Los datos hablaban claro, aunque quizá no lo hacían los protagonistas de la historia... claro, mientras terminaba el desarrollo de la intrahistoria. Este periódico ha podido saber cómo se gestó la noticia que cerraba el año 2020 y abría todos los periódicos, por sorpresa, poco antes del mediodía del 30 de diciembre: Salvador Illa, el ministro más expuesto en los 10 meses de pandemia, abandona Madrid y vuelve a Barcelona. Deja la gestión de la Covid en el mejor momento, cuando las noticias sólo pueden mejorar con la llegada de las vacunas, y se lanza a la incertidumbre de unas elecciones que nunca ha ganado su partido, el PSC.
Los protagonistas no hablaban claro porque aún no se había terminado de gestar un juego a tres bandas necesario: si Illa se iba a Cataluña, Carolina Darias tomaría Sanidad, y Miquel Iceta sería el nuevo ministro de Política Territorial.
El mismo día 28 de diciembre, el primer secretario del PSC seguía manteniendo en público que el candidato a la Generalitat sería él. Y al día siguiente, el ministro saliente -y secretario de Organización de su partido- lo corroboraba en TVE: "El candidato que vamos a presentar nosotros en unas elecciones que necesitan un cambio, va a ser Miquel Iceta, que es la persona que está en mejores condiciones para abanderar el cambio importante que a nuestro juicio necesita Cataluña".
Pero días antes ya se había producido la conversación clave entre el líder socialista catalán y el presidente del Gobierno.
Según las fuentes consultadas, conocedoras de todo el proceso, Iceta había llegado a la conclusión de que con él al frente iba a ser imposible, precisamente, ese cambio. Tras un proceso de maduración, y a la vista de sondeos como el que hoy publica EL ESPAÑOL -el ultimo antes del anuncio del cambio en la cabeza de lista-, había comprendido que su liderazgo no fraguaba en "un cambio".
O continuidad o peor
Al entender del equipo electoral socialista, los comicios sólo pueden llevar a dos escenarios, o la continuidad o el cambio. Y viendo cómo desde julio el fuelle de su candidatura perdía tirón, Iceta había concluido que todo se dirigía hacia la continuidad, o incluso a peor.
Efectivamente, el sondeo de SocioMétrica para EL ESPAÑOL indica que los partidos independentistas están, a día de hoy, en disposición de aumentar su mayoría absoluta de escaños con comodidad en el Parlament: de los 70 actuales pasarían a 72 o 73. E incluso, un alza constante de la lista de JxCat está acercándolos a la mitad más uno de los votos.
Un escenario que enrocaría las posiciones y pondría sumamente difícil el proyecto de Sánchez: la agenda para el reencuentro, que debe recuperarse en 2021 tras el parón de la pandemia.
Iniciativa de Iceta
Según las fuentes, Sánchez coincidía con su análisis, nadie veía posible revertir la situación sin darle un vuelco al panorama. Y la conclusión a la que ambos llegaron en esa conversación fue la de que "con Salvador sí son posibles la sorpresa y el cambio en Cataluña".
El presidente, en todo caso, ya había pensado en la posibilidad. No en vano, el rumor de que Illa estaría preparándose para dar el salto había surgido en varias ocasiones en los últimos meses. El mismo Iceta lo desmintió el pasado octubre y preparó las primarias de noviembre, a las que nadie se presentó en su contra.
Pero cada vez que la posibilidad de mandar a Illa a Cataluña subía a los titulares de los periódicos lo hacía envuelta en polémicas por la gestión de la pandemia, como cuando el entorno de Isabel Díaz Ayuso -y el propio Aznar- lo acusó de "preparar su desembarco electoral mostrándose como un catalán socialista que amenaza con cerrar Madrid", y que al final le impuso un estado de alarma autonómico.
Sánchez era reacio a forzar el trueque y transmitió a Iceta su confianza. El líder catalán ha sido uno de los baluartes y mejores aliados en la carrera política del hoy presidente del Gobierno desde que fue defenestrado por el polémico comité federal del PSOE en octubre de 2016, cuando Sánchez se negaba a facilitar la investidura de Mariano Rajoy.
Pero ante la oferta de Iceta, se ofreció a facilitar la operación a condición de que él mismo la propusiera a la Ejecutiva del PSC, como así ocurrió este mismo miércoles. Además, el mismo Illa cree que su candidatura puede "dar la sorpresa".
El otro bombazo
Los tres dirigentes socialistas confían en que la noticia descolocó a los partidos separatistas, y que además logró el objetivo de opacar el otro bombazo del día 30 de diciembre: el fichaje de Lorena Roldán, la exlíder de Ciudadanos en Cataluña, por el PP de Alejandro Fernández.
Fuentes del PP, por el contrario, criticaban en alto pero, en el fondo, se mostraban encantadas de la coincidencia de los anuncios en el mismo día: "Esto confirma que les hemos descolocado, y que han tenido que reaccionar", apuntaba un dirigente popular. "Les hemos marcado la agenda y, además, aunque sea por unos días, coloca las elecciones catalanas en clave bipartidista, de PSOE contra PP, y no en el raca-raca de los indepes".
Y es que ésa es la clave que, indican las fuentes, impulsa a Illa a dar el paso. El socialista catalán tiene un perfil mucho menos catalanista que el de Iceta. Su vuelta a casa para liderar el PSC crea un nuevo marco más político y menos identitario en la campaña electoral. Y, aunque Sánchez cree que le puede causar problemas en sus negociaciones legislativas en Madrid, ambos saben que a la pandemia le pueden quedar meses, pero que "la enfermedad catalana" será mucho más larga de curar.
Salvador Illa, que ya está pasando las Navidades en Barcelona después de poco más de 11 meses en Madrid como el ministro de Sanidad que se tuvo que enfrentar a "la peor pandemia en un siglo", confía en dar "la sorpresa". Los socialistas apuestan fuerte para el 14-F y creen que si logran un resultado tan bueno e inesperado como el de Ciudadanos hace tres años, cambiará, por fin, todo el panorama en Cataluña. Y en el resto de España.