Este miércoles, María Jesús Montero ventiló sus diferencias con Pablo Iglesias en público. La ministra portavoz y el vicepresidente, enfrentados de manera radical desde hace meses, se salieron del Hemiciclo en medio del debate del pleno y discutieron de manera airada a la vista de la cámara de un fotorreportero de Europa Press. Al acabar la disputa, ella exasperada le espetó: "¡Mira que eres cabezón!".
En la actualidad, hay unos cuantos sapos que ya se ha tragado Iglesias, líder de Unidas Podemos, en sus 11 meses como vicepresidente segundo del Gobierno. Por ejemplo, los Presupuestos de 2021 no se parecen en nada a lo que habían acordado con el PSOE y no hay reforma fiscal... o sea, subida masiva de impuestos.
Pero la pandemia de coronavirus le ha abierto a Iglesias un campo de juego inesperado y muy provechoso para hacerse ver -él y sus políticas sociales- en un escenario de emergencia primero sanitaria y luego socioeconómica. Y consciente de ello, de que hay batallas perdidas, el líder morado ha ido eligiendo las escaramuzas en las que entrar: y las ha rentabilizado al extremo.
Logró acelerar la puesta en marcha del Ingreso Mínimo Vital, y que la medida sea más achacada a él que a su padre ministerial, José Luis Escrivá.
Se empeñó en intervenir el mercado de alquiler para limitar los precios, y frenó la aprobación de los Presupuestos en una noche frenética hasta que claudicó -al menos de palabra- José Luis Ábalos.
Los desahucios, la clave
Presentó una enmienda a las cuentas públicas de la mano de Esquerra y Bildu, soliviantando al equipo económico de Nadia Calviño, para prohibir los desahucios, y ganó también... ¿o no?
Ahora mismo son cuatro los frentes abiertos entre una facción y otra del Gobierno. Cuatro... y quizá cinco, pero ese último es más una cuestión de propaganda de guerra. El primero de ellos fue el que ocupó la bronca de los pasillos del Congreso: la batalla de la prohibición de los desahucios, que el Ministerio de Transportes está dilatando -por orden de Calviño y Juan Carlos Campo, titular de Justicia- para "dotar al decreto de seguridad jurídica".
Según ha podido saber este periódico, Montero explicó a Iglesias que el decreto que Unidas Podemos pactó con el Ministerio de Transportes y que debía haber ido al Consejo de Ministros del 9 de diciembre ya no llegará antes del día 28. Nuevas adendas del lado socialista retrasan su redacción, y el vicepresidente le mostró su indignación a la ministra de Hacienda.
Ella había sido la emisaria elegida dentro del equipo económico porque la relación entre ambos, "llena de discrepancias", según fuentes de ambos lados, es "muy cordial y franca".
Salario Mínimo
La segunda batalla abierta enter morados y socialistas que alimentó la bronca es la subida o no del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). El compromiso del Gobierno ha sido reiteradamente asumido por el equipo de Calviño.
"No hay ninguna duda, porque no es una concesión, creemos en ello", insisten desde su entorno. "Pero hay que ser prudentes y enfocarnos en el objetivo urgente, que es crear empleo, quizá no sea éste el mejor momento de apretar más a los empresarios".
La ministra de Trabajo está decidida a seguir adelante con su empeño. Yolanda Díaz estaba este miércoles de viaje oficial en Portugal, donde firmó con su colega lusa, Ana Mendes, una declaración para reclamar la creación de "un sistema común de salario mínimo europeo". A pesar de que la política económica la marca Calviño, en su discurso, Díaz defendió el alza del SMI.
La reforma del CGPJ
La tercera guerra abierta es la de la reforma del sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial. Este martes, Unidas Podemos y el PSOE dieron curso a una proposición de ley para reformar la Ley Orgánica del CGPJ. Pero sólo a la que prevé recortar los poderes del órgano de gobierno de los jueces si pasa a estar en funciones. La otra, la que amenazaba con cambiar el sistema de elección para eliminar el requisito de mayoría cualificada, sigue "congelada", como dijo el presidente Pedro Sánchez.
La versión oficial es que Pablo Casado se había ganado ese gesto con su discurso de ruptura con Santiago Abascal en la moción de censura de Vox. Una excusa siempre increíble, porque en aquel discurso el líder del PP dijo "hasta aquí hemos llegado" a su viejo amigo porque le parecía "lo mismo" que Sánchez e Iglesias, un peligro para la democracia. Y sobre todo, porque desde entonces -hace ya mes y medio- nada ha avanzado entre PP y PSOE, es más, la llamada entre líderes del martes se saldó con un fracaso absoluto.
Pero Iglesias quiere que esa otra reforma se active. Aunque su "congelación" fuera producto de una advertencia de Bruselas, que ni PSOE ni Podemos admite en público y el PP se limita a recordar en off a quien les pregunte.
Fuentes del entorno del vicepresidente no dan por descartado que se pueda reactivar la reforma en el próximo periodo de sesiones. Es más, la iniciativa activada se tramitará por la vía de urgencia y socialistas y morados ya han reclamado que se habilite el mes de enero como hábil en la Comisión de Justicia del Congreso. En cualquier momento, Iglesias tratará de colarlo.
El cuarto motivo que lo enfrenta con Montero es, en realidad, el mismo que el día anterior lo enredó todo: la prohibición de los cortes de suministros. De ella, EL ESPAÑOL ya había dado cuenta este martes. Fueron tres filtraciones y dos desmentidos, además de un anuncio en la rueda de prensa del Consejo de Ministros calificado de falaz por la mitad morada del Gobierno.
Los debates, a puerta cerrada
Al jurar o prometer su cargo, los miembros del Gobierno de España se obligan legalmente a "guardar el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros". La cosa significa que el legislador dio por hecho que en el seno de las reuniones del órgano colegiado que ejerce el Poder Ejecutivo hay (y debe haber) debate, discrepancia y hasta discusiones. Pero que no se deben airear.
Dijo María Jesús Montero que las discrepancias deben ventilarse en el seno del Consejo de Ministros y no en los medios. Lo dijo a preguntas de los periodistas, en la rueda de prensa posterior a la reunión semanal del Ejecutivo, para afearle la conducta a Unidas Podemos, socio del PSOE en el Gobierno de coalición.
La formación de Pablo Iglesias había aprovechado el huequito de tiempo entre la salida de su jefe de Moncloa y la comparecencia de la portavoz para filtrar su penúltima guerra con Calviño. Y la ministra de Hacienda argumentó que "el debate es bueno, pero de puertas adentro, así pienso yo... y la mayoría de este Consejo de Ministros", concluyó como un aldabonazo. Como diciendo ya está bien. Un poco harta de tener que apagar fuegos no sólo de la pandemia, la crisis y la oposición; sino también del supuesto aliado.
Quién es el Gobierno...
El quinto asunto es darse cabezazos contra un muro, piensan, pero una batalla que se seguirá dando, advierten desde las filas moradas, que no soportan el lenguaje que -dicen- se alienta desde Moncloa para que se hable del "Gobierno y sus socios de Unidas Podemos".
Es decir, que hay un Gobierno, como sinónimo de PSOE, con otra cosa chiquitita que le cuelga, de Unidas Podemos.
Para una formación como la de Iglesias, tan enfocada en el manejo del lenguaje y de "los marcos dialécticos ganadores", éste es uno clave. Aunque de eso no se habló. Iglesias no trata este tema con Montero. Ya llegará el día de usarlo.