se produce justo al revés, quizás por determinados líderes que han confraternizado por miedo, complejo o pereza intelectual.
"La situación es grave porque esa idea se traslada a la sociedad y ésta considera ya más normal que la izquierda pacte con partidos nacionalistas que con el resto", denuncia el exmilitante del Partido Socialista de Euskadi.
-¿No se ha planteado el viaje al centro-derecha? ¿Por qué esa manía de seguir reivindicándose de izquierdas cuando la izquierda oficial ha renegado de esas ideas que usted sigue defendiendo?
-Sé que algunos han hecho ese viaje o que han votado a partidos de ese espacio porque consideran que votar a partidos supuestamente de izquierdas ahora mismo es mucho peor. Yo tengo mis dudas a ese respecto [sobre si votaría a partidos de centro-derecha como mal menor], pero sigo creyendo en políticas de izquierdas. Respeto a la derecha, pero no me ubico en el liberalismo económico extremo, en la reducción impositiva siempre y en todos los casos... No compro todo eso. Soy más sensible socialmente y creo en las políticas de redistribución y solidaridad.
"No son progresistas"
Francisco Sosa Wagner (Alhucemas, Marruecos, 1946) es catedrático universitario y exalto cargo de los primeros Gobiernos socialistas. Ahora censura -en connivencia con la tesis de Vázquez Rial y Félix Ovejero- la "deriva reaccionaria" de la izquierda, en concreto, del PSOE, que ha llevado al partido a pactar con ERC y Bildu -formaciones que, asegura, "no son progresistas"-.
"Los señores del PSOE se autodenominan de izquierdas pero están unidos en estrecha relación con el PNV o con los golpistas catalanes, que no tienen nada de izquierdas. Y lo de Bildu ya no tiene nombre porque ni hacía falta", denuncia Sosa Wagner en conversación con este medio.
-¿A qué atribuye esa deriva que lleva al PSOE a pactar con los separatistas? ¿A puro tacticismo o a la convicción de que son formaciones progresistas?
-Lo creen. Creen que los de Bildu o los republicanos catalanes son organizaciones progresistas.
-¿Y lo son? Ellos mismos se ponen esa etiqueta.
-Ya, ¿y qué? ¡Como si yo me autocalifico como General de Infantería!
Pero lo que más preocupa al exeurodiputado de UPyD es la falta de disidencia interna en el seno del Partido Socialista: "A mí lo que me sorprende es que de los 120 diputados y de los 113 senadores nadie levante el dedo y nadie diga nada".
"Me sorprende que nadie quiera prosperar y plantear batallas ideológicas (y lógicas) en el seno de la formación", arguye. Y explica: "Estamos hablando de temas muy de fondo. Estamos hablando de la Monarquía, del diseño del Estado, de la puesta en libertad de señores que han dado un golpe de Estado...".
Sosa Wagner pone como ejemplo a Angela Merkel: "Ella era el último mono del Gobierno de Helmut Kohl. Con motivo del asunto de financiación irregular de la CDU, ella levantó el dedo señalando a su propio jefe. La política es así".
-¿Cree que alguien dentro del PSOE se acabará rebelando?
Ojalá fuera así, pero yo no lo veo. Y no porque Sánchez haya acabado con las estructuras del partido, que también, sino porque las personalidades socialistas no dicen nada.
-¿Y ve la posibilidad de que surja un movimiento articulado de izquierda patriótica?
-Puede ser, pero es difícil. El PSOE no ha conocido nunca a una izquierda orgánica alternativa, fuera del Partido Comunista en 1921.
"Izquierda racionalista"
Guillermo del Valle (Madrid, 1989) también se reclama huérfano de un partido político de izquierdas con representación parlamentaria. Tras un breve paso por UPyD, ahora es impulsor del proyecto El Jacobino, un canal de debate político que defiende las tesis de la "izquierda jacobina". Es decir, republicana y defensora de un Estado fuerte y centralizado.
Del Valle se reivindica socialista y partidario de una izquierda igualitaria y transformadora, alejada de toda tentación identitaria o nacionalista. "La izquierda española se ha dedicado, de un tiempo a esta parte, a temas como la fractura del Estado, lo que me parece un disparate", argumenta.
Y es que lo que debería defender la izquierda, en su opinión, son "vías alternativas a la desregulación neoliberal": "Partimos de cuestiones de origen desiguales, condicionadas por la familia, el lugar de nacimiento o por la situación socioeconómica".
Por ello considera que los socialistas de verdad defienden ejes materiales como "la vivienda, el trabajo, la lucha contra la precariedad laboral y la defensa del Estado": "Defiendo la unidad territorial, pero no en el sentido de España como una esencia metafísica, sino como una comunidad de ciudadanos de posibilidad de la redistribución de la riqueza".
-¿A qué atribuye el maridaje de la izquierda española contemporánea con el nacionalismo?
-Ambos comparten una asimilación pueril y grosera: que España es igual a Franco. Paradójicamente, es una asimilación que comparten con la derecha más reaccionaria. En el fondo, detrás de ese maridaje de la izquierda y el nacionalismo hay pereza intelectual, cobardía y desnortamiento intelectual generalizado en la cuestión identitaria y posmoderna. La izquierda se confunde desde la caída del muro al rechazar todo el marxismo materialista de la economía. Se diluye en el tema de las identidades.
El joven abogado de profesión critica que Sánchez se posicione contra el dumping fiscal de Madrid mientras defiende el Concierto Económico vasco y navarro: "La izquierda debería salir a la calle a reprochar que esos supuestos derechos históricos y forales son una antigualla. Y hay que decirlo se enfade PNV o se enfade sunsum corda. Es incompatible con la idea republicana básica de igualdad".
