Suelen adquirir las campañas electorales un tono ascendente, que alcanza su máxima expresión en la segunda semana, cuando se cobran las cuentas pendientes fruto de intercambios de golpes anteriores. No será el caso esta vez. Los primeros mítines de Madrid dejaron titulares pasados de rosca.
Ángel Gabilondo, que se presentó como "soso, serio y formal", dejó a un lado el carácter gris para comparar a su rival, Isabel Díaz Ayuso, con Donald Trump y Bolsonaro.
Puso a su estocada palabras de catedrático de Filosofía, pero la asociación fue clara: "Un epígono de las formas e ideas de Trump y Bolsonaro". Gabilondo, que ha empezado a surtir sus discursos del argumentario proporcionado por Moncloa, también repitió la expresión "Gobierno de Colón".
El candidato del PSOE diagnosticó en Ayuso "un síndrome extremista" que la "atrae al agujero negro de la extrema derecha". Esta metamorfosis también la ha sufrido Reyes Maroto. La actual ministra de Industria será vicepresidenta económica si la izquierda forma gobierno. El sábado abandonó su sobriedad para acusar a Ayuso de "mentir" y trufar su discurso de calificativos.
Isabel Díaz Ayuso, por su parte, también pisó el acelerador. Anunció que su victoria el 4-M, por lo abultado, sacará incluso a Pedro Sánchez de La Moncloa. De aquí a las elecciones, la postulante del PP no confrontará con Gabilondo, sino con el presidente.
Su razonamiento es el siguiente: ya que Gabilondo ha asumido el argumentario de Moncloa, "con quien tengo que debatir es con Sánchez". "Mirándole a los ojos", como ya dijo en una ocasión.
Este domingo, Ayuso acusó al presidente del Gobierno de desarrollar una "madrileñofobia insensata". Le dijo: cuidado, "porque meterse con Madrid es meterse con el país".
A ojos de la presidenta de la Comunidad, el proyecto de Sánchez es "una máquina imparable de generar pobreza". Irónica, aseveró: "A lo mejor España me debe tres".
Los dos primeros "favores" fueron "sacar a Iglesias de La Moncloa y del Congreso de los Diputados". El tercero, su deseada dimisión de Sánchez tras "un resultado desastroso en Madrid".
Iglesias no faltó a la fiesta de los titulares gruesos. Eligió Lavapiés -donde nació Podemos- para su primer mitin de campaña. Empezó con estas palabras: "La derecha odia este barrio". También dijo que la derecha odia la educación y la sanidad pública.
Al candidato de Podemos le dicen que "está acabado", pero él lo atribuye a que "los árbitros están comprados". En su arenga, acusó al PP de comprar televisiones, radios y periódicos con "millones de euros".
"Se escribieron miles de páginas diciendo 'vosotros, rojos de mierda, no entraréis en el Gobierno'. Y entramos. Podemos es el partido de la firmeza y las garantías", afirmó.
Rocío Monasterio, de Vox, encabezó un acto en Móstoles, una "elección que no fue casual". Allí quiso "homenajear a los españoles que lucharon -en el siglo XIX- contra los franceses". Para ella, la disyuntiva el 4-M está clara: "Totalitarismo o libertad".