-¿Considera que hay un espacio político para sus demandas?
-Sí. Y tiene que ser en un sentido amplio de la izquierda: la socialdemocracia, la izquierda transformadora... una izquierda amplia, democrática y no populista, que comparta unas coordenadas básicas: la igualdad política, que es triturada por el nacionalismo, y la igualdad socioeconómica que no es compatible con el neoliberalismo desregulacionista del sálvese quien pueda.
"La izquierda no puede seguir abriendo la puerta a la posmodernidad o se diluirá", analiza Guillermo del Valle, que zanja: "Tiene que ser racionalista y transformadora en el buen sentido -el materialista- de defender la mejora de la condición de vida de los trabajadores".
"Hay que ser valiente"
Celia Cánovas Essard (Barcelona, 1966) se reivindica progresista y contraria al nacionalismo. Esta última característica llevó a la exsenadora de Podemos a abandonar la formación que lidera Pablo Iglesias. "La izquierda busca la unión y la igualdad, no la separación o que unos tengan más derechos por nacer en un territorio", sostiene en conversación con este medio.
Tras su desencanto con la formación morada, que le llevó a personarse en la causa que investiga presunta financiación irregular de Podemos, se ausentó un tiempo de la política y se dedicó a su profesión de abogada. Ahora, con las pilas cargadas, figura como candidata de Izquierda en Positivo a las próximas elecciones catalanas.
-¿Hay un espacio político en Cataluña para esa izquierda desencantada con la connivencia de PSC con el nacionalismo?
-Sí, pero no se había planteado hasta ahora. Hay que ser valiente porque en Cataluña hemos vivido durante años una política de bloqueo. La independencia era el monotema. Sobre todo, con el Gobierno de Mariano Rajoy. Eran campos que se retroalimentaban mutuamente. Mucha gente confundió a ese movimiento radical separatista que se articuló contra la derecha con lo que es la izquierda o la defensa de los derechos de la ciudadanía. Se entró en una política de blanco o negro: o Partido Popular o nacionalismo.
Sobre los pactos a nivel nacional del PSOE con ERC y Bildu para la aprobación de los Presupuestos, Cánovas sostiene que "si el resultado de ese pacto es más separatismo y más desigualdad, estoy radicalmente en contra". Y carga duramente contra la Ley Celaá por ceder ante el chantaje de Esquerra Republicana para suprimir el castellano como lengua vehicular en Cataluña: "Es gravísimo, pero es algo que de facto ya se estaba produciendo hace años. Mi hija estudió en un colegio público y ha estudiado todo en catalán".
"Antes con Franco, sufrimos la imposición del español sobre el catalán. Ahora es al revés: la preminencia del catalán sobre el castellano. Es una barbaridad que un funcionario para acceder a un puesto de la administración pública en Cataluña tenga que tener nivel C de catalán", arguye la candidata de Izquierda en Positivo.
-¿Qué separa a la izquierda que usted reivindica del PSOE o Unidas Podemos?
-Nos separa la no concurrencia de pactos separatistas. Hay que ser realista y coherente. Está bien dialogar y no poner cordones sanitarios, pero está mejor no fomentar de ningún modo el separatismo. Eso el PSOE lo está haciendo. Y en Cataluña el PSC también. Hace falta un partido que, sin pudor, se reivindique de izquierdas y que combata con valentía el separatismo.
"Cuando yo era senadora, el Partido Socialista votó a favor del 155. Ahora pacta con Esquerra y habla de indultos", lamenta Cánovas en referencia a la deriva socialista.
-¿A qué atribuye esa deriva?
-Tacticismo puro y duro, amor al poder y no al servicio público. Hay que pensar en el bien común. Cuando no lo haces, se producen bandazos como los del PSOE. O Ciudadanos, fíjate, pudiendo haber gobernado con el PSOE y para lo que han quedado.
"Revolución Francesa"
Javier Marín Vázquez, vicepresidente de Sociedad Civil Catalana (SCC) e histórico del PSC, donde ha ejercido durante 15 años como director de la Escuela de Formación del partido, rompío recientemente su carnet tras cuatro décadas de militancia socialista.
Marín se despidió con una carta dirigida a Miquel Iceta en la que expuso sus discrepancias con un partido al que acusa de haber abandonado sus principios fundacionales.
Marín fue militante del Partido del Trabajo de España durante la dictadura (1968-1978). Ahora, como portavoz de Líneas Rojas, denuncia que un proyecto político realmente de izquierdas es "absolutamente incompatible" con el proyecto nacionalista de ruptura.
"En la izquierda tenemos tres principios irrenunciables que heredamos de la Revolución Francesa, que son los de libertad, igualdad y fraternidad", destaca Marín. Y precisamente, la Ley Celaá rompe con el segundo de estos tres principios: "Esta ley practica de facto la desigualdad con los niños cuya lengua materna es el español".
"Esa desigualdad en la enseñanza después produce desigualdades en las oportunidades laborales. Cualquier estudiante que haya estudiado en Cataluña, si ha de trasladarse a trabajar a Aragón, tiene un problema gordo porque no domina el español", asegura Marín, que ha podido comprobar de primera mano esta realidad en su condición de profesor universitario de la Universidad Autónoma de Barcelona -labor que desempeña desde 2007-.
Por último, garantiza que hay ciberactivistas que están en algunas organizaciones a los que les han dado "la orden de torpedearnos": "Que a la izquierda oficial le venga una crítica desde la izquierda le hace mucho más daño que no que le vengan la que ya esperaban de la derecha tradicional